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Hacia un nuevo orden mundial: en búsqueda de la fórmula del siglo XXI

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La crisis, el caos, el derrumbamiento de lo que conocemos como rutina muchas veces nos llevan como seres humanos a puntos de inflexión en nuestra historia personal que permite observarnos de frente con una mirada al pasado que busca soltarlo y de un esperanzador desconocimiento a lo futuro. Esta sensación que todos y todas hemos experimentado en algún momento de nuestras vidas y que parece tan personal, es una sensación que como humanidad nos toca vivir hoy colectivamente. El mundo, tal y como lo conocíamos se ha movido y es un hecho que lo que viene es distinto. Hoy, ya se reconoce que los efectos de la pandemia ha adelantado en 15 años el desarrollo tecnológico y eso está teniendo un efecto en la vida a la que nos enfrentamos.

[texto_destacado]Y esa nueva vida a la que nos enfrentamos tiene un componente global determinante y que ha quedado de manifiesto en la forma en que se ha abordado la pandemia: este es un problema mundial, y solo unidos y unidas como comunidad internacional saldremos de ella. A mi juicio, estamos frente a una nueva etapa de la globalización, quizá la 5.0 que ha comenzado de manera intempestiva y que ha terminado con su antecesora de manera traumática, pues los “reyes desnudos,” como bien lo refleja la fábula, han quedado al descubierto.

Hoy en primera fila, en HD y 4K formamos parte del elenco donde el nuevo orden mundial se comienza forjar frente a nuestros ojos, pasando de ser meros lectores de atrocidades y cambios políticos pasados, a protagonistas activos vivenciando sus consecuencias. Hoy, en un mundo donde la apertura de los mercados y el estándar de la calidad de vida de un parte importante del globo es mejor que nunca en la historia de la humanidad, convivimos con la paradoja de su reflejo justamente opuesto, y vemos entonces como esos “reyes desnudos” han sido advertidos de estarlo. Uno de esos reyes ha sido el modelo económico neoliberal que forzosamente, ha quedado en evidencia como el mayor oponente de la democracia, a quién utiliza para disfrazarse de legitimidad. Es cierto, ningún país estaba preparado para enfrentar una pandemia de las características del COVID-19, pero las respuestas  que hemos visto en uno u otro caso evidencian modelos más exitosos y humanos que otros. Y es que no resulta baladí que gobernantes hombres, con discursos populistas y que llegaron a sus puestos a punta de noticias falsas, popularmente conocidas como “fake news,” sean los que han demostrado el peor manejo en la crisis que ha derivado de la pandemia, desconociendo el saber científico y, desde su posición de poder, han expuesto a sus propios connacionales.

Es desde estas nuevas amenazas, que han sobrepasado cualquier serie de ficción, que debe pensarse una nueva fase de la globalización. La principal organización internacional surgida después de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas, ha hecho un llamado desesperado a la comunidad internacional para afrontar la crisis del COVID-19 de manera conjunta frente al comportamiento de diversos gobiernos alrededor del globo que no han dado el ancho contra su combate y contención.  Y es que frente a la nueva era global que se erige, los desafíos son tan inmensos como las dudas de lo que vendrá. La ONU es fruto del término de la Segunda Guerra pero también del fracaso de su antecesora, la Liga de las Naciones, y ese fantasma sólo puede extinguirse con un multilateralismo reforzado, con un concepto de soberanía moderno y con una cooperación internacional robustecida que se erijan como pilares fundamentales que permitirán no solo salir de la crisis, sino que también proyectar el nuevo mundo en el que aspiramos a una convivencia sana y tolerante, pero con amenazas llegaron para quedarse al alero de la polarización política y las ansias de ciertos países de posicionarse como potencias mundiales a cualquier costo.

En la nueva construcción del orden mundial, es fundamental que la ONU, donde se reúnen los países del mundo, apueste por un cambio estructural que refleje esta nueva cofradía. Resulta del todo necesario que se revise urgentemente la conformación del Consejo de Seguridad, reestructurando la figura de sus miembros permanentes que actualmente no es sino el reflejo de la repartición del mundo y los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Es imperativo que las regiones del mundo tengan asegurado un puesto en el grupo de los miembros permanentes y que se revise la figura del  veto.

Hoy en primera fila, en HD y 4K formamos parte del elenco donde el nuevo orden mundial se comienza forjar frente a nuestros ojos, pasando de ser meros lectores de atrocidades y cambios políticos pasados, a protagonistas activos

Hoy, saltamos de alegría cuando en Inglaterra o Estados Unidos se acercan a la vacuna contra el coronavirus, asumiendo que seremos beneficiarios y beneficiarias de dicho éxito sin siquiera cuestionarlo; o nos indignamos cuando un país rico acapara medicamentos, insumos médicos o una futura vacuna, y esto sucede porque hemos interiorizado que formamos parte de una comunidad internacional y que la tan anhelada paz y estabilidad depende del trabajo conjunto.

Las crisis a las que se enfrenta la nueva era de la globalización exige líderes y lideresas que no mientan a sus votantes ni para llegar ni para mantenerse en el poder; exige también que el ego de quienes toman las decisiones que gobiernan nuestros destinos no nuble el juicio del saber  y que por el afán de figurar desatiendan las respuestas que exige un mundo complejo. A su turno, exige de quienes elegimos, la difícil tarea de fiscalizar, cuestionar y prepararnos para un debate en democracia, que no priva la crítica pero nos desafía a cultivar la tolerancia y la convivencia con el que piensa distinto. El cambio climático y sus consecuencias, las futuras crisis de refugiados y refugiadas, la recesión que se avecina, la agobiante desigualdad de género, la merma de los sistemas democráticos y el auge de los populismos exigen respuestas mundiales a la altura.

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Karina Uribe Peña

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J.A.

J.A.

Estimada, en mi caso no soy tan optimista, no me gusta la globalización, prefiero lo local, y quizás lo regional (Latinoamérica) , hay muchos problemas detectados como la pérdida de identidad, pero me parece que el problema de fondo es el poder, un gobierno mundial acumulará mucho, mucho poder, además nunca sabremos qué, o quién nos gobierna, pero lo más grave que veo del futuro es la vigilancia, con mecanismos cada vez más sofisticados seremos presa fácil de un estado hegemónico que evolucionará hacia la brutalidad , esto se puede evidenciar hoy, y ha sido así en la historia de la humanidad, no tenemos ni somos un humano nuevo.

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