El ‘solucionador’ de problemas

Es probable que en el título de este ensayo, ya exista el primer problema. ¿La palabra es “solucionador” o “resolutor”?. Analicemos un poco cada una de las palabras.  Para mí, el concepto que más aplica en este caso es “solucionador”. Solucionar un problema, implica darle solución al mismo, sin perjuicio de que esa solución pueda traer consigo otros problemas. Por otra parte, creo que resolver, implica terminar de raíz el problema, es decir darle solución, sin que arrastre otros problemas (de manera directa o indirecta). De esta forma entonces, puedo decir que me considero un “solucionador de problemas”.

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Sin duda que nuestra vida está llena de numerosos problemas, y que depende de nosotros el cómo enfrentamos cada uno, más allá de si damos solución o no lo importante es la actitud con la que los enfrentamos

Quiero pensar que en algún momento ya no me dedicaré a esto, y será como una historia para contar a mis nietos, sin embargo, mientras tanto sólo debo pensar en cómo dar solución a los múltiples problemas, que rondan mi monótona e insignificante vida.

Cada problema tiene su propio grupo de pertenencia, algunos son laborales, otros son económicos, sociales, de pareja, familiares y domésticos, de salud, de contingencia, de personalidad, de metas y objetivos, de futuro, de presente y pasado, en fin. Es gracioso, pero incluso muchos de los problemas se conocen entre sí, hasta podría decir que son amigos, compadres, y juegan a reírse de mí, apostando quién logra que me demore más tiempo en acabarlos, en ese sentido creo que los “de pareja” han ganado más apuestas que ninguno. Pero no todo es color de rosa, existen otros problemas que se tienen sangre en el ojo, son enemigos entre sí, por ejemplo: los problemas laborales con los de pareja…. Uuhh no se pueden ver, y basta con que uno tome mayor protagonismo que otro para que vuelva la guerra fría. Nuevamente tenemos otro problema.

Siempre he dicho que cuando no puedes con algo, déjate asesorar. Así, he pedido numerosos consejos, y opiniones de expertos. Algunos me dicen “ve el problema como una oportunidad de mejora”. Yo me pregunto: Qué oportunidad de mejora puede existir en el que me haya enfermado de una gripe casi fulminante; probablemente que para la próxima vez ya tendré anticuerpos, y no me resfriaré nunca más. ¡Claro que no! Los virus mutan, y por más paracetamol, pastillas de vitamina C o Neurobionta que me coloque, volveré a resfriarme.

Es extraño, pero a medida que vas resolviendo los numerosos problemas de tu vida (y que si lo planteamos así, tu vida, ya es un problema) te vas sintiendo orgulloso de ti mismo, es reconfortante, sobre todo cuando de vez en cuando aparece un problema que anteriormente ya habíamos despachado, entonces aplicamos la misma fórmula y… sólido! se acaba. Otras veces, aparecen nuevos artistas en escena, problemas de los cuales no tenemos ningún antecedente, a esos hay que tratarlos con mucha cautela, hasta poder conocer bien su entorno y el ambiente en que se mueve. Aunque sea difícil de creer, con el tiempo, generamos una base de datos, de todos los problemas que hemos tenido. Incluso algunos se recuerdan con nostalgia… “me acuerdo cuando no sabía cómo darle un beso a la niña que me gustaba”, o “no sabía como arrancarme al muelle fiscal y fumar cigarrillo sin que nadie me viera”. ¡Qué tiempos aquellos! Era un niño, iniciándome en este gran oficio.

La vida es corta, es verdad, el problema es que no sabemos qué tan corta es para cada uno. A pesar de eso, nos planteamos diversas metas y objetivos.

En el ámbito de proyectos, los objetivos debieran responder y dar solución a los problemas; en este caso, por el sólo hecho de que una persona exista, ya genera uno o muchos problemas, y es el de precisamente cómo alcanzar esas metas, y cómo lograr esos objetivos que se plantean en su vida, que supone, una vez obtenidos te entregarán felicidad. Yo me pregunto: ¿No sería más feliz si no tuviera esos problemas?.

A medida que el hombre crece, debe ir postergando y priorizando la solución de ciertos problemas. ¿resuelvo los problemas económicos o los  sociales? ¿los laborales, o los de pareja? ¿los de objetivos y metas, o los de familia y domésticos? bueno es en este caso, donde muchas veces se debe ponderar, colocar en la balanza los distintos problemas. Estoy seguro que Da Vinci, cuando creó la balanza, pensó en que estaba “resolviendo” problemas, sin embargo, yo creo que sólo “solucionó” algunos problemas.

En el ambiente en que me muevo, es decir, en el de los “solucionadores de problemas”, existen varios dichos populares, con el que se caracteriza a cada profesional. Así, para insultar a alguien se le dice “tení menos problemas que El Despreocupado de la Fórmula Principal [1]”, a veces son muy hirientes. Al mas capo del gremio, se le denomina “El Demidovich – 5.000 (libro de Cálculo Integral con más de 5.000 ejercicios/problemas propuestos[2])”.

Hay algunos compañeros que solucionan pocos problemas, porque en realidad tienen pocos, pero son de esos que te dejan la escoba en un rato, de hecho, hace poco me encontré con un colega, “Metro Santiago” que le dicen, y me contaba que no le ha ido mal, eso sí, cada día necesita más cocaína porque tiene que “hacer mas líneas”.

Sin duda que nuestra vida está llena de numerosos problemas, y que depende de nosotros el cómo enfrentamos cada uno, más allá de si damos solución o no lo importante es la actitud con la que los enfrentamos. La vida no es sencilla, pero es emocionante, y también lo es, ver cómo cada día creces y superas los obstáculos del destino.

¡¡¡Problemas… allá voy!!!

[1] La formula Principal: antiguo comercial de TV, donde aparece “el despreocupado”.

[2] B.P. Demidovich: libro de Cálculo “5.000 problemas de análisis matemático”