Una de las cosas que más me tranquilizan es el reencuentro con la naturaleza (o al menos con lo que queda de ella). No hay nada más fascinante que estar entre los árboles y sentir el aroma a “tierra mojada”, escuchar el sonido que hacen las hojas y ramas cuando la brisa pasa por entre ellas o el sonido del cantar de la aves mientras cruzan entre el follaje de los árboles… También me resulta fascinante el ver reventar las olas entre los roqueríos y sentir, a la vez, la brisa marina en mi rostro… a veces creo que es eso es lo que mantiene mis capacidades cognitivas “sanas”. Y cuando vivo estas experiencias con otras personas queridas, todo parece tan fascinante, que pareciese que el Universo fuera parte de mi y yo fuera parte de ese Universo… Por todo ello, me resulta horrible pensar lo que viven millones de seres humanos, aglomerados en pequeños espacios, en ambientes empobrecidos, sabiendo en sus interiores que eso es lo que les ha tocado… que el sistema no está pensado en ellos. Sin educación y salud adecuadas, que les entreguen herramientas, valores éticos y posibilidades de surgir (y no me refiero solo en lo material). Donde los entornos enriquecidos no son para ellos, pareciese que no lo merecen… ¿Por qué? Y esto no pasa muy lejos, ha pasado, está pasando y, si no hacemos algo, seguirá pasando en Chile y en otros paises de nuestra América Latina y del mundo en general.
Yo soy un privilegiado, mi madre y mi padre me dieron la posibilidad de creer que se puede ser honesto, generoso y no morir por ello… ser capaz de ver al otro como me gustaría que me viesen a mi… con empatía y solidaridad… apoyando cuando corresponda y que me apoyen cuando lo necesite… una comunidad donde no hay mejores ni peores, solo personas diferentes, cada uno con sus fortalezas y con sus debilidades.Los entornos y las experiencias que nos ha tocado vivir, tienen impactos difícilmente cuantificables, pero que podemos verificar sin hacer un gran esfuerzo ni ir muy lejos
Ahora, como biólogo tengo mucho que decir… quizá porque creo que los biólogos (no los tecnócratas de la biología) hemos, poco a poco, logrado una visión de la naturaleza que no distingue entre la ciencia natural y la ciencia de lo humano. Donde las relaciones entre los diferentes componentes de nuestro pequeño universo, son dinámicas, bidireccionales y que cambian en una espiral espacio-temporal, que fluye buscando estados de equilibrios dinámicos… estabilidades transitorias… que aveces llamados sociedades.
Por todo lo anterior, me frustra todo lo que han vivido muchos seres vivos (seres humanos incluidos). Me frustra observar los resultados en campos como la neurociencia y la epigenética, que a gritos nos dice que lo hemos hecho mal y todavía no escuchamos…
Y los resultados germinan llenándolo todo… A modo de ejemplos…
Roedores criados en entornos enriquecidos han aumentado el crecimiento dendrítico, en comparación con roedores criados criados en ambientes empobrecidos, lo que resulta en un mejor aprendizaje. Aves macho expuestos a la canción de otra ave muestran patrones epigenéticos diferenciales en el cerebro en comparación con machos aislados de la canción, lo que se relaciona con la capacidad de aprender la canción. Ahora, para nuestro caso, los humanos, las interacciones breves con entornos naturales al aire libre se asocian con una mejor memoria y atención en comparación a interacciones con entornos urbanos. Además, diferentes factores encontrados en los ambientes interiores también afectan significativamente el comportamiento humano, como la calidad del aire interior, la iluminación, el ruido, etc. En particular, se ha demostrado que manipular experimentalmente la exposición al CO2, la ventilación y los compuestos orgánicos volátiles pueden reducir significativamente el rendimiento cognitivo. Está mas decir que es necesario y urgente examinar los ambientes interiores dada la creciente cantidad de tiempo que pasamos en ambiente interiores mal ventilados.
Es importante destacar que el entorno físico y social que nos rodea no afecta por igual a todas las personas. Debemos tener en cuenta diferencias genéticas (polimorfismos genéticos) que pueden hacernos más o menos sensibles a determinados estímulos ambientales. Por ejemplo, el genotipo s/s para el gen 5-HTTLPR (1) aumenta la sensibilidad a la presencia o ausencia de maltrato y negligencia durante el desarrollo.
Queda claro, al menos para mi, que los entornos y las experiencias que nos ha tocado vivir, tienen impactos difícilmente cuantificables, pero que podemos verificar sin hacer un gran esfuerzo ni ir muy lejos… He sido un privilegiado… y espero que algún día todos podamos decir lo mismo… pero eso no caerá del cielo, es tarea de todos… ¡¡¡Chile despertó!!!
(1) El gen del transportador de serotonina (SLC6A4) produce una proteína clave en la regulación de la neurotransmisión serotoninérgica al ser responsable de la recaptación sináptica de la serotonina y el lugar de acción de numerosos antidepresivos. Este gen se localiza en el brazo largo del cromosoma 17 (17q11.1-12); en dicho gen se tiene identificado un polimorfismo en la región promotora denominado 5-HTTLPR, el cual consiste en la inserción/deleción de 44 pares de bases, dando lugar a dos alelos, una forma corta o «s» (deleción) y la variante larga o «l» (inserción). Diversos estudios han encontrado una asociación positiva entre el genotipo «ss» y el alelo «s» del polimorfismo 5-HTTLPR y el suicidio consumado, los intentos de suicidio y una historia familiar de conducta suicida.
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