Acá estamos en presencia de dos importantes figuras, símbolo de poder político en el caso de Longueira y en el caso de Papa Francisco del poder de la Iglesia. Poderes que en estos últimos años han perdido considerablemente adhesión y credibilidad, por muchos factores pero, sin duda, el más importante y transversal es la lejanía de los ciudadanos y católicos con sus autoridades.
Tras analizar la impactante, sorpresiva y expuesta noticia de la renuncia a la candidatura presidencial por parte de Pablo Longueira, no pude dejar de relacionarla con otra noticia que me llamó enormemente la atención, noticia en la que el recién nombrado Papa Francisco bromeó con las dificultades para ser Papa y ante unos 9.000 estudiantes de colegios jesuitas de Italia y Albania congregados en el Vaticano, admitió con franqueza que «no quería ser Papa». Además, interrogado sobre las razones por las que rechaza vivir en el fastuoso apartamento papal del palacio apostólico dentro del Vaticano, el Papa argentino respondió primero bromeando: «por razones psiquiátricas», y luego comentó, «es un problema de personalidad, necesito vivir rodeado de gente, no puedo vivir solo».
Acá estamos en presencia de dos importantes figuras, símbolo de poder político en el caso de Longueira y en el caso de Papa Francisco del poder de la Iglesia. Poderes que en estos últimos años han perdido considerablemente adhesión y credibilidad, por muchos factores pero, sin duda, el más importante y transversal es la lejanía de los ciudadanos y católicos con sus autoridades.
Dejando de lado en el caso de la Iglesia, los abusos y en el caso de la política el oportunismo, las coimas y maquinaria yoistas, la sensación de las personas, es una tremenda distancia entre su lugar y el inalcanzable lugar donde se posicionan hoy las autoridades. Aunque como dicen algunos las redes sociales, han permitido una comunicación más horizontal con las autoridades, ésta comunicación no ha permitido una mayor cercanía con las personas, ni mayor sintonía con lo que las personas viven en su cotidianidad.
Es por esto, que las noticias mencionadas me llamaron tanto la atención, ya que se contrastan fuertemente con la realidad descrita. Por un lado tenemos a la mayor autoridad de la iglesia católica admitiendo su miedo a la soledad y la necesidad de otras personas, una realidad humana que es mucho más común de lo que nos imaginamos, pero que muy pocos nos atrevemos a reconocer. Es muy duro asumir para cualquier persona en esta sociedad competitiva y ególatra que necesitas de otros, y que el Papa explicite tal condición, no deja de ser una potente señal de que el poder que sostiene sobre sus hombros no implica que sea despojado de las fragilidades humanas.
Por otro lado, está la situación de Pablo Longueira mirada desde otra arista, desde el costo emocional de su decisión. El contexto político actual es feroz y deshumanizado, en donde lo que se ve de forma trasversal es prioritariamente las ansias de llegar al poder, en donde los políticos tienen que ser superhéroes donde un episodios como un llanto del Golborne generan noticia, ya lo que saca de este errado estereotipo del político, y como consecuencia lo tenemos el más altos índices de aprobación en ese periodo. Por lo tanto que la causa de la baja de Pablo Longueira a su candidatura sea una depresión, no deja de ser una briosa señal de humanidad, en un contexto donde a los políticos no se les permite -erradamente- mostrar signos de debilidad.
Sin duda, espero que estas señales de humanización de las autoridades sean cada vez más, ya que en lo personal agradezco cuando una autoridad es transparente y cercana. Es más, considero que en la medida que la autoridades se muestren más humanas, con honestidad, sin utilizar esto como una herramienta fría para conseguir votos y apoyo, se revertirá esta tendencia de desconfianza y desafección a los poderes y las instituciones.
Comentarios
31 de julio
siento profundamente que esta reflexión es parcialmente certera , mas cuando se trata de la cercanía de la gente con el poder ya sea de la iglesia o de la política ambas hoy muy poco prestigiadas , con el tema de la humanización siento que los políticos están en deuda pero mas que lagrimas y enfermedades del tipo psicológicas que el ser humano normal puede padecer , es la humanización del tipo social de ver como familias pueden vivir con el sueldo mínimo , de visitar los servicios hospitalarios y de urgencia , de dar una vuelta por los colegios hacer visitas al sename etc etc creo que de esa forma me gustaría mas la humanización , tenga ud mis mas cordiales saludos
+1
31 de julio
La tesis que se desprende del artículo es que «a mayor humanización es posible construir vínculos de cercanía entre el poder y las personas que representa, entendida la humanización como la exposición honesta de fragilidades y fortalezas». En mi opinión concuerdo que la honestidad nos humaniza y nos acerca, pero sumaría al tema del poder la centralidad del «servicio», cero que el poder cumple una función trascendente y plena cuando está fundado y extiende su horizonte hacia el servicio de las personas y de la humanidad toda, poniendo en segundo lugar los intereses ególatras y el éxito por el éxito…como dice la sabia frase evangélica: «el que quiera ser el primero que se sitúe al final y al servicio de los demás»
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