Desigualdad; palabra extensa e intensa. Por ahí dicen que “La Educación es la base de la igualdad”, sin embargo, también es la base de la desigualdad. Francia propone en su lema republicano: “Libertad, Igualdad y Fraternidad”, pero ese es el lema de Francia. En Chile ¿Cuánto de libertad concede la Igualdad y cuánto de Igualdad provoca la Educación?
La Igualdad no tiene que ver con que nuestras caras o ideas sean iguales, tiene que ver con pertenecer a la norma cuando de derechos se habla. En temas habitacionales, por ejemplo, la “Vivienda Social” ha encontrado el peor de los nichos conceptuales, pues ha logrado crear una estigmatización y levantado polémicas respecto a su nombre, porque es una vivienda para “pobres”, concebida por algunos como la mejor de las soluciones, mientras que para sus usuarios se traducirá en un inmueble desechable, porque la materialidad no es la mejor, porque sus dimensiones inevitablemente incomodan y la casa se amplía y se pierde el patio, entonces en el jardín ahora se tenderá ropa, guardará el auto –si lo hay- y si queda espacio podrán jugar los niños y las niñas.
En ese ejercicio no hay Igualdad, a menos que queramos que “los pobres sean iguales”, pues sería una idea poco coherente con las intenciones de desarrollo que quiere alcanzar este país, pero que el Estado la practica y porque no existen instancias realmente cercanas entre el Estado y las personas que vivirán en sus viviendas. El prefijo “Des”, de Desigualdad, significa “Privación”, entendemos entonces, que existe una privación de la Igualdad y porque seguramente los servicios que circundan a los proyectos habitacionales que entrega el Estado no son los mejores, mientras que en barrios con más recursos sí los hay; hay mejores bibliotecas, hay mejores colegios, hay más áreas verdes. Y entra nuevamente la educación a la problemática, pues vivimos en un sistema donde ingresar a la universidad es más valorado (social y económicamente) que ejercer un oficio que no necesitó estudios formales y ¿qué sucede con ello?
El haber estudiado en establecimientos educacionales malos probablemente incida en el rendimiento de la PSU, probablemente tenga menos chance de ingresar a la universidad y todo este problema se transforme en una bola gigante de injusticias eternas que expone a un Chile con dos caras: una cara bonita, con gente “exitosa” que salió de la universidad, que consiguió un trabajo y con esa plata pudo comprarse su auto y su casa, mientras que la cara fea –que poco se muestra- deja al descubierto historias de esfuerzo, pero de ese esfuerzo que duele, donde el no quedar en la universidad significa trabajar en lo que sea, significa combatir con dos millones de prejuicios; respecto al colegio del que saliste, la comuna donde vives e incluso, aún, año 2016, el apellido que tienes.
No es fácil ser igual, pero eso hay que decírselo al Estado, a ese Estado que desde su sitial nos mira verticalmente y se pregunta: “¿Qué quieren los pobres? Yo sé lo que quieren los pobres” y lo hace, sin saber con certeza el nombre de la persona, su historia y sus necesidades.
No es fácil ser igual, pero eso hay que decírselo al Estado, a ese Estado que desde su sitial nos mira verticalmente y se pregunta: “¿Qué quieren los pobres? Yo sé lo que quieren los pobres” y lo hace, sin saber con certeza el nombre de la persona, su historia y sus necesidades.
Alejandro Aravena, arquitecto, recientemente galardonado con el Premio Pritzker, propone tres cosas: la primera es escuchar al usuario, la segunda es emplazar al proyecto cercano a servicios y la tercera es entregarle la oportunidad de personalizar su vivienda. Son solo tres pasos, traducidos claramente en un sistema de trabajo, en un método de diseño y un resultado cuyo proceso no se entiende sin las personas que habitarán su proyecto. Ahí hay Igualdad, cuando estamos seguros de que a José le subirá la plusvalía de su casa y podrá venderla en el doble o más del monto en que la adquirió o simplemente decida vivir ahí por siempre, porque no tiene miedo de decir que vive en una Vivienda Social, pues hay tanto cariño en el proceso con que fue construida y hay tanto de él en el diseño, que no existe vergüenza ni preocupación. Por eso Don Estado ¿Quiere usted que seamos todos iguales?
Los contenidos publicados en elquintopoder.cl son de exclusiva responsabilidad de sus respectivos autores.
Te invitamos a conocer nuestras Reglas de Comunidad
clado
Creo que esta es una buena muestra de lo que sucede en nuestro tiempo: no parece haber historia.
Para Don Sebastián -y para muchos, lamentablemente-, las soluciones se encuentran en el estado en que están las cosas y no es necesario indagar “sus causas”: es en “las consecuencias” donde habita el postmodernismo contemporáneo.
Es en este espacio-tiempo donde «las soluciones» a los problemas históricos que tenemos como sociedad No se encuentran.
El mantener la atención sobre las consecuencias e invertir ahí todos los esfuerzos y recursos para tratar de “llegar a ser un país desarrollado”, ya se está entendiendo como una martingala para encubrir la posibilidad de construir soluciones factibles para el drama de muchas personas: en este sentido, la “solución” arquitectónica referida está en el mundo de las consecuencias.
Cuando se usa “la educación es la base de la igualdad” se hace evidente dónde trabaja la solucionática social actual, orientada centralmente desde la política y la legislatura: cada vez es más claro que esto NO es cuestión de derechas o izquierdas: está por encima de ellas.
Las nuevas soluciones demandan sí o sí el manejo de la temporalidad de lo esencial desplazado a las consecuencias y de esto respaldarse la legislatura para no seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos.
Si la legislatura está para hacer cosas concretas en el menor tiempo posible, como dijo un diputado hace poco, con mayor razón necesita más rigor del que se está usando.
meriadox
Considero que el tema de la vivienda y su distribución espacial tiende a ser un buen reflejo de la sociedad, no solo de su estado actual, sino que también de su evolución en el tiempo. Como un registro arqueológico, podemos ver por ejemplo un pasado más feliz de viviendas sociales: la Villa Los Presidentes en Ñuñoa es un buen ejemplo.
Lo que nos muestra este reflejo es una desigualdad más profunda de nuestra sociedad y que probablemente no hará sino profundizarse. Tal vez hoy alcance para media vivienda, pero en el futuro será 1/4 o solo los terrenos con las instalaciones sanitarias y eléctricas… Así será si continuamos por nuestra senda actual de desarrollo económico… Yo no veo muchas posibilidades de cambio…
Servallas
Si bien es reconocible y valioso el esfuerzo de Aravena, su resultado, su «vivienda social» no deja de ser más de lo mismo, una unidad repetitiva, cacofónica, muy identificable con la idea » aquí vive un pobre», quizás no se requiera tanto esfuerzo postulando ampliaciones futuras de mala estopa, si no que el camino sea recuperar caminos perdidos, viviendas más grandes, cómodas, no tan repetitivas en diseño y de mejor calidad, para ello la receta incluye comprometer mayores recursos, voluntad, aportes aunque sean mínimos del interesado y no regalos, quizás sea hora de volver a revisar las ideas de Fernando Castillo Velasco.