Desde el psicoanálisis Lacaniano, un síntoma es una palabra atrapada en el cuerpo. Quizás lo que esas células necesitan es un cambio en la narrativa desde la que se sitúan en el mundo.
Una enfermedad autoinmune es un trastorno en que segmentos del sistema inmune atacan al propio cuerpo.
Cuando las células blancas se encuentran haciendo el trabajo que les corresponde, logran cuidar el cuerpo distinguiendo entre agentes patógenos externos y tejidos y organismos del propio cuerpo.
Sin embargo, por razones aún desconocidas para la ciencia, en algunas ocasiones un grupo de células del sistema inmune pierden su capacidad de trabajar normalmente y se vuelcan contra su propio cuerpo atacando todo lo que encuentran a su paso, incapaces de distinguir qué están atacando o si el fervor con que se lanzan en su lucha constituye realmente una ayuda.
Uno de los aspectos que tiene perplejos a los científicos es que el trastorno parece ser gatillado por múltiples causas de distintas índoles: no es posible encontrar una causa particular específica ni una medida que vuelva a ese grupo de células a una actividad normal y benéfica.
Hasta el momento, la única medida que la ciencia ha logrado desarrollar para mantener a raya la errática actuación y daños causados por esas células, es por medio de un tratamiento inmunodepresivo, vale decir, la disminución momentáneamente de la capacidad de acción del sistema inmune, lo que si bien ayuda a neutralizar a las células más desorientadas, deja a todo el cuerpo en un estado de vulnerabilidad aún mayor frente a posibles ataques reales provenientes del exterior. Esto está lejos de ser una solución al problema, pero antes de poder probar otros tratamientos lo prioritario es detener la acción de las células que ya no están ayudando al bienestar del cuerpo.
Quizás, si pudiésemos preguntarles a algunas de esas células con respecto a su apasionado ataque contra su propio cuerpo, nos dirían que simplemente están reaccionando contra lo que perciben como un estado de amenaza constante por parte del cuerpo, y muy posiblemente lo harían desde un relato de heroísmo, de valiente resistencia y ataque contra un sistema que sienten como violento en su contra.
Pero ambas cosas serían falsas.
El cuerpo no está conspirando en contra de esas células, y ciertamente su actuar está lejos de ser heroico y valiente.
Posiblemente el tratamiento inmunodepresivo también sería percibido por ellas como una represión desmedida.
Desde el psicoanálisis Lacaniano, un síntoma es una palabra atrapada en el cuerpo. Quizás lo que esas células necesitan es un cambio en la narrativa desde la que se sitúan en el mundo.
Saber que es innecesario andar por el cuerpo como si estuvieran en un campo de concentración. No lo están. Saber que el sistema no está en su contra. Que son un aporte valiosísimo al cuerpo al que pertenecen cuando trabajan enfocadas en sostener el bienestar propio y el de los demás órganos, enfocando sus capacidades y energías de defensa en contra de ataques reales externos. Saber que encontrarían real satisfacción y alegría enfocando sus energías en cumplir con la responsabilidad que tienen individualmente y como sistema de aportar al sostenimiento y defensa del cuerpo del que son parte.
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