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Gramsci y el fascismo

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Para enmarcar el fenómeno fascista en la historia de Italia, Gramsci parte la unidad italiana – pasando por la problemática del Resurgimiento y las luchas obreras de los años veinte – hasta llegar a la crisis del Estado liberal, destacándola como la variante italiana de un fenómeno más vasto que se presenta a escala internacional como respuesta reaccionaria a la Revolución de Octubre y la influencia del movimiento bolchevique, en la etapa del paso del capitalismo a su fase imperialista. Pero al mismo tiempo Gramsci es un político, el inspirador y jefe del naciente Partido Comunista de Italia, por lo que su elaboración está impregnada a cada momento de la urgencia de la lucha, de la organización, de las alianzas que debe construir el proletariado para convertirse en clase hegemónica de la sociedad.

Gramsci realizó desde el punto de vista metodológico un análisis diferenciado según las formas concretas que adoptó el fascismo en Italia. A partir de ello, no concibió el fascismo como un fenómeno aislado, como una realidad autónoma, sino que intentó desentrañar sus raíces, su origen en la lucha de clases en los tres planos en que ésta se manifiesta: político, considerando el problema militar, económico e ideológico, en estrecho vínculo con la historia de Italia y con el conjunto de la situación internacional.

Sostiene que el fascismo no puede analizarse ni evaluarse en Italia sin enmarcarlo en la historia del pueblo italiano, en la estructura económica y política de clases, y sin considerar el punto de vista leninista que señala:”Tanto en política internacional como en política nacional, el imperialismo tiende a violar la democracia, tiende a la reacción. En este sentido, es indiscutible que el imperialismo es la negación de la democracia en general, de toda la democracia”. Por todo ello, Gramsci sostiene que el fascismo no es un fenómeno puramente italiano sino que su surgimiento corresponde a un estadio de desarrollo del capitalismo en que éste necesita recurrir a la explotación exacerbada en el plano económico, lo cual se deriva en lo político en una mayor agresividad contra las masas explotadas, todo lo cual tiene repercusiones en la esfera institucional.


El hecho característico del fascismo consiste en haber logrado constituir una organización de masas de la pequeña burguesía

Pero veamos los elementos nacionales de los que parte Gramsci en su intento por individualizar el fascismo. Para determinar qué lugar ocupaba Italia en la cadena imperialista, debe partirse del hecho de que el proceso de industrialización fue allí particularmente tardío, iniciándose sólo alrededor de 1880. Aun cuando se desarrolló con velocidad y entró rápidamente en la cadena imperialista, se mantuvo una gran contradicción, que en especial se refleja en el fuerte impulso del capital industrial financiero en el norte del país y la existencia del predominio del sistema feudal, en el sur, que por momentos llevó a niveles superlativos las contradicciones entre la gran propiedad territorial – los terratenientes, y el gran capital, la alta burguesía -, lo que retrasó el ritmo de la acumulación originaria del capital, y en la práctica mantuvo la división de Italia.

Por lo tanto, las causas de la crisis del Estado italiano, que se profundizaron con la guerra, se remontan al carácter e intensidad que alcanzó el proceso de la revolución democrático burguesa en Italia. Esta se caracterizaba por la existencia de una burguesía débil en los inicios, que debió pagar su supremacía en precio de no apoyarse en las transformaciones campesinas – a diferencia del movimiento jacobino, en Francia – y renunciar a la realización de la reforma agraria, dejando así intacto el poder de los terratenientes del sur.

Ya en 1920, Gramsci señalaba que después de la guerra y sus graves consecuencias la burguesía no logró seguir gobernando el país ni en su actividad económica (industrial y agrícola); ni en su actividad política, a través del establecimiento de una relación que, en un Estado legalmente constituido, debería interceder entre las clases, entre sectores , los grupos y los individuos, señalando que “la seguridad personal, la libertad personal, la libertad de reunión y de prensa han llegado a ser otros tantos recuerdos del hermoso tiempo pasado”. Así como tampoco logró ejercer algún poder en la actividad internacional. En el análisis de Gramsci pesa el hecho de considerar el fascismo como continuación y transformación de la política tradicional de las clases dirigentes en su lucha contra el proletariado.

Gramsci percibió que la alta burguesía, en medio de la crisis, haría esfuerzos para conservar su dominio, aun en el contexto de sus contradicciones internas y externas, utilizando a la mediana y pequeña burguesía, o aplastándola incluso, si era necesario. Pero señalaba al mismo tiempo que era inevitable una reorganización reaccionaria del poder sobre las bases nuevas y con inaudita violencia, en el caso de que el proletariado no lograra cumplir su imperativo histórico de conquistar el poder, reorganizar el Estado y la producción.

Adelantándose al posterior análisis de la Internacional Comunista, ya en 1920, previó el contenido de clase y las formas de la dictadura fascista, señalando:” En Italia, la fase actual de la lucha de clases es la fase que precede, o bien a la conquista para pasar a nuevos modos de producción y de distribución que permitan el resurgimiento de la productividad, o por el contrario a una tremenda reacción por parte de la clase burguesa y de la casta gobernante. No se ahorrará ningún tipo de violencia para sojuzgar al proletariado industrial y agrícola, obligándolo a desempeñar un trabajo servil; se tratará de despedazar a los organismos de resistencia económica en los engranajes del Estado”.

Para Gramsci, el fascismo no constituía un fenómeno ineluctable, por el contrario. Un año después de la instauración del fascismo, en 1923, escribía: “Es necesario hacer una autocrítica despiadada de nuestra debilidad; es preciso comenzar preguntándose por qué hemos perdido, qué éramos, qué queríamos, adónde queríamos llegar …Por qué los partidos obreros italianos han sido débiles desde el punto de vista revolucionario. Por qué han fallado cuando debían pasar de las palabras a la acción. No conocían el terreno en que debían dar la batalla”. Esta autocrítica es, en primer lugar, una crítica al Partido Socialista, pero también al naciente Partido Comunista.

Desde la cárcel, en los años treinta, Gramsci combatió el triunfalismo de quienes, en el PCI y la Internacional, consideraban el fascismo como un fenómeno pasajero, y estimaban inevitable la caída de la dictadura. “La miseria y el hambre pueden provocar revueltas, movilizaciones que incluso lleguen a quebrar el equilibrio establecido, pero se necesitan muchas otras condiciones para destruir el sistema…”. Este realismo le permitió concluir que uno de los factores determinantes para el acceso del fascismo al poder fueron los errores políticos e ideológicos cometidos por los partidos de izquierda de la clase obrera, y en primer lugar del PCI.

En el plano del análisis teórico, Gramsci se pregunta por dónde comenzar después de esta derrota, y qué hacer para superarla, respondiéndose que es necesario profundizar en el conocimiento del marxismo y de su aplicación a la nueva realidad italiana, creando el instrumental para interpretar la revolución en los países capitalistas desarrollados. La investigación acerca de la naturaleza del fascismo, de sus formas peculiares, de sus vínculos con las masas, y sobre todo la perspectivas del movimiento antifascista, constituye el laboratorio del instrumentar gramsciano.

Como se ha señalado, al comienzo Gramsci buscó el desarrollo de un análisis diferenciado del fenómeno fascista y sus peculiaridades utilizando el enfoque teórico que ha sido descrito en sus principales categorías. Con criterio historicista, buscó desentrañar este fenómeno y las categorías presentes en el que pueden servir de nexo interpretativo.

Siguiendo sus principales escritos acerca del fascismo, publicados con la introducción de Santarelli y el esquema de F. De Felice y Buci-Glucksmann, es posible distinguir los conceptos y categorías que utiliza Gramsci para analizar el fenómeno fascista.

a) Sobre el cesarismo. En la primera fase del fascismo, Gramsci recurrió a la definición de cesarismo, equiparándolo al concepto de bonapartismo utilizando por Marx en El 18 Brumario, pues le permitía desentrañar las características de los aspectos burocráticos, civil y militar y el de los estratos sociales representados por la pequeña y mediana burguesía rural que sirvió de base de masas al fascismo, y lugar de procedencia de la burocracia. Este análisis lo utilizó antes de 1929, por lo que antecede a los Cuadernos de la Cárcel. Fue el propio Gramsci quien, en Notas sobre Maquiavelo, estableció los límites de su análisis, señalando:” Por lo demás, el cesarismo es una fórmula polémica ideológica y no una fórmula de interpretación histórica”.

En este mismo texto afirma: «Pero el cesarismo, expresando siempre la solución arbitral encomendada a una gran personalidad, en una situación histórico política caracterizada por un equilibrio de fuerzas con catastrófica perspectiva, no siempre tiene el mismo significado histórico”. Señalando asimismo: “Puede decirse que el cesarismo expresa una situación en la cual las fuerzas en pugna se equilibran de manera catastrófica, es decir, se equilibran de tal modo que la continuación de la lucha sólo puede concluirse con la destrucción recíproca”.

Utilizando el concepto “cesarismo”, Gramsci señala claramente la relación dialéctica entre la restauración y revolución, y en relación con el tipo de Estado distingue: “… un cesarismo progresista (que se produce) cuando su intervención ayuda al triunfo de las fuerzas progresistas…”, que posee un carácter cuantitativo – cualitativo, y define “la fase histórica del paso de un tipo de Estado a otro “, y por lo tanto hace época, y un “cesarismo regresivo (en que ) su intervención ayuda al triunfo de las fuerzas regresivas” , que es sólo cuantitativo, no produciéndose en este caso el cambio del Estado sino una simple evolución interna en el mismo tipo de Estado. En este mismo sentido, señala que “en la última instancia, el significado exacto de ambas formas de cesarismo se puede conocer a partir de la historia concreta y no de un esquema sociológico”.

El fascismo es, entonces, una forma de cesarismo moderno regresivo, que no hace época. Este concepto, aplicado al fascismo, permite a Gramsci identificar los grados de fascistización del proceso, que van desde la marcha en 1922 sobre Roma, pasando por la supresión de la libertad de prensa, en 1925, hasta la disolución de los partidos y organizaciones democráticos, en 1926.

En primera instancia, Gramsci concluye que el fascismo aparece sólo en una sociedad donde el socialismo es una perspectiva pero aún carece de fuerza como para hacerse realidad. Como lo señala Gerratana: “El fascismo puede ser de larga duración, puede utilizar todas las posibilidades del sistema para consolidar su propia organización, aprovechar la debilidad de las fuerzas antagónicas. Pero aún cuando no es un fenómeno transitorio, es claramente un fenómeno que no hace época. El cesarismo se funde en la burocracia, en el aparato policial, en todas las fuerzas organizadas del Estado y de entidades privadas para tutelar el dominio político y económico de las clases dirigentes”. El cesarismo moderno se puede afirmar a través de un golpe de Estado, aun cuando no sea una característica suya, o simplemente, es el resultado de un proceso reaccionario paulatino del sistema capitalista en su fase imperialista.

Como señala Buci-Glucksmann: “El concepto de cesarismo abarca, entonces, todo el análisis de la extensión del Estado, el papel de la crisis estructural del modo capitalista de producción después de la guerra, la crisis orgánica del aparato hegemónico que incorpora la relación entre representantes y representados, el modo de organización de la hegemonía burguesa, el divorcio entre el país real y el país legal. Es decir, el fascismo como típico caso del cesarismo”.

Uno de los aspectos más importantes que vincula la concepción del fascismo como cesarismo con la definición posterior, típica del análisis de los Cuadernos de la cárcel, se refiere al fascismo como elemento disgregador y de disolución del Estado liberal, en cuando expresión de un fenómeno de masas de la pequeña burguesía que insubordina a la sociedad civil y a la vez permite a los terratenientes e industriales reformular las bases de dominación que habrían sido cuestionadas por las luchas obreras

En 1926, en la Tesis de Lyon se señala: “En Italia existía un equilibrio inestable entre las fuerzas sociales en pugna. El proletariado era demasiado fuerte en 1919-1920 como aceptar la opresión capitalista; pero sus organizaciones eran débiles, inseguras, titubeantes”. De esta situación de equilibrio inestable nace la fuerza del fascismo que se organiza y toma el poder utilizando métodos y sistemas que, si bien tenían una particularidad italiana y estaban ligados a la tradición italiana, sin embargo, se parecían a los métodos y al sistema descritos por Marx en El 18 Brumario, es decir, era la táctica de la burguesía a nivel internacional.

En sus estudios posteriores, Gramsci estableció un nexo entre la burocracia y las relaciones de fuerza, señalando que en los períodos de crisis orgánica se produce una fusión de la burocracia, en su mayoría perteneciente a la pequeña burguesía, con las clases altas, y esto se manifiesta incluso en el aparato militar por el hecho de entregar base social al militarismo. A partir de ellos se pueden analizar los desplazamientos de las masas pequeño burguesas que se radicalizan en una crisis orgánica. Gramsci polemiza con quienes estiman que el fenómeno fascista se caracteriza por pertenecer a la pequeña burguesía en sí y para sí: “En el campo económico, el fascismo actúa como instrumento de una oligarquía agraria para concentrar en manos del capitalismo el control de las riquezas del país…”. Para ello, el fascismo se apoya en todo lo que hay de arribismo, de ofuscación contra el propio capitalismo, y en particular en el espíritu proletario de estos sectores que con el fascismo han creído se conforme un régimen que los representa”. Es decir, la pequeña burguesía ve en el fascismo la posibilidad de detener hegemonía en una unidad orgánica con la gran burguesía, y conquistar la posición de iniciativa histórica que había perdido.

Gramsci describe ampliamente el significado del fascismo en tanto régimen reaccionario de masas: “El hecho característico del fascismo consiste en haber logrado constituir una organización de masas de la pequeña burguesía. Es la primera vez que esto ocurre. La originalidad del fascismo consiste en haber encontrado la forma adecuada de organización para una clase social que siempre ha sido incapaz de tener una compañía ideológica unitaria. Esta forma de organización es el ejército en el campo”.

En los Cuadernos de la Cárcel Gramsci profundiza acerca de las causas (que él encuentra en el Resurgimiento) de la debilidad orgánica del Estado liberal italiano y de la derrota del proletariado. En este proceso concentra su atención en un fenómeno central: en 1930, el fascismo es Estado, hecho que obliga a Gramsci a reorganizar su reflexión, presentándose entonces el fascismo como el representante político y práctico de la guerra de posición.

b) El fascismo como revolución pasiva. Gramsci toma el concepto de revolución pasiva e V. Cuoco, quien lo utiliza para caracterizar la revolución napolitana en 1799, pero lo aplica en primer lugar al análisis del Resurgimiento como fenómeno de “revolución sin revolución”, extendiéndolo posteriormente a toda la fase de la Restauración, momento en el que se constituyeron los Estados europeos modernos a través de la combinación de luchas sociales, imposición desde arriba y guerras nacionales. En el cuaderno Nº 1, Gramsci señala que el Resurgimiento es aquella forma política en la cual las luchas sociales encuentran cuadros bastantes flexibles que permiten a la burguesía acceder al poder sin grandes rupturas.

Más tarde, en 1930, en su estudio comparativo del período que sucedió a la caída de Napoleón y a la guerra 1914-1918, Gramsci se planteó la actualidad el concepto de revolución pasiva como criterio de interpretación del fenómeno fascista. En 1933, adhirieron al Prólogo de 1859 de Marx, amplió esta clave interpretativa a todas las épocas complejas de convulsiones históricas.

Gramsci explica la revolución en su irreductibilidad en tanto categoría de las siguiente manera: ”El concepto de revolución pasiva debe deducirse rigurosamente de los dos principios fundamentales de la ciencia política:

1) ninguna formación social desaparece hasta que las fuerzas productivas que se han desarrollado en ella no encuentren lugar para un movimiento progresivo ulterior;

2) la sociedad no se pone objetivos para cuya solución ya no se hayan incubado las condiciones necesarias…”.

Estas consideraciones son de vital importancia, ya que, uniéndose al análisis de Marx estructura e ideológica, Gramsci establece un vínculo dialéctico entre revolución pasiva y supremacía de la política. Como señala F. De Felice, el nexo entre revolución pasiva y hegemonía está mediado por la guerra de posición, de tal manera que si la revolución pasiva que individualiza las formas de un proceso de transformación, la guerra de posición individualiza las formas que adquiere el enfrentamiento de clases.

De este modo, el proceso revolucionario se concibe como construcción de un nuevo bloque histórico, y por lo tanto como un enfrentamiento político y social entre diversos bloques de hegemonía. En este sentido, revolución pasiva – primacía de la política -guerra de posición – hegemonía – teoría de la ampliación del Estado constituyen un nudo unitario. Lo anterior no significa que haya una relación única entre revolución pasiva y guerra de posición. En un mismo escenario, la primera puede estar ligada a la guerra de posición en tanto revolución desde arriba, que Gramsci identifica en su análisis del Resurgimiento en Cavour, y puede referirse a la guerra de movimiento que él atribuye a la acción de Mazzini y de Garibaldi.

Al respecto, señala: “La incomprensión teórica era la expresión práctica de la necesidad de una tesis de desarrollo completa para no dejarse superar, es decir, en la oposición dialéctica solo la tesis desarrolla todas sus posibilidades de lucha, hasta el punto de atraer a los representantes de la antítesis: en esto consiste precisamente la revolución pasiva o revolución – restauración”. Esta es la contradicción dialéctica de gran importancia cuando se trata de analizar el fascismo en tanto revolución pasiva, referida esencialmente a la relación fascismo – antifascismo.

La definición de fascismo como forma y representación de la revolución pasiva requiere una comprensión que es especificidad del fascismo en tanto solución italiana a la crisis derivada de la guerra, de su dinámica interna, de la transformación de los instrumentos políticos e institucionales de dirección y dominio. Sin embargo, todo ello es inseparable de la verdadera apropiación de un proceso internacional.

c) Fascismo, americanismo y fordismo. Analizando un texto de M. Fovel de 1929 (Economía y Corporativismo), Gramsci se plantea el problema de si el corporativismo impuesto por el fascismo es la premisa para la introducción en Italia de los sistemas industriales estadounidenses. “Aquello que en la tesis de Fovel, tomada de Pagni, aparece como significativo es su concepción de la corporación como un bloque industrial productivo autónomo, destinado a resolver en sentido moderno y acentuadamente capitalista el problema de un ulterior desarrollo del aparato económico italiano contra los elementos semifeudales y parasitarios de la sociedad”. En otras palabras, si el fascismo está en condiciones de realizar una revolución pasiva en la economía, que acreciente el ritmo de la acumulación capitalista e introduzca elementos de planificación.

Aquí, Gramsci recurre al análisis del concepto de crisis utilizando la ley formulada por Marx acerca de la caída del rendimiento de la ganancia, y lo hace dejando de lado los criterios mecanicistas y catastrofistas que derivaban de la crisis de 1929 sobre la inmediatez de la revolución proletaria. En efecto, en los Cuadernos de la Cárcel señala que es un error en el cual se cae siempre en el análisis histórico político, consistente en no saber encontrar la justa relación entre aquello que es orgánico y aquello que es coyuntural. Así, se logra exponer como causas operantes de carácter inmediato aquellas que por el contrario tienen carácter mediato, o afirmar que las causas inmediatas son las únicas causas suficientes. En un caso, se produce un exceso de economicismo, en el otro, un exceso de ideologismo.

Para dar una respuesta a esta interrogante central de la nueva fase que el fascismo podía abrir en Italia, Gramsci analizó el americanismo, entendido como una nueva forma de organización, y el fordismo, entendido como una forma particularmente desarrollada en organización laboral en la fábrica.

Gramsci sostiene que el americanismo es la más orgánica y consciente reacción capitalista de solución a la crisis económica, de la intervención en el proceso productivo y de organización de la hegemonía a partir de la fábrica. Agrega que constituye también el mayor esfuerzo colectivo que hasta ese momento se ha verificado para crear con una rapidez extraordinaria y conciencia jamás vista en la historia un nuevo tipo de trabajador y de hombre.

A partir de estas consideraciones, se plantea si el modelo americano con el implacable peso de su producción económica, obliga a Europa a cambiar su eje económico social, demasiado anticuado. Ya en el período de Ordine Nuovo vincula la impotencia política del Estado liberal con la impotencia económica de la burguesía, y ofrece como respuesta el triunfo del proletariado y la nueva organización de los consejos de fábrica.

En la época de los Cuadernos de la Cárcel, cuando el fascismo es ya Estado, estudia la respuesta capitalista a la crisis económica y al desarrollo de las fuerzas productivas en la fase monopolista que caracteriza la reestructuración capitalista a nivel internacional. La relación entre corporativismo y fordismo se caracteriza porque la base económica domina de manera más directa e inmediata a la superestructura, porque disminuye el papel de mediación de los sectores intermedios, y porque la clase financiera es a la vez y de manera directa clase política.

Gramsci señala que para este análisis es necesario tomar el conjunto de las relaciones sociales en el momento vital que las organiza y las expresa: para organizar seriamente la producción es necesario que se organice toda la sociedad a su alrededor, ya que ésta es el alma de la sociedad, su símbolo más inmediato.

En este sentido, se pregunta si es posible que el fascismo pueda llevar a cabo este proceso. Para que ello pueda imponerse en Italia, sostiene que se requiere una verdadera recomposición democrática nacional, ya no basada en la relación arcaica de industriales y terratenientes tradicionales, sino directamente en el monopolio y un nuevo papel del Estado como gran holding.

Ello significa imponer en Italia la fórmula coerción-dinero, como base de una nueva moral de los capitalistas, donde se produce un control, una invasión de los sectores dominantes en la producción, en la vida privada de los obreros, se trata del puritanismo, de la ética familiar y sexual asociada a la destrucción de la organización sindical, y de la taylorización de la clase obrera súper explotada. “Los intentos realizados por Ford para intervenir con un cuerpo de inspectores en la vida privada de sus dependientes y controlar la forma en que gastaban su salario y cómo vivían, es señal de estas tendencias aun “privadas” o latentes, que hasta cierto punto pueden convertirse en ideología estatal, insertándose en el puritanismo tradicional, presentándose así como un renacimiento de la moral de los pioneros del “verdadero” americanismo, etcétera”.

Al analizar el fascismo a partir del modelo estadounidense, Gramsci advierte el carácter contradictorio de la estructura en tanto Estado clase y Estado base histórica; es decir, el dominio del capital financiero industrial en el fascismo es contradictorio con su base de masas. “Las principales deficiencias de Fovel consisten en dejar de lado la función económica que el Estado siempre ha tenido en Italia, debido a la desconfianza de los ahorrantes hacia los industriales, y en la no consideración del hecho que la corporativización no tuvo sus orígenes en las exigencias de un cambio en las condiciones tecnológicas de la industria, y ni siquiera en aquellas impuestas por una nueva política económica, sino más bien en las exigencias de una conducción económica, agravadas por la crisis de 1929” … . Nos preguntábamos si con ello Gramsci da una respuesta negativa a la posibilidad de que el fascismo llegue a ser americanismo-fordismo en el plano económico.

Concluimos que no, pues pone énfasis en la dificultades estructurales, en las contradicciones de un régimen represivo que renuncia a absorber la dirección de las clases antagónicas y busca exterminarla, ya que las masas obreras y campesinas no son mercado para el nuevo modelo, por lo que será preciso mirar hacia el comercio exterior, pero , subrayando que el fascismo de la mitad de los años treinta significaba el predominio del capital financiero en el Estado, admite la posibilidad de que este régimen lleve a cabo una revolución pasiva de la economía.

La definición de corporativismo en tanto política económica, como bien lo señala F. De Felice, indica una función de sostén de las clases medias en peligro y garantía de operación mínima, siendo sólo organizativo, agregativo, y no productivo.

El corporativismo se considera como instrumento de control y de gestión del proceso de modernización fascista. Los sectores productivos de ahorro pueden seguir existiendo y desempeñando su papel, en el marco de una modificación de fondo en su relación con la acumulación y el proceso productivo mediado directamente por el Estado. Según De Felice, se trata de una base social del Estado que se busca en la pequeña burguesía y en los intelectuales, pero que es en realidad una estructura plutocrática y de vínculo con el capital financiero.

Ello requiere que el Estado tradicional italiano se transforme en Estado – holding, que intervenga de modo más directo en la producción, la reorganice, se transforme en capitalismo de Estado con todas las consecuencias que ello generará en el carácter de los aparatos hegemónicos y, por tanto, en la nueva estrategia que debe desarrollar la clase obrera en Italia y a nivel internacional frente al fenómeno Estado-imperialismo. Esto significa una nueva política, adecuada al Estado amplio del capitalismo monopolista contemporáneo, que invita al proletariado a ser más político, a saber usar el elemento político, a tener menos temor de hacer y crear política. Es consciente de que aun cuando el fascismo logre readecuar y modernizar la producción capitalista, no se trata de una nueva civilización, ya que no cambia el carácter de clase fundamental sino que prolonga determinados elementos de la civilización europea a partir de la experiencia de los Estados Unidos y, a la vez, amplía las profundas contradicciones existentes en la sociedad capitalista.

En este sentido, Gramsci distingue en la relación antagónica entre americanismo y comunismo las dos grandes fuerzas históricas contemporáneas.

Disgregación del Bloque Fascista y Objetivos Democráticos Como se ha visto la visión de Gramsci del fascismo italiano es articulada y multifacética, de acuerdo con las diversas etapas que cubre y con las peculiaridades que se presenta en su naturaleza, composición y objetivos.

a. El fascismo es, ante todo, una respuesta de la gran burguesía industrial y de los terratenientes a la crisis del capitalismo y a las luchas obreras que se presentaban como alternativa al fracasado Estado liberal. Intento de revolución restauración.

b. El fascismo se desarrolla en la fase del paso del capitalismo industrial liberal al capitalismo monopólico imperialista y al dominio del capital financiero, siendo éstos los objetivos de la clase que los representa.

c. El fascismo es coerción, militarismo, parlamentarismo negro, terrorismo de Estado para decapitar y disolver el tejido obrero y democrático e imponer desde arriba su propia cultura e ideología, su propia sociedad civil y su intelectualidad, lo cual le permite mantener unida a su contradictoria base social.

d. El fascismo es movimiento reaccionario de masas, que se convierte en Estado totalitario de masas, masas de la pequeña burguesía incorporadas al modelo a través del corporativismo, el militarismo y la burocracia, por ello, el análisis que realiza Gramsci es histórico y clasista, pues necesita comprender los elementos que integran el fenómeno para descubrir cómo en ellos mismos están ya incorporados los elementos de disgregación del sistema.

La esencia del régimen fascista, derivada de su doble tarea económica y política, le impide conciliar de manera duradera los intereses del sector de la burguesía que representa – cada vez más minoritario – con los intereses del sector pequeño burgués.

En todo caso, el fascismo, al defender las relaciones de producción determinadas por el desarrollo del capital monopolista, entrega los elementos objetivos de la “disgregación de la composición social con la cual había accedido al poder, más aún que en su superestructura política”.

En la esfera económica, según sostiene Gramsci, “el plan de unificación tiende a garantizar una supremacía absoluta de la oligarquía industrial y agraria, asegundándole el control de toda la economía del país”24. Esto significa que, objetivamente, la pequeña burguesía esta incapacitada para ser hegemónica dentro de la alianza, pues su ubicación en el proceso productivo es secundaria, lo cual genera descontento en la pequeña burguesía, que con el advenimiento del fascismo creyó había llegado la hora de su dominio. A ello hay que agregar que el proceso de “unidad orgánica” de la burguesía jamás fue completo, quedando siempre fuera sectores a los cuales el fascismo necesitó combatir.

La propia política de la dictadura genera las condiciones para una disgregación de la base social de consenso activo y pasivo con que el fascismo contó, y estas fuerzas son susceptibles de confluir hacia alianzas amplias con el proletariado en lo social y en lo político. Pero se trata de condiciones que el proletariado debe ser capaz de aprovechar.

“La actividad disgregadora de su fuerza encuentra un límite en la resistencia activa de la vanguardia revolucionaria y en una resistencia pasiva de las grandes masas, las que siguen siendo fundamentalmente clasistas y están dispuestas a ponerse de nuevo en movimiento cuando disminuye la represión física del fascismo y se fortalecen los intereses de clase”

Es decir, lo importante es, por una parte, la potencialidad revolucionaria de la clase obrera, y por otra, la posibilidad de “agregar” a la lucha contra el fascismo el “desencanto” de la pequeña burguesía. Gramsci constata la crisis en que el fascismo ha sumido a las capas medias, “porque el fascismo surgió en la fase incipiente de esta crisis, porque el fascismo ha luchado contra la clase obrera y ha llegado al poder instrumentalizado y organizando la inconsciencia y el espíritu gregario de la pequeña burguesía”.

Frente a la crisis, el fascismo quiebra el desarrollo revolucionario, pero al mismo tiempo se propone “bajar el nivel de las clases medias, acentuar la explotación y el saqueo de la economía pequeño burguesa, y con ello la sofocación de toda libertad y no sólo de la libertad proletaria, y por ello, la lucha no es sólo contra los partidos obreros sino también contra todos los partidos políticos no fascistas, contra todas las asociaciones no controladas directamente por el fascismo”.

Esta crisis de la pequeña burguesía, que se extiende a otros sectores de la sociedad, puede provocar un desplazamiento social que saque al proletariado de su aislamiento y genere una fuerza nueva, capaz de enfrentar el régimen fascista. La clave está en la alianza de las clases medias con el proletariado para derrocar a la dictadura y lograr un gobierno que no sería directamente un gobierno obrero y campesino, sino un gobierno de concentración pequeñoburguesa.

En esta fase, Gramsci asigna un potencial papel de conducción a la clase obrera en la lucha contra el fascismo y en la alianza que se constituya en su contra. Señala que la pequeña burguesía y sus expresiones políticas desarrollan una acción que se muestra “incierta, equivocada e insuficiente”, por lo que una real oposición al fascismo sólo puede conducirla la clase obrera. Pero para ello la clase obrera puede lograr su unidad y encontrar en ella toda la fuerza para enfrentar la lucha.

Como se observa, Gramsci concibe la acción contra el fascismo como diversos momentos unitarios: unidad de la clase obrera, y por lo tanto, unidad con la socialdemocracia como condición indispensable para la unidad con la pequeña burguesía y otras fuerzas sociales. La elaboración política de Gramsci – que no es abstracta, sino vinculada directamente a los elementos coyunturales que se destacaban de la situación italiana – tiende a buscar respuestas a las fórmulas que pueden reemplazar el fascismo. Es decir, el problema de la construcción de la transición.

Gramsci comprendió que a la crisis del fascismo pueden presentarse también alternativas diversas a las de la clase obrera, y abrirse paso una perspectiva de solución democrática más restringida. Al respecto, señala: “Esta crisis ha enseñado que tras años de terror y de represión las masas han llegado a ser muy prudentes y no desean dar un paso más largo que su pierna. Esta prudencia se llama reformismo, se llama maximalismo, se llama `bloque de la oposición´. Ciertamente, está destinada a desaparecer en un periodo no muy largo, pero mientras exista podrá superarse sólo si nosotros en cada ocasión, en cada momento, continuamos caminando de conjunto a las clases trabajadoras”.

Aquí se observa que Gramsci otorga a la lucha antifascista objetivos democráticos, parciales, de transición, tendientes al objetivo estratégico de la instauración del gobierno obrero-campesino, que no era probable pudiera imponerse de inmediato, en entre factores, porque “es necesario tener en cuenta el hecho de que las fuerzas armadas existentes, dada su composición, no pueden ser conquistadas de inmediato, y serán el elemento determinante de la situación”. De allí que Gramsci se orientará hacia la búsqueda de una coalición en la que incluso sectores de la burguesía tuvieran un papel importante.

En la cárcel, entre 1930 y 1932, Gramsci opinaba ante sus compañeros de prisión: “En Italia, se deben fijar dos tipos de perspectiva, aquella más probable y la más improbable. En mi opinión, la más probable es aquella del periodo de transición… En Italia, el proceso de lucha se desarrollará sobre la línea de las libertades determinadas por el fascismo… La presión de los trabajadores podrá incluso influir en una parte de aquellos dirigentes fascistas que están en contacto más estrecho con ellos. Al mismo tiempo, se producirá una activación de las corrientes antifascistas y un paso hacia la oposición de las corrientes que buscaban obtener ventajas en la recuperación del movimiento de masas, manteniendo este movimiento dentro de los límites del Estado burgués… El primer paso hacia donde se debe conducir a estos estratos (pequeña burguesía, campesinado, e incluso oficialidad subalterna del ejército) es hacia aquel que los lleve a pronunciar e acerca el problema constitucional de la nueva institucionalidad…”.

Se trataba, pues, de individualizar el objetivo más adecuado para facilitar la alianza contra la dictadura y modificar la relación de fuerzas existentes. Por ello, según Gramsci, el partido debía hacer de la Asamblea Constituyente su principal consigna de agitación, y organizar en torno a ella su propuesta política unitaria. Ello dependería de la capacidad política con que actuaria el PCI y la clase obrera, y de la posibilidad de que la Asamblea Constituyente fuese un medio a través del cual se continuase la lucha por el Estado popular.

TAGS: #Fascismo #Gramsci Capitalismo

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08 de septiembre

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Javi-Al

07 de octubre

Se agradece el trabajo, tremendo trabajo, al leerlo se puede entender mucho del pensamiento de actuación de grupos en la sociedad, Gramsci influye bastante, lo mismo que la Escuela de Frankfurt, y especialmente en Latinoamérica. Subyace en el fondo del pensamiento de Gramsci un hecho que es preocupante, se trata del reduccionismo de las variables de las problemáticas, situación que en las ciencias exactas es necesario y suele ayudar a entender mejor el problema, pero que en las llamadas «ciencias sociales», llevan a caricaturizar la problemática, finalmente a no entenderla, por ello, muchas ideas de trabajo que se levantan a partir de esos análisis, no son más que una suma de equivocaciones, y que en el peor de los casos llevan a la gente a matarse o a someterse a dictaduras brutales.

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De vuelta a la rotonda política

Para la ciudadanía la rotonda sin salidas es como vivir el castigo de Sísifo, destinados a llevar una pesada roca política a la cima de la montaña, solo para verla rodar montaña abajo y volver a repetir el ciclo interminable de esfuerzo y fracaso

Que existe agotamiento en múltiples sectores, difícil es de negar. Y eso incide en la viabilidad política actual. Pero eso no significa que el dilema constitucional esté cerrado
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#Política

El mito del cierre definitivo del proceso constituyente/constitucional

Que existe agotamiento en múltiples sectores, difícil es de negar. Y eso incide en la viabilidad política actual. Pero eso no significa que el dilema constitucional esté cerrado

A pesar de los obstáculos y desgastes, el compromiso adquirido para modificar la Constitución debe ser respetado y llevado a cabo para reconectar con las expectativas y necesidades del pueblo
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#Política

¿Nos jodimos todos?

A pesar de los obstáculos y desgastes, el compromiso adquirido para modificar la Constitución debe ser respetado y llevado a cabo para reconectar con las expectativas y necesidades del pueblo

El pueblo de Chile, está hastiado de la reyerta de baja monta, no quiere ver más discusiones bizantinas, alejadas de sus problemas cotidianos. Los chilenos y chilenas favorecen los acuerdos, pero esos no ...
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#Política

Las lecciones del plebiscito

El pueblo de Chile, está hastiado de la reyerta de baja monta, no quiere ver más discusiones bizantinas, alejadas de sus problemas cotidianos. Los chilenos y chilenas favorecen los acuerdos, pero esos no se han visto por ningún lado

Nuevos

En general todo incremento en los costos, son traspasados a precios. Por tanto, no es inocua la discusión sobre el nivel de ingresos que debiéramos tener en Chile, de acuerdo al tamaño de nuestra economía
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#Trabajo

Para mejores sueldos

Hablar de los avances en los derechos de las mujeres se hace vital, y es que continuamente están en riesgo latente de ser un retroceso y volver al punto inicial
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#Género

Siempre es 8M y nosotras lo sabemos

1 Acabo de participar en la “Fourth Chilean Conference on Philosophy of Physics”/ IV Conferencia Chilena en Filosofía de la Física, del 11 al 13 de marzo de 2024. Lo escribo en inglés como fue publi ...
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#Cultura

Consideraciones iniciales de una filosofía de la física actual

Para nuestro proyecto político, no existe nada más revolucionario que un objeto concreto y patente que el Estado funciona, permitiendo que jóvenes de clases y medias y medias bajas puedan generar movilid ...
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#Educación

El Frente Amplio debe valorar la selección en liceos emblemáticos

Popular

Para nuestro proyecto político, no existe nada más revolucionario que un objeto concreto y patente que el Estado funciona, permitiendo que jóvenes de clases y medias y medias bajas puedan generar movilid ...
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#Educación

El Frente Amplio debe valorar la selección en liceos emblemáticos

Si bien las investigaciones son consistentes, hablan más de probabilidades y no de certezas, esto significa que entre los seres humanos existe una gran variabilidad individual, es decir, entre el blanco y ...
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#Política

Ser conservador o liberal vendría predispuesto en el cerebro

La lección más importante, sobre todo, para el sector conservador, es a moderar sus palabras, no es sano, ni permisible, que personas que detentan cargos de responsabilidad política, acostumbren a declar ...
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#Política

Un tobogán de emociones

Tiene razón el presidente, se deben buscar los acuerdos necesarios, para concretar el mandato que el pueblo le diera. No es tiempo de discusiones banales, ni de hacer filosofía política de bajo vuelo
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#Política

El Barros Boric