Me gustan las causas, son lindas, puras (al menos en su concepción), te hacen sentir que estás aportando al mundo, te sientes justo y cuando realmente te involucras, sientes que es tan injusto el sistema que te dan ganas de gritar, marchar y hasta romper algunas cosas.. ¿o no?
En los últimos años las causas han estado de moda, de hecho la búsqueda de una causa es algo que está llenando la mente y las gargantas de muchos jóvenes en Chile, al parecer, todo comenzó con el libro de Stéphane Hessel, sin embargo en nuestro país el surgimiento estuvo de la mano de actores, socialités y conductores de televisión, que enviaban videos exigiendo cuidar a los pingüinos, ayudar a los pelícanos, salvar la Patagonia, entre otras.
Para muchos jóvenes, imagino que fue muy motivante ver al “niño de la tele” tan comprometido con la salvación del país.
Encuentro positivo que jóvenes deseen ser escuchados y se preocupen de algo distinto a la farándula (aunque a veces siento que estamos creando la ecofarándula), el peinado o el carrete del fin de semana. Sin embargo, lo que me molesta es otra cosa, es la “conformidad de la exigencia”, es decir, el traspaso de una responsabilidad personal a una entidad superior, como una fundación, gobierno o cualquier autoridad.
Por ejemplo, la marcha contra Hidroaysén convocó a muchísima gente a través de todo Chile. Marcharon, gritaron y algunos vándalos rompieron lo que encontraron. Todos estaban indignados porque se inundará el 0,05% de la Patagonia y se cableará gran parte del sur de Chile para satisfacer la demanda energética del SIC. Todos indignados con Colbún, Endesa, un socialista que trabaja para ellos y el Gobierno, porque es culpa de ELLOS (y no nuestra) que ocurra tamaño “asesinato a la naturaleza”. Por supuesto, yo no tengo por qué ver menos televisión, usar de forma racional el computador, cambiar mis ampolletas por unas de bajo consumo, disminuir en tiempo mi ducha matinal con agua caliente, reciclar mi basura, llevar mis propias bolsas al supermercado para no seguir utilizando más plástico.. ¡¡por supuesto que no!! Yo no contribuyo en el aumento de la demanda energética… es el Gobierno, los empresarios, ¡¡es el SISTEMA!!
Otro ejemplo más reciente fue la muerte de un hombre mayor. Durante esta semana vimos a vecinos de la Fundación las Rosas indignados porque fuera del hogar de ancianos, falleció un hombre de hipotermia. Los vecinos dijeron con irritación, que ellos habían visto al pobre hombre durante la noche acostado sobre un colchón en la calle. Pero ¿Alguno de estos vecinos le llevó un café caliente al indigente o una frazada o algo para comer? Al parecer, no. Ninguno de ellos tomó como su deber ayudar en esta causa, porque “es” la responsabilidad de otro. En este caso, de la fundación.
¿Más ejemplos? Nuestros queridos secundarios.. ¡el futuro de nuestro país! Ellos están indignados por la mala calidad de la educación (que tienen razón). Se van a paro, destruyen su colegio, marchan y gritan que todo es por culpa de la constitución (¿cuantos la habrán leído?), del SISTEMA y por supuesto el diabólico lucro (aquí debería aparecer un BUUUU porque es como nombrar al cuco). Si bien es cierto, la responsabilidad de entregar una educación de calidad es del Gobierno, la responsabilidad de tener buenas notas es de los alumnos. Porque en gran parte de los establecimientos educacionales, la correlación malo-fácil es cierta. Podríamos decir que a pesar que el establecimiento entrega una mala educación, los niños que estudian deberían tener buenas notas, aunque este 7 en el liceo YYY sea un 4 en el Instituto Nacional. En este escenario, entenderíamos que nuestros secundarios estén indignados porque aunque ellos se esfuerzan estudiando, la pésima educación que reciben no les permite avanzar. Siguiendo en la misma línea, debo suponer que los alumnos más indignados son los más rigurosos estudiantes. ¿Será así? ¿Será que el alumno que robó los computadores en su colegio por indignación es el primero de su clase? ¿Será que el estudiante con capucha estudia cada día y hace todas sus tareas? ¿Será que el padre y/o apoderado del niño que rompe el inmobiliario de su establecimiento, llega de su trabajo a revisar las tareas de sus hijos aunque sea tarde? Puede que me equivoque, pero tengo toda impresión de que no.
Como la moda es indignarse, debo expresar mi total indignación con los indignados inconsecuentes (ojo, dije sólo con los incosecuentes). Es decir, con los eco-manifestantes que no reciclan, no llevan sus propias bolsas al ir de compras y se duchan con agua caliente por 20 minutos; Estoy totalmente indignada con los vecinos que apuntan con el dedo y no son capaces de ayudar a un hombre mayor durante una helada noche y estoy profundamente indignada con los estudiantes que se toman sus colegios y no estudian!
Como pueden ver, ya encontré mi causa.
Atentamente,
Una indignada.
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Foto: rodrigodizzlecciko / Licencia CC
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