La proliferación del acceso a Internet sin duda que ha traído una serie de beneficios para las personas, especialmente en lo que se refiere a la facilitación del acceso a información y al intercambio de ella a lo algo del mundo. Esto abre un sinnúmero de oportunidades para facilitar la generación y difusión de conocimiento.
[texto_destacado] No obstante, el adecuado aprovechamiento de beneficios como el señalado y otros exige que las personas cuenten con un criterio tal que les permita analizar, interpretar y discriminar la información que esta red virtual dispone. Detrás de esto está la necesidad de entender que no todo lo que se publica en Internet es verdad o, al menos, no completamente verdadero. Esto porque, como ocurre en general con cualquier medio de comunicación, pueden ser utilizados para entregar información manipulada o tergiversada con fines ideológicos, políticos, religiosos y/o de cualquier otro tipo.
Todo esto, sin embargo, parece no estar presente especialmente en lo que se refiere al uso de las redes sociales, en donde lamentablemente se suele leer tantas cosas “especiales”, por no decir francamente tonteras. Algunas parecen ser por simple ignorancia, otras por el deseo deliberado de hacer daño mediante la invención y difusión de rumores (aparentemente, en la lógica del “miente, miente que algo queda”) y otras por razones que desconozco.
Más allá que considero que esto es profundamente desagradable y difícil de tolerar afecta además, el necesario diálogo ciudadano que debe darse en democracia en relación a los temas que nos involucran como colectivo.
Por su parte, este fenómeno se presenta de manera aún más fuerte en las redes sociales, así como también los foros de los diarios y otros medios de difusión de reportajes y columnas de opinión, los que se han transformado en espacios que creo que reflejan lo peor de nuestros rasgos sociales y personales.
A través de los medios señalados se refleja lo chaquetero, prejuiciosos (se condena a las personas antes de que sean juzgadas, se presume culpabilidad) y lo generalista o extremista que podemos ser (que se ejemplifica en frases tales como “los políticos son todos ladrones” o “los futbolistas chilenos son todos malos”), además de lo liviano que podemos ser para emitir opiniones, basadas en meros titulares y/o en juicios de personas que no necesariamente están calificadas para hacerlos (lo que se ve especialmente en temas tales como los económicos o de relaciones internacionales, por ejemplo). A todo lo señalado hay que sumarle, por cierto, la cobardía con la que muchas veces se emiten descalificaciones hacia cualquier persona u organización.
Es importante destacar que lo expuesto no se orienta a criticar la molestia que puedan sentir las personas con determinados hechos (como los escándalos de corrupción o cualquier otro), ya que eso es muy legítimo que sea así. Lo que aquí se apunta es hacia la veracidad de los fundamentos que les dan origen a esas manifestaciones o a las de cualquier otro tipo, así como también a los efectos nocivos que ellas producen en nuestra convivencia cuando presentan algunos de los rasgos señalados anteriormente.
Si se quiere enfrentar esta situación, considero que es de especial importancia realizar acciones que permitan fortalecer nuestra cultura cívica, no solo en escolares, sino que en todos los segmentos etarios de nuestra sociedad, de tal manera de promover respeto y una convivencia armónica, así como también instancias de participación que les permita no solo quedarse con las críticas, sino que utilizar los espacios que disponen para cambiar esas condiciones.
Además, se requiere fomentar nuestra educación sobre temas propios de la contingencia social y nuestra capacidad de análisis crítico, que nos permita “separar la paja del trigo” en materia de información, así como también contar con capacidad para argumentar con fundamentos y con respeto al momento de dar opiniones. Para ello la promoción de la lectura de calidad y de espacios de diálogo ciudadano (tal como se señalaba anteriormente) puede ser de gran utilidad.
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roberto santana
Felicitaciones al autor del articulo!, porque toca un tema capital para el funcionamiento y mejoramiento del diálogo democrático. Es efectivamente en la cultura civica y politica donde se situa el handicap mayor de la sociedad chilena aspirando al desarrollo. El articulo analiza principalmente lo que sucede con el uso de Internet pero la situación es mas o menos la misma cuando se trata del uso de la televisión de la lectura de libros . De la televisión participa la casi totalidad de las familias ( mas de un 98% segun cifras oficiales ) y si no es posible cifrar el interés de los usuarios por tal o cual tema ( las encuestas no entran en este detalle) nadie puede negar que los interesados en temas culturales y políticos son una enorme minoría. Los programas de interés político y cultural son muy escasos y cuando existen se limitan a un debate entre periodistas poco críticos y casi siempre los mismos invitados.Los programas de análisis político con participación de múltiples actores (intelectuales, políticos, especialistas en ciencias sociales, miembros de la sociedad civil, empresarios, etc. ) para que tengan un carácter formativo, no existen en la televisión chilena. Lo que domina entre los que miran y escuchan la televisión son los sucesos diversos, los deportes, las novelas, la farándula y la tele –realidad. Los libros: en 2012 mas del 60% de los encuestados no leian ningún libro. Los lectores de temas filosóficos y de ciencias sociales eran solamente el 2,9%
peon
La conformidad social debiera venir de la mano de una participación ejercida a través de una Tercera Cámara Nacional que actúe en la red, ya que por medio de ella se podría escalar el desarrollo de sistemas que brinden mejores servicios y prestaciones a la población.
Que la gente no se interese en política, o redes políticas, es sólo porque lo que existe no logra verdaderos cambios, ya que la población necesita organización propia y está acostumbrada a que el evento magno del tipo que sea, le sea proveído sin ella hacer nada.
Así, los grupos políticos y económicos siguen mejorando su cuota de poder, participación y usufructo del mercado. La gente común, entonces, con cero organización política y económica, no puede contra esa clase monumental de poder que ha acumulado la elite en cada país.
Esa elite, o gobiernos, o representantes políticos electos, no brindarán al pueblo el servicio organizacional al que me refiero, porque temen, imagino, a un poder político y económico de las personas, sin embargo, eso no quiere decir que tal cosa no les podría resultar beneficioso.
Yo creo que más que un líder, sólo se requiere un lugar donde reunirse en la red para que tenga lugar el proceso organizacional que necesita el pueblo, si tiene aspiraciones reales de querer forjar una patria mejor.
Suceda esto o no, lo que se tiene es que por ahora se está perdiendo el potencial de posibles importantes innovaciones y del uso de decisiones colectivas.
ffrias9
Tocas un tema importante, y para dar un ejemplo que viví de cerca, ya que fui invitado al matinal del «C13 Bienvenidos», fue el famoso «fin del mundo del año 2012». Esta mentira que recorrió las redes sociales y los medios de comunicación, sin la Internet no hubiera sido posible.
También hay otros ejemplos más terrenales, como la protesta de Tiananmén de 1989, la «Primavera Árabe» que derribó dictaduras, etc., en ambas los organizadores y participantes se comunicaban mediante mensajes de texto o por las redes sociales.
La falla de este tipo de movimientos, es la carencia de un líder, por lo tanto no se mueven igual a una manada detrás de su macho Alfa, su movimiento se asemeja a un cardumen de peces, pero, al lograr su objetivo no saben que hacer, surgen las diferencias entre sus integrantes y nace el desorden.
Saludos