La noticia del joven no vidente que supuestamente se suicidó tras ser detenido y discriminado en una estación del metro la semana pasada, estremeció a gran parte del país, ese mismo país que día tras día se encarga de hacernos más árdua la tarea de sentirnos incluídos «sin peros» en esta sociedad. Sí, yo también tengo una discapacidad,pero auditiva, también sé que cuando cruzo la puerta de mi casa todos los días, me voy a encontrar tarde o temprano con la discriminación y me va a golpear constantemente como ya lo ha hecho a lo largo de mi vida,por eso no puedo hacer caso omiso a esta situación, por eso escribo esto con algo de rabia por la injusticia que miles vivimos a diario, y que luego desaparece por no tener a quién culpar por tanto analfabetismo sobre el asunto.
Me duele profundamente la ignorancia de aquellos que creen que ser diferente es algo malo o una barrera que nos impide hacer algo con lo que soñamos, me duele el egoísmo de aquellos que no se detienen a pensar en el «y si mañana fuera yo» y evitan ponerse en los zapatos del otro, me duele que nos pasen a llevar sin tregua, que muchas manos trabajen una y otra vez por la inclusión y que otras la derrumben. Nuestro país está cambiando y está creciendo, pero la mentalidad a la hora de hablar de discapacidad es vergonzosa. Por eso me parece totalmente inaceptable sentarnos a esperar una pizca de dolor o una muerte para darnos cuenta del sufrimiento ajeno. Siento una tristeza desgarradora al pensar que la voluntad de Felipe fue impulsada por una sociedad que no permitió darle una oportunidad, como ocurre repetidas veces. Así vivimos muchos, así sentimos muchos, como cuando sientes que te atacan y no sabes cómo defenderte, es predecible que de inmediato el miedo haga su inevitable trabajo y se vaya apoderando de uno hasta irnos convirtiendo en el temible humo de la soledad hasta consumirnos.Si hay algo que he aprendido a lo largo de este camino como persona con discapacidad es que quizás gracias a ella la empatía es mi mejor amiga y que el dolor fraterno nos empapa por igual, que hay que permitirse mirar el mundo con amor y sin rencores, sin olvidar lo más importante: aprender a escuchar o mirar con el corazón porque es el único que no engaña.
Si hay algo que he aprendido a lo largo de este camino como persona con discapacidad es que quizás gracias a ella la empatía es mi mejor amiga y que el dolor fraterno nos empapa por igual, que hay que permitirse mirar el mundo con amor y sin rencores, sin olvidar lo más importante: aprender a escuchar o mirar con el corazón porque es el único que no engaña. Simplemente nos queda vivir de acuerdo a nuestras convicciones porque es una de las grandes oportunidades que tenemos para ser libres, sin que impere la culpa o el qué dirán.
Te invito a que tú como persona, hijo, amigo, hermano, nos ayudes a soltar el peso del miedo que muchas veces en forma errónea vamos construyendo por miedo al rechazo. No es un gran trabajo darse cuenta de que la diversidad es bonita y que cada uno brilla a su manera y al compás que mejor le acomode.
Comentarios
17 de marzo
Consulta: Es lamentable lo que pasó pero por qué se dice que Felipe habría sido víctima de discriminación?? Acaso a un vidente lo dejan cantar en el metro y se lo impiden a un no vidente??
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