A través de una entrevista, el ex ministro de hacienda del innombrable, Hernán Büchi, en su tiempo rompedor de los protocolos imperantes por su corte de pelo, vestimenta y actividades, da a conocer su voluntad de fijar residencia en el país de sus ancestros, Suiza.
Basa su decisión en la incerteza jurídica en la que se encontraría el país, sustentando su decisión en que “a partir de los cambios plebiscitados en 1989, la constitución ha sido modificada treinta y tres veces”, y que no obstante ello se insiste en una nueva constitución.
Omite, ignora, pasa por alto, olvida que la Constitución tiene un origen espúreo, dado que fue plebiscitado en 1980, en plena dictadura, sin registros electorales y sin que la oposición pudiese expresarse libremente. Tan solo Frei Montalva, en un histórico discurso en el mítico teatro Caupolicán, pudo expresar públicamente su rechazo ante el ominoso silencio de los poderosos medios de comunicación que solo atinaban a rendir loas al gobierno.
Omite, ignora, olvida que las modificaciones a las que alude han sido las que la Concertación ha logrado sacar adelante con fórceps, solo una vez que la derecha ha dado su “visto bueno”. Y este visto bueno solo lo ha dado en base a sus propios intereses. Basta recordar a los famosos senadores designados, figura única que la derecha se allanó a eliminar solo cuando ya no quedaban personajes de su sector. Es hora que tengamos una Constitución que emerja de la voluntad ciudadana y que no sea cuestionada permanentemente.
La decisión de Büchi surge tan solo después que su nombre figurara dentro de los “Panamá papers” como uno de los personajes que habrían efectuado inversiones en paraísos fiscales. Este solo hecho resta toda verosimilitud a su expresión “por esto me duele Chile”, haciendo inevitable que se piense más bien que le duelen los bolsillos. Para más remate su nuevo país de residencia, Suiza, le permite resguardarse frente a un eventual proceso de extradición al que pueda verse involucrado.
Así como hoy a él le duele Chile, a mí me duele que hoy esté preocupado de eventuales incertezas jurídicas que afectan a propiedades o fortunas, bien o mal habidas, y que no haya sentido dolor en tiempos de incertezas jurídicas que afectaron a personas, que hoy ya no están con nosotros porque fueron desaparecidas, exiliadas, secuestradas, torturadas o asesinadas.
En mis tiempos mozos fui compañero de él en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Lo recuerdo como un alumno capaz de obtener altas calificaciones sin mayor esfuerzo, con su clásica melena, despreocupado. Entonces nadie imaginó que años más tarde, bajo una dictadura, asumiría la responsabilidad de las finanzas a nivel nacional.
Nunca imaginé que haría la vista gorda a la incertezas jurídicas imperantes en esos tiempos, cuando hacían desaparecer a las personas por pensar distinto. Así como hoy a él le duele Chile, a mí me duele que hoy esté preocupado de eventuales incertezas jurídicas que afectan a propiedades o fortunas, bien o mal habidas, y que no haya sentido dolor en tiempos de incertezas jurídicas que afectaron a personas, que hoy ya no están con nosotros ya sea porque fueron desaparecidas, exiliadas, secuestradas, torturadas o asesinadas.
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