El consumo problemático de drogas legales e ilegales en la población joven de nuestro país, es un tema que debemos analizar a fondo para encontrar vías de solución que sean efectivas y coherentes con el objetivo que queremos alcanzar; el cual se centra en que los niños, niñas y jóvenes puedan desarrollar todas sus potencialidades de manera plena y saludable.
En este marco, llama la atención la retórica discursiva con que el Gobierno aborda la incursión de una política pública exitosa en Islandia, bajo el alero del programa “Youth Iceland”, como eje central en el combate a los altos niveles de consumo de drogas entre jóvenes chilenos, realidades completamente distintas que se buscan modificar con la misma fórmula.
Para dejar en claro algunas de las principales diferencias que dificultan la importación del modelo, comenzaremos con la población, la cual en Islandia alcanza a los 340.000 habitantes, en Chile sólo la comuna de Maipú supera los 500.000, alcanzando a nivel nacional los 18 millones, es decir tenemos una población 53 veces superior. En esta misma línea, si analizamos el PIB per capita, Islandia nos lleva la delantera con 70.000 USD, lo que contrasta considerablemente con los 15.000 USD que tenemos en nuestro país, superándonos en casi 5 veces respecto al Producto Interno Bruto por habitante, el que por lo demás se distribuye de manera mucho más equitativa en Islandia, país que lidera a nivel mundial en esta materia, contando con un coeficiente de Gini de tan solo 0,24 , muy por debajo del coeficiente de Gini en Chile, que alcanza a 0,47, liderando la tabla entre los países más desiguales del planeta.
El programa “Youth Iceland” cuenta, además, con una fuerte inversión estatal en diversos ámbitos, entre ellos se entrega una subvención anual de 300 dólares por cada joven que se pueda llevar a actividades extra escolares, esto sería alrededor de $200.000 anual, si contamos la población de jóvenes en Chile es de alrededor de 4.000.000, estaríamos hablando de una subvención estatal de 800 mil millones anuales, lo cual no se condice con los 500 millones propuestos por el Gobierno para avanzar en el desarrollo de este programa.
En cuanto al enfoque programático y conceptual, las diferencias también son notorias, mientras en Chile se sigue hablando de “guerra contra las drogas” poniendo a las sustancias en el centro, la base del modelo Islandés se genera a partir del “subidón” que enfrenta nuestro cerebro ante ciertos estímulos, poniendo a la persona y sus sensaciones por delante. Milkman, uno de sus ideólogos plantea que “la gente puede volverse adicta a la bebida, a los coches, al dinero, al sexo, a las calorías, a la cocaína… a cualquier cosa”, asegurando que “la idea de la adicción comportamental se convirtió en nuestro distintivo”. En este marco se inicia la búsqueda de generar una “embriaguez natural”, en que las diferentes clases y talleres (deportivos, artísticos, literarios, etc) pudiesen provocar una serie de alteraciones en su química cerebral y les proporcione lo que necesitan para enfrentarse mejor a la vida.
Es lamentable como se usa y abusa de la juventud como elemento de marketing político
Si queremos mejorar la forma en que la juventud enfrenta su realidad, podríamos comenzar por importar otras políticas Islandesas, como lo son la Educación gratuita en todos sus niveles, disminución de 45 a 40 horas laborales a la semana para disponer de más tiempo en familia y una política tributaria que sea capaz de distribuir equitativamente los recursos disminuyendo los niveles abismantes de desigualdad que tenemos como país, un elemento trascendental si queremos disminuir las múltiples carencias materiales y sociales que tienen nuestros jóvenes.
Es lamentable como se usa y abusa de la juventud como elemento de marketing político, solo por mencionar algunos ejemplos; el “Estatuto Laboral para jóvenes” punta de lanza para la disminución de derechos laborales en todos los niveles, “Control preventivo de Identidad para adolescentes” criminalizando y vulnerando derechos fundamentales de la juventud para anotarse un “punto” en materia de seguridad, y ahora el programa “Elige Vivir sin Drogas”, un voladero de luces para esquivar el debate de fondo, el cual necesariamente debe ir de la mano con un fortalecimiento institucional en materia de Juventud, lo que está muy lejos de la realidad, de hecho el único organismo público cuya población objetivo son los jóvenes como lo es el INJUV, quedó absolutamente marginado de este diseño.
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anysur
puede parecer una idea coercitiva, pero a mi parecer para beneficios sociales se deberia exigir test de drogas e IMC, entre otros,derechos generan deberes, no digo quitar beneficios, me explico, hay mucho beneficio social que incentiva el circulo vicioso de la pobreza, entonces dan beca al flojo toda la enseñanza media para que no se saque mas de un 4,5, no es saludable ni para su entorno ni para ese estudiante, porque no nivelar para arriba y acompañar en el proceso. Porque reciben beneficios sociales los microtraficantes, reinciden y es un privilegio, un premio.