#Sociedad

El prohibido fruto del árbol de la sabiduría

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Estoy loco. Empiezo a tirar el hilito. Veo dos puertas frente a mí, una más grande y la otra chiquita. Parto por algo muy básico, la alimentación. La primera me ofrece azúcar, colorantes, pesticidas, polución ambiental, crueldad animal y despilfarro energético. Fácil, barato y de una belleza artificial. Me dejo tentar, me duele la guata, pierdo mi fuerza, no me convence y aunque me siento raro, voy contra la corriente.

Sigo tirando el hilo. Sin negar la ciencia, intuyo errada la cómoda pretensión de sanar todas las dolencias con pastillitas mágicas o el cuchillo. Sospecho de la concepción estética de tildar de defectuoso, y por ende sujeto de corrección, a lo que se desvía un poco del supuesto estado de sanidad educolorada y plástica. Singularidades físicas con nombres raros pre tabulados + operación + medicamentos = salud. Veo una analogía entre esas manzanas dulcecitas, rojas, sin una imperfección a costas de manipulación genética, fertilizantes y pesticidas, y nuestro concepto de la enfermedad. El mismo rechazo del niño frente a una manzana asimétrica, con un leve machucón, es el miedo que proyecta sentirse enfermo de quien enfrenta cualquier decaimiento normal del cuerpo.

Al torpe negocio de producir barato, explotándonos los unos a los otros, y destruyendo innecesariamente los reinos animales y vegetales y nuestro medioambiente, lo veo como una zancadilla a nosotros mismos. Investigaciones en remedios privilegiando fármacos que mantienen enfermedades como crónicas en vez de curas definitivas, médicos que restringen su saber a la mecánica más acotada, alimentos que no alimentan, producidos con gran ineficiencia energética global, contaminando y sometiendo a razas animales enteras a condiciones perturbadoramente crueles, miles de millones de productos que al poco tiempo van a parar al tacho de la basura, producidos corriendo por gente y para gente educada en forma estandarizada y funcional mientras lo que realmente hace falta sigue escaseando, en un sistema financiero donde la especulación domina en demasía.

La extrema e innecesaria desigualdad genera inevitable pobreza. Una de sus consecuencias es la delincuencia, y muy cercana a ella, la mafia de las drogas que perpetúa el ciclo de violencia y represión. Pese a que solamente un 3% de la población ha consumido drogas en el último mes (90% de ellos, marihuana), y que 75% luego deja de hacerlo, en Chile detenemos 85.000 personas al año por infracciones a la ley de estupefacientes (de un total de 160.000 detenidos por todos los  delitos, de los cuales sólo 19.000 son por robo con fuerza). Mientras las más finas, elegantes y respectadas familias dominan en la producción de vinos y demás bebidas alcohólicas, tal como magistralmente lo retrató la saga El Padrino gracias a la estúpida Ley Seca, hoy sucede con las mafias que generan las drogas prescritas como lo muestra la película brasilera Ciudad de Dios (exactamente igual)… La vid y los enteógenos, en otro contexto fuentes de ceremonial místico y conexión espiritual, hoy convertidos en drogas, evasión, exceso y violencia.

El mundo en guerra, torres gemelas cayendo con sospechosa simetría, países dominantes bombardeando y subyugando a otros bajo dudosas consignas de libertad, midiendo con varas dispares sus propios pecados a los ajenos, abundante evidencia después de cada invasión mostrando maquinaciones harto más pueriles, motivaciones harto menos santas.

Me siento solo. Sé que los extremos se tocan, que la realidad es compleja y no caricatura, que las cosas no son blanco y negro, que si bien los cambios tienen una proyección externa deben venir desde el interior de cada hombre, y por tanto no se logran movidos por el odio, la virulencia, y el ego. Me obligo entonces a sospechar de todas mis convicciones, ponerlas a prueba, preguntándome con sinceridad si estaré equivocado, fanatizado por creencias absurdas y exageradas, que tiñen erróneamente una realidad más sana y correcta de lo que mi locura proyecta. Pero ése es justamente el problema: al haber presenciado tanta injusticia, mentira y maldad evidente e innegable, documentada y reconocida, ya no saber qué creer, sospechar de las buenas intenciones, dudar de las verdades oficiales, de las afirmaciones científicas, de las mayorías, de lo que otros aceptan obediente e irreflexivamente.

Investigaciones en remedios privilegiando fármacos que mantienen enfermedades como crónicas en vez de curas definitivas, médicos que restringen su saber a la mecánica más acotada, alimentos que no alimentan, producidos con gran ineficiencia energética global, contaminando y sometiendo a razas animales enteras a condiciones perturbadoramente crueles, miles de millones de productos que al poco tiempo van a parar al tacho de la basura, producidos corriendo por gente y para gente educada en forma estandarizada y funcional mientras lo que realmente hace falta sigue escaseando, en un sistema financiero donde la especulación domina en demasía.

Según la fábula bíblica, comer del árbol del conocimiento nos expulsa del paraíso: pero es para volver a él sabiendo, maduro, estable.

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1 Comentario

maria garin

buenísimo artículo, igualmente triste y realista. Me recuerda dos experiencias, el primero es que hablando con trabajadoras sociales que tienen un proyecto de mejoramiento de entornos públicos de poblaciones, me cuentan que desde que llego la pasta base se rompió la participación ciudadana, las personas mayores tienen miedo de asistir, y los jóvenes están metidos en la droga…..un ciclo realmente penoso y difícil de manejar, contaban que antes de esto, tenían a jóvenes motivados por hermosear su entorno, por aportar mano de obra a infraestructura comunitaria, en cambio ahora cuando van ellas a trabajar, deben hacerlo sin celular, con miedo y en un transporte que las espere. Porque si hay chicos en los procesos participativos es para robarles a la salida !!!
El segundo, mas personal, es que hace mas de un año me dolía el cuello, fui al traumatólogo hasta que después de 3 empastilladas recetas, que no seguí, me mando a hacerme un scanner, el cual no esta tan malo como pensamos – tengo otros antecedentes con mi espalda – luego fui a la doctora antroposofía de mi hijo en Limache, y me dijo: «tú que manejas mucho más, solo por venir a vernos hasta acá cada vez desde Valparaíso, no será algo con eso? como esta tu vista?, pues bien fui al oftalmólogo a lo dr house, descubrió un astigmatismo – veo mal de lejos – claro me pusieron lentes !!! y magia, no más dolor de cuello………….plop…..era cuestión de ser un medico integral, sensible a tu paciente, para darte cuenta sus males, y no había que tener tantos datos para hacer la relación!!! Pero lo más fácil y rápido es darte una pastillita mágica, que solo cubre el problema y ataca los síntomas y no el tema de fondo!!!
Espantoso, lo triste es que tendrá que pasarle algo grave a la tierra, o a la misma sociedad para que reaccionemos…………….o nos quedaremos sin hábitat