Somos una tierra que suda en las turbulentas aguas de esas historias a cuestas. Somos las imágenes que están y se anidan en la dolorosa memoria colectiva sin permiso, sin holgura. Somos todos aquellos que hemos muerto una y otra vez de rodillas, somos algunos que hemos obedecido con dolor, los que buscamos ser nombrados en los caminos futuros. Somos aquellos que nos vestimos y transportamos las penas desde el olvido, los que cargamos las carnes de antaño laceradas con la impunidad, los que cargamos en la conciencia la obediencia suprema por temor a morir.
Somos la cultura y la inhumanidad, las ideas y la censura, la inocencia y la crueldad sucumbiendo al horror del prójimo, somos la fe ciega en el poderío, en el opresor; la imagen que provoca que el amigo, el hermano, el compañero y el soldado sean degradados y uniformados en la derrota de un pueblo juntos haciendo la historia para el juicio certero de la futura prole que hará el escarmiento de lo vivido de allá y de acá; un juicio enaltecido de falso orgullo, una historia juzgada con el ciego que voltea la cabeza y el que acusa sin medida , sin el esfuerzo del juzgador… eso somos! Los que hemos muerto por una causa, los que hemos muerto por una orden, los sin patria, los perseguidos, los olvidados, los que juzgamos in situ sin haberlo vivido, los que cargamos las penas de todos, aquellos que vemos desde una imagen ya inexistente esta tierra que sufre por sus muertos.Cada cual contará su historia, cada cual sabrá cuánto calzo en este caso y donde efectivamente puso su esfuerzo… en el recuerdo, o en las ganas para exigir cambios, aquellos cambios que traen consigo el respeto por esta tierra y sus hijos
De aquí somos… de una patria que llora, que se defiende, que es abusada y corrompida por los que mienten, por los que lucran, por los que prometen. Si tan solo fuéramos uno ante el abuso, si tan solo tuviéramos memoria, cuán distinto sería el futuro, cuán placido serían los vergeles, todas las cualidades de este mi pueblo, mi patria, donde vive mi simiente. Ni perdón ni olvido dicen los que sienten, los que recuerdan… los que saben se esconden, los que se esconden, saben, ahí estamos todos, hasta los que vendados van por imponerse; los que añoran las jinetas, los que piensan en aquel suicida presidente.
Si tan solo el presente fuera prioridad, otra cosa sería para darnos cuenta de lo que hemos hecho, de lo que hemos aceptado, de lo que hemos entregado sin medida a unos cuantos. A esa clase que sin miramientos transforma a este pueblo en un recuerdo de lo que fue, aguerrido, digno, incrédulo ante las promesas, el que pide y exige resultados. En fin, cada cual contará su historia, cada cual sabrá cuánto calzo en este caso y donde efectivamente puso su esfuerzo en el recuerdo o en las ganas para exigir cambios, aquellos cambios que traen consigo el respeto por esta tierra y sus hijos, para izar una bandera que flamee erguida, para cantar el himno patrio a todo pulmón y no solamente en un estadio.
Se nos ha prometido tanto y a cambio se nos ha robado, mentido, enjuiciado, castigado, endosado, gobernado, ridiculizado. Qué pueblo podría sobrevivir con sus bondades si una minoría sin escrúpulos lucra de la falta de conciencia, exacerbando la falta de oportunidades, castigando al débil, al que menos tiene, al que pide justicia, al que estudiar no puede. Explota, denigra y olvida a todo aquel que entregó la esperanza en una urna en una persona; en un sistema; en una cara bonita o en un kilo de comida.
¿En qué nos hemos transformado? Somos promiscuos que se venden creyendo que será distinto, que habrá cambios para un futuro mejor; esperanza y más esperanza es lo que tiene esta tierra por profundos cambios para erradicar la desigualdad, para luchar contra la delincuencia, para que se juzgue al ladrón, al asesino, al violador. Nuestra justicia condena a la víctima al deshonor, ampara al agresor sentado en el olimpo. Esta clase política, religiosa y social de unos cuantos van dejando a su haber la calamidad en un pueblo joven, instaurando en su historia mucho más que próceres que a nadie le importan. Van degradando los cimientos que construyeron nuestros antepasados con su lucha feroz para preservar la libertad y cuidar la tierra de aquellos que a látigo, trataron de esclavizar, corromper y utilizar.
De qué sirve la lucha de aquellos pueblos si solo han cambiado los tiempos, estamos sometidos al arbitrio de tantos conquistadores que nos esclavizan de igual forma, los que nos someten a su antojo sin tener voz ni voto en el saqueo, en lo ilícito, en la venta del territorio, en la inversión extranjera que se lucra de los recursos de todos, seguimos solo observando desde la seguridad de la ventana como se desmorona el sistema, como deambulan los carroñeros ante su presa, como llegan de otras tierras a lucrar con lo nuestro.
Sea la tierra, el agua, los minerales o el planificado desempleo; todos llevamos en la frente una consigna para que se lleven lo que quieran, desde el honor y hasta la bandera. De todas maneras a quien le importa, si nuestros “grandes gobernantes” se venden a potencias extranjeras.
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