Durante algunos días pensé que sería posible vivir sin el cuerpo que creó el general Ibáñez, pudiendo tal vez reconstruir algo a partir de miembros del ejército, gendarmería, PDI, ex oficiales y sub oficiales en retiro de los mismos carabineros..
Debo reconocer que mientras trabaje en el Senado, antes que el Congreso fuera clausurado, había algunos carabineros que miraban feo a quienes no les saludaban al llegar o salir del Congreso, y entre ellos había un cierto respeto hacia sus colegas que ya había asesinado a alguien (o como un carabinero recientemente dijo en Temocuicui «un finado»).
Sé que es posible entenderse con los pacos, conocer sus códigos y trabajar en conjunto, especialmente si se sabe distinguir entre el personal de planta permanente y suboficiales.
Aquellos de planta permanente que ya han sido contaminados con virus criminales, asaltando ellos mismos, u ocultando situaciones a sus superiores, deberían ser procesados por la justicia civil (Ministerio Público) y no por la militar
El caso de los oficiales corruptos, es prácticamente insoluble sin deshacerse de ellos (democrática y completamente). Haciéndolo con los altos oficiales, especialmente con todos los metidos en negociados, pero prácticamente no quedaría ninguno libre.
¿Podremos o queremos contribuir a esto? Independientemente de nuestros deseos, tampoco encontraremos a oficiales impolutos en el ejército y muchos ya están rotulados como turistas entusiastas y como participantes del negocio de compra ventas de armas que al final llegan a poder de delincuentes (Fuente: Declaraciones del Comandante en Jefe del Ejército).
La cuestión es, entonces, que no solamente hay personas culpables, sino que por lo menos hay dos instituciones con el poder de manejar armamento y que no son las “garantes” de la constitución. De hecho la misma Constitución ha pasado de mano en mano sin que jamás haya sido creada con participación popular, sino de forma tan secreta como los delitos que ahora salen a la vista.
Hay certeza histórica de que una situación parecida surgió en 1931 durante la rebelión en la Armada. En esa oportunidad los rebeldes protestaban por la mala calidad de su alimentación y por los métodos de pago, llegando en su protesta a crear un Estado Mayor de las tripulaciones (sin oficiales). Esta organización rebelde recibió el apoyo solidario de los trabajadores y se acuarteló en el buque Almirante Latorre, en la bahía de Coquimbo. Una delegación de la Federación Obrera de Chile (FOCH) se hizo presente. Finalmente el levantamiento fue sofocado en gran parte por bombardeos efectuados por la aviación.
Desde comienzos del siglo XX hasta los comienzos del siglo XXI, nuestro país ha conocido distinta formas de expresarse en las Fuerzas Armadas, las que incluyeron el “ruido de sables” de los oficiales en las tribunas del Congreso Nacional.
No hay que temer a tales expresiones, de hecho quienes apoyamos la creación de una nueva Constitución reconocemos que los uniformados tienen derecho a participar en ella porque son chilenos y, si tienen ese derecho, también tienen el deber de respetar al “soberano” que no es otro que el pueblo del que ellos mismos provienen.
La cuestión es, entonces, que no solamente hay personas culpables, sino que por lo menos hay dos instituciones con el poder de manejar armamento y que no son las “garantes” de la constitución
Si Lenin pudiese analizar el Chile de hoy, se encontraría con que hay una corrupción generalizada, pero no hay una debilidad insuperable de los capitalistas (es más, siguen tan fuertes como siempre), ni tampoco hay fuerzas revolucionarias capaces de iniciar nada. La correlación no es favorable.
Tampoco hay una guerra internacional y sólo hay una región interior debilitada por injusticias centenarias.
Hay socialdemócratas pero carecen de ideas fuerzas. No hay revolucionarios y ni siquiera hay un programa con un diagnóstico nacional.
¿Hay algo más que tantear el vado para ver como se encararán las próximas elecciones? Creo que sí y en mi modesta experiencia podría servir de algo.
A principios de 1957 el Presidente, el general Ibáñez, quien fuera el fundador de Carabineros, hizo la siguiente “movida”: Retiró a los carabineros de las calles y llamó al ejército a poner orden deteniendo a los comunistas.
De hecho en 1957 cumplí el servicio militar en el ejército, con el parche blanco de la escuela de telecomunicaciones. Tengo una mención honrosa en mi libreta de licenciamiento que dice “El ciudadano merecedor de este certificado debe incorporarlo a su libreta de obligaciones militares como testimonio de lealtad, de fe democrática y de soldado activo y valiente. Firmado Waldo Brucher Encina. Director.”
Hice el juramente a la bandera en 1957, y cinco años después, en 1962 prometí lealtad a mis ideas políticas y por más de medio siglo he podido estar tranquilo con mi conciencia. Algo es algo. Y no son muchos los que pueden demostrarlo.
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