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En la elección presidencial estadounidense del año 2000, entre George W. Bush y Al Gore Jr., la diferencia de voto popular entre ambos fue de 300 mil aproximadamente, y la diferencia de votos electorales fue de apenas 4 votos, lo que la convierte en la elección más reñida del país del norte durante el siglo XXI.
Lo ocurrido esta semana recién pasada es una historia parecida. En ciertos estados existieron resultados muy estrechos. Sin embargo, desde el punto de vista del conteo general se manifestaron diferencias más claras, que le entregaron el triunfo al candidato demócrata Joe Biden. Plasmándose en alrededor de 4 millones de votos populares de diferencia entre ambos candidatos, y alrededor de 80 votos electorales, los que terminaron por entregarle el triunfo a los demócratas.
Entonces, ¿por qué Donald Trump se esmera en sembrar tantas dudas en los resultados de esta elección, si la diferencia fue notoria? Sugiero que el derrotado presidente en ejercicio teme perder la inmunidad que le entrega su investidura como presidente. Donald Trump tiene vasta experiencia empresarial. Desde los años 70, cuando se hizo cargo de la sociedad de bienes raíces y construcción que mantenía su familia, se acostumbró a conservar y aumentar su patrimonio a como diera lugar. Y con ello acumuló 4.000 denuncia en su contra, más los procesos que buscan abrir algunos fiscales de Nueva York por supuestas irregularidades en los negocios e impuestos del actual presidente.
Trump se declaró ganador sin haber terminado el conteo de voto a pesar de encontrarse en desventaja ante su rival; comenzó a realizar acusaciones de fraude electoral por supuestas intervenciones en el conteo de los votos vía postal. Incluso fue más allá y exigió que se suspenda el conteo de los votos pendientes. Pero todo esto no es algo nuevo en él. Durante su mandato nos tuvo acostumbrados a ese populismo mentecato, con consignas falsas, sin contenido, frases “panfleteras” que embobaron a los del del país del norte -70 millones de votos aproximadamente-, y que incluso dio para embobar a algunos habitantes de los países del sur.
El estilo “Trumpista” en su aspecto formal -más allá del contenido- remite a un tipo populista que hemos visto en algunos políticos de nuestro país, cuando han hablado de “chilezuela” o de los infiltrados paramilitares. Otros, tan audaces, se piensan como la panacea chilena, presentando verdaderos panfletos como propuestas de gobierno, diciendo que no son políticos cuando aspiran a un cargo político electoral con el apoyo de un partido político. Por si eso fuera poco, además se arrogan la representación del pueblo, hablando de una lucha contra el sistema de castas y élites del cual ellos mismos son parte.
Existe en Chile una diversidad de “trumpistas” muy fácil de identificar, que busca el poder para un interés personal. Pero somos los ciudadanos a través de las urnas quienes debemos neutralizarlos.
Dado lo anterior, existe en Chile una diversidad de “trumpistas” muy fácil de identificar, que busca el poder para un interés personal. Pero somos los ciudadanos a través de las urnas quienes debemos neutralizarlos, porque, como sabemos, y como bien nos ha enseñado la historia, en épocas de crisis institucionales surgen los liderazgos populistas que solo buscan llevarse el país para su casa, cerrando la puerta por dentro, terminando con la diversidad político-social, terminando con la democracia y lamentablemente implementando el autoritarismo.
Para concluir, lo importante es que dado los últimos antecedentes –plebiscito del 25 de octubre- las y los ciudadanos estamos hambrientos de mayor participación y diversidad, es por eso que todas y todos seremos parte de la redacción de una nueva Constitución.
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Gloria Canales
Excelente columna Ignacio Muñoz !!