Estamos a vísperas de Navidad en Chile. Una fecha que hacemos balances. El Emmanuel es uno de los personajes densos por su mensaje de esperanza, dignidad y amor. Hoy pregúntese ¿el mensaje que impartió es coherente con sus enseñanzas y los tiempos actuales?
Hoy, se resume en un vocablo: consumismo. Es cuestión de ver los distintos malls, donde existe una fiebre por adquirir la última novedad
Jesucristo nació el 25 de diciembre del año 0. Pero, no hay claridad histórica. Se produjo, de acuerdo a una tradición pagana que era la Fiesta del Sol Invicto, celebrada en invierno. Fecha para los romanos significativa, porque era necesario celebrar, delimitar el tiempo de las cosechas y de las siembras para futuro, aunando consensos con los cristianos. El teólogo y Papa Emérito Benedicto XVI: “lo más decisivo fue la relación existente entre la creación y la cruz, entre la creación y la concepción de Cristo”.
No obstante, queda por analizar su rol como sujeto histórico. No es un ser cualquiera; más bien es una divinidad redentora que es conmemorada y celebrada con alegría por todos los seres humanos que creen en la significancia de su mensaje y de su esencia trascendente e inmaterial. Es decir, es alguien con carácter humano, pero es divino para todo creyente. San Agustín argumentaba que, “el verdadero orden de la historia no es otra cosa que el plan divino para la redención del mundo, preestablecido desde la Creación hasta el Juicio Final”
Si vemos el lado científico e histórico, existen personajes que determinan el transcurrir. Son las condiciones históricas las que le dan el carácter a la sociedad y su cultura. Émile Durkheim dijo que la Religión es el “reflejo de la sociedad”. El historiador francés Marc Bloch, “no es de un hombre, sino de los hombres en el tiempo” Por lo que Jesucristo es reflejado y lo interpreta a usted por su Fe.
Como expliqué, Jesucristo a lo largo de dos milenios se ha manifestado como una figura central y es respetada por su logos (verbo). Al respecto, el ayer es distinto al hoy.
La historiadora de la PUC, Olaya Sanfuentes, señala que “las Navidades Pasadas en Chile no contaban con árboles de Navidad con el Viejo Pascuero ni personas que acudían con prisa a comprar regalos. En el siglo XIX no existía una sociedad desordenada ni gente loca peleándose por un regalo o por la cena navideña. Se celebraba con cantos litúrgicos en la Feria de Abastos con ricos y pobres, se regalaban frutas de la estación, acompañado de comidas y bebidas. Con desórdenes, pero lejos del hoy”.
Si nos adentramos en el siglo XX es distinto: árboles de navidad de pino, juguetes de regalo, cenas navideñas, niños pidiendo regalos como muñecas y trenes de vapor, etc. Aun así, eran fiestas muy austeras con historietas como el Mampato, una pelota de fútbol o tambor de hojalata durables.
Hoy, se resume en un vocablo: consumismo. Es cuestión de ver los distintos malls, donde existe una fiebre por adquirir la última novedad como el Iphone 6 plus, presumirlo como Quico y publicarlo en redes sociales.
El sociólogo chileno Tomás Moulian en el libro El consumo me consume, señala que, “consumir es una operación cotidiana e imprescindible que está ligada a la reproducción material pero también espiritual (cognitiva, emocional y sensorial) de los individuos. Es un acto ordinario ligado al desarrollo vital y es el objetivo de ese intercambio incesante de los hombres con la naturaleza que llamamos trabajo”. Sin embargo, cuando este proceso altera las condiciones normales de todo ser humano, conlleva a un problema. Es lo que llamaba Karl Marx “alienación”.
Consumir conduce a los malls. Insegura es una plaza u otros espacios públicos. Pero para acceder a ellos, usted debe tener trabajo, una tarjeta de crédito y poseer un medio de transporte para llegar a él como un automóvil, pero último modelo. Si no lo tiene, usted sabrá.
En la práctica, alguien de clase media para adquirir lo necesario se ve obligada a lo anterior. Si no, tiene que incursionar en trabajos poco seguros e inestables y endeuda. Si fracasa y no lo logra vienen las miserias: lo llaman, le demanda tanto su pareja y su familia, y lo peor, puede morir o enfermarse de una enfermedad orgánica o mental.
La pregunta es ¿por qué en estas fechas usted tiene que entrar a esta espiral de consumo si el mensaje de Cristo apelaba a lo contrario? ¿En el poseer está la felicidad y si tiene dinero de sobra, por qué no hace felices a los demás, pero no con caridad; sino con políticas que corrijan los abusos?
En la novela de Charles Dickens “Novela de Navidad” hay un familia pobre; a diferencia del avaro y cruel Scrooge con su prójimo.
El verbo de Jesús trata que sea feliz en la sociedad. Sea un buen samaritano con las familias que lo pasan mal y combata los demonios de la desigualdad y el hiperconsumismo. Le aseguro que será dichoso ayudando desinteresadamente a los demás; en vez del afán de ostentar ante otros que sufren. Realmente se sanará.
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