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La otra juventud o el baile de los que sobran

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“había tanto sol / sobre las cabezas / y no fue tan verdad / porque esos juegos / al final / terminaron para otros / con laureles y futuro /y dejaron a mis amigos / pateando piedras” (Los Prisioneros).

De acuerdo a datos oficiales de la OIT, existe en Chile un 26% de población entre 19 y 30 años, conocidos comos los “jóvenes NI-NI”: Ni estudian Ni trabajan, constituyendo un flujo de exclusión que es heredado y transmitido por generaciones.

Los jóvenes trabajadores, relacionados con el mercado laboral no profesional, acceden a los trabajos más pesados desde un punto de vista físico o psicológico, y con las peores condiciones de remuneración. De acuerdo a estudios de La Fundación Sol, un 75% de los jóvenes entre 15 y 24 años tienen ingresos menores a 230 mil pesos. El subempleo (empleos endebles que son los primeros en “evaporarse” en caso de crisis) representa a un 50% de los trabajadores jóvenes part time. Esto agravado por la cesantía juvenil, que de acuerdo a reportes emanados por la CEPAL y OIT para el año 2012, alcanza en Chile un 16,3%, más de tres veces la tasa del grupo mayor a 25 años (4,9%).

De estos jóvenes y de esta juventud poco conocemos y re-conocemos. Menos de la posibilidad de representarlos y situarlos como sujetos.

El vigoroso movimiento estudiantil y la demanda por una educación gratuita y de calidad, ha tenido un feliz éxito, en términos de agenda pública, no solo referido al mundo de la educación, sino también como sujetos sociales y agentes políticos. Sin embargo, el tema juvenil, no comienza ni termina en el mundo estudiantil, ni en las diversas inquietudes de las juventudes políticas de todo el espectro nacional.

Existen también, al menos, estas otras “juventudes”, por mencionar algunas, con otras identidades, cultura, realidades y preocupaciones. Juventudes que no están invitados al baile de los que los son más protagonistas, y son invisibles ante los ojos del mundo público: Los/as jóvenes y la juventud de los sectores populares.

Es en estos jóvenes donde la discriminación social opera con mayor ímpetu. Están fuera de todo tipo de mercado y escenario económico, político, cultural. Es decir, fuera de su representación social, y excluidos además de todo espacio de participación, siendo muchas veces estigmatizados por pertenecer a grupos vulnerables de la población.

La desigualdad de ingresos está íntimamente vinculada a desigualdades en el ejercicio de derechos y en el acceso igualitario de grupos históricamente marginados del desarrollo. Esta desigualdad de oportunidades se traduce también en obstáculos a las opciones de vida de los y las jóvenes de los hogares con menores ingresos, concentrados geográficamente a su vez en la periferia de los grandes centros urbanos y en algunas zonas rurales con alta concentración de población indígena. Desde un enfoque de género, las desigualdades que afectan negativamente a mujeres jóvenes interactúan y potencian la trama de desigualdades socioeconómicas que afecta a la población juvenil en el país. Para ellos las acciones del sistema no varían de la eterna dualidad; mercado cruel y represión.

Un gran desafío, para grupos juveniles de izquierda y progresistas, es visibilizar y representar de manera preferente a los jóvenes de los sectores populares excluidos de nuestro país, levantar su representación y subjetividades.

Un gran desafío, para grupos juveniles de izquierda y progresistas, es visibilizar y representar de manera preferente a los jóvenes de los sectores populares excluidos de nuestro país, levantar su representación y subjetividades. Y reconocer a estos jóvenes,  en nuestro discurso y demandas. Pero no como quien describe un paisaje o una realidad de la naturaleza, sino  reconocerlo como sujetos, productos y representantes de una cultura claramente identificable, con  sueños, dolores y también esperanzas, muchas de las cuales son también esperanzas nuestras, para sacudirse de ese espeso manto de quien piensa que la realidad es esa y no hay más.

No podemos olvidar esta parte de la realidad juvenil, en especial todos aquellos que aspiran a representar el mundo juvenil. Nuestra opción preferencial, como pertenecientes a fuerzas progresistas debe estar enfocada a aquella juventud más vulnerable y popular, no solo para representarla, sino también para aprender de sus sueños y capacidades.

«La juventud debe entender su obligación de ser joven. Y si es estudiante, darse cuenta que hay otros jóvenes que, como él, tienen los mismos años, pero que no son estudiantes. Y si es universitario, con mayor razón mirar al joven campesino o al joven obrero, y tener un lenguaje de  juventud, no un lenguaje sólo de estudiante universitario, para universitarios” (Salvador Allende).

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Foto: Mangosta 77 / Licencia CC

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1 Comentario

jose-luis-silva

jose-luis-silva

Interesante artículo. Desgraciadamente el mundo autodenominado «progresista» se dedica a temas educación o reformas a la institucionalidad, asuntos bastante alejados de grupos marginados y es batante discutible que tanto se los ayudará a ellos al definir esas cosas de una u otra forma.

La gente de izquerda deberia tener un comportamiento solidario en lugar de hablar.

Saludos