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Los astronautas varados en el contexto de la nueva carrera espacial

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Hace unos días nos enteramos que SpaceX hizo la primera caminata espacial privada de la historia. Y la semana previa supimos que los astronautas Butch Wilmore y Sunita Williams, varados en la Estación Espacial Internacional (EEI) por una serie de fallas en la cápsula Boeing que los llevó hasta arriba, volverán a la Tierra recién en febrero de 2025.

[texto_destacado]Más allá del éxito de SpaceX y del bochorno de Boeing (que se suma a su larga lista de incidentes en el campo de la aviación comercial), los hechos ofrecen una buena oportunidad para poner contexto a esta nueva carrera espacial.

A diferencia de épocas pasadas, en que la competencia se concentraba en las superpotencias de la guerra fría, el siglo XXI se ha convertido en una era de oportunidades para las organizaciones estatales y privadas que impulsan su desarrollo.

Según el Foro Económico Mundial, el espacio es un negocio de 630 mil millones de dólares. Gran parte de nuestra vida está intermediada por tecnologías espaciales, pasando por la navegación aérea y marítima, los servicios de streaming y el monitoreo de desastres naturales. Y una porción de ese inmenso negocio se lo lleva el sector transporte, responsable del suministro permanente de la EEI.

La Estación Espacial Internacional es un proyecto multinacional de investigación científica en que colaboran cinco países (Estados Unidos, Rusia, Japón, Canadá y Europa) que conduce experimentos y estudios de ingeniería, medicina, biología y psicología, entre otros campos. Todos ellos buscan resolver problemas concretos que enfrentarán los pioneros de las futuras aventuras espaciales.

Ubicado en la órbita baja de la Tierra (a 400 km sobre nuestras cabezas), la EEI depende de un suministro constante de repuestos, alimentos y equipamiento, además de un recambio permanente de tripulación. Desde fines de la década de los ’90 y hasta entrada la década de los 2000, el transporte era proporcionado por la NASA y la agencia espacial Rusa, Roscosmos.

Sin embargo, los altos costos del transporte espacial estatal (2.000 millones de dólares por viaje) y el posterior accidente del transbordador Columbia (2003), llevaron pronto a la NASA a comprender que la única forma de mantener vivo su programa era invitando al capital privado.

Esta solución, que surgió más por urgencia que por convicción, terminó resolviendo dos problemas fundamentales de los norteamericanos: independizó a la NASA de la molesta necesidad de recurrir a la cápsula rusa Soyuz para llevar astronautas a la EEI y redujo considerablemente los costos logísticos (actualmente, el costo ida y vuelta ronda los 80-100 millones de dólares, una fracción de lo que costaba hacerlo a bordo de un transbordador).

Los altos costos del transporte espacial y el posterior accidente del transbordador Columbia llevaron a la NASA a comprender que la única forma de mantener vivo su programa era invitando al capital privado

En 2011, la NASA adjudicó contratos de transporte a SpaceX y Boeing y desde entonces, la primera ha acumulado 42 viajes a la EEI, mientras la segunda avanza a tropezones, con cinco años de retraso respecto al calendario original y dos astronautas varados en el espacio.

De cualquier manera, problemas más o problemas menos, esta relación público-privada ha dejado el camino libre a la agencia espacial norteamericana para atender a lo realmente importante: la Investigación y Desarrollo (I+D) a bordo de la EEI, asunto que permitirá resolver algunas cuestiones clave de cara a las futuras misiones a la Luna y Marte, pronosticadas para los próximos años.

Aunque Estados Unidos sigue llevando la delantera, otros países le siguen de cerca: China tiene su propia estación espacial («Tiangong» o palacio celestial) y la India ha lanzado tres misiones a la Luna desde 2008 («Chandrayaan» o vehículo lunar). Detrás de ellos, una decena de otros países (la Unión Europea, Japón, Reino Unido, Australia) han desarrollado capacidades propias. Al día de hoy, existen 28 puertos espaciales repartidos en 12 países.

Todas las cosas que están haciendo los humanos allá arriba encuentran su origen en las ambiciones de los humanos acá abajo. Tal como los navegantes del siglo XV o los exploradores victorianos del siglo XIX, el ímpetu por llegar a las estrellas encuentra su motivación en la promesa de fama, reconocimiento y riqueza.

La EEI es el primer paso para establecer una base en la Luna y desde ahí, lanzar la primera expedición a Marte (la ausencia de gravedad de la Luna reduce considerablemente los costos de lanzamiento, de ahí su consideración como sitio estratégico en la exploración espacial).

En este contexto, los astronautas Wilmore y Williams son solo dos de los eslabones del enorme engranaje que llevará a nuestra civilización al infinito y más allá.

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1 Comentario

cristian barria

La situación de la nave espacial de Boienng, es un ejemplo de la decadencia de boeing, por su mala administración, en la cual casi toda su rama espacial fue levantada por Space X. El panelista «curiosamente» minimizó a Rusia dentro de los países importantes en materia espacial, sólo se le recuerda que más del 60% de las misiones a la EEi, son de origen ruso(vehículos espaciales, cohetes de lanzamiento, astronautas o cosmonautas involucrados y control de misiones). China no está en la EEi , porque su programa espacial vulnera los principios y valores de no militarización de la actividad espacial, TODO su programa espacial está bajo control y mando espacial, cosa que no es aceptada por el resto del planeta(eso debería tenerse muy claro en Chile). Es de esperarse que una vez que termine la guerra en ucrania, se pueda volver a actuar como planeta y no cómo países en la actividad espacial.