Pobreza y discapacidad van directamente de la mano. Para el sistema, una persona con discapacidad es casi sinónimo de inútil, no funcional y el Estado como medida da pensiones asistenciales miserables, que son una vergüenza país. ¿Qué persona puede sobrevivir con $80.000 mensuales?
El Estado de Chile, y su organismo especializado en discapacidad, Senadis, hablan mucho de políticas dirigidas a las personas con discapacidad y la inclusión de éstas a la sociedad, pero en rigor: ¿cuán hay de cierto en ello?
¿Qué sucede cuando una persona nace con una discapacidad física severa? ¿Qué sucede cuando un joven tiene un accidente y queda postrado? ¿El Estado y las políticas sociales están preparados para afrontar esta problemática e insertar a estas personas en la sociedad?
Este análisis tan simple ha quedado fuera del Congreso y si es que lo han tratado ha sido de una manera muy superficial, porque la situación sigue igual y son hoy muchos los jóvenes postrados y mirando el techo en sus hogares.
Pareciera ser que es ley que cada vez que hay una persona con discapacidad física severa el sistema lo condena a quedar postrado y truncar sus proyectos de vida. Muchos dirán depende sólo de él y de su familia salir adelante pese a sus limitaciones. Pues no es así, una persona en estas condiciones puede tener toda la fuerza de voluntad por alcanzar sus aspiraciones y proyectos, pero si el Estado y la sociedad no ofrece las herramientas necesarias se quedará solamente en el intento y no lo logrará. Esto es una cruel realidad que muy pocos ven, pero la viven millones de jóvenes y sus familias.
Pobreza y discapacidad van directamente de la mano. Para el sistema, una persona con discapacidad es casi sinónimo de inútil, no funcional y el Estado como medida da pensiones asistenciales miserables, que son una vergüenza país. ¿Qué persona puede sobrevivir con $80.000 mensuales?
Senadis es sólo un parche ante esta temática, no resuelven desde la raíz la problemática. Seguimos en una sociedad excluyente, con un sistema gubernamental ineficiente, con políticas sociales paliativas que de ningún modo son una solución definitiva (parches y más parches). ¿Se han preguntado, por ejemplo, por qué de cada 10 personas con discapacidad solo 5 ingresan a la educación superior y sólo 3 logran sacar un título profesional? ¿Tenemos Universidades con políticas de Inclusión? ¿Cómo lo hace un joven con tetraplejia o un joven ciego para estudiar en Chile?
A reflexionar y si se piensa en movilizaciones sociales, movilicémonos por TODOS, no sólo por una parte del problema.
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Foto: Daniel Lobo / Licencia CC
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