Los invito a sentarse y reflexionar sobre el punto en donde todos los cauces confluyen; estos cauces son el lucro, la educación, Hidroaysén, la deuda (caso la Polar). A pesar que son fenómenos distintos en temporalidad, tienen el mismo asidero: el progreso.
Cuando fervorosamente hablamos del problema educacional y reclamamos por una mejor educación, estamos pidiendo que nuestros hijos y nosotros mismos seamos mejor instruidos en las materias en las que posiblemente nos desenvolvamos a futuro. Lo que muy pocos comentan, ya sea porque no lo vivieron o lo omiten es que hoy se pasa mayor tiempo en actividades “educativas”, y estas tienen el objetivo de desarrollar al estudiante más allá del aula. La jornada completa vino a ser como la panacea de una educación integral; pero se nos va un detalle…¿qué hace el estudiante cuando llega a la casa? Después de tantas horas de estudio probablemente llega a distenderse y relajarse junto a un televisor o sus redes sociales (virtuales). Hasta aquí nada anormal, excepto por el pequeño detalle: este estudiante está en casa solo, o con su hermano, o con su nana. Esta realidad se repite en cada casa donde los padres trabajan con un horario que “los suelta” después de las 20:00 horas. Pero esto ya está asimilado, no hay para queé ser tan grave, cierto. Pero ¿qué pasa si el estudiante en cuestión tiene 2 años y su apego maternal lo tiene con la tía del jardín? En un tiempo más esto no será tan grave. Mirará este estudiante precoz con alegría el colegio cuando tenga 17 años…
Asumimos que estas cosas son aisladas, sin embargo existe otro cauce que va paralelo y cuesta asociarlo: la deuda. El hecho de que ambos padres salgan a trabajar está justificado por la frase “la plata no alcanza”, y por tanto se hace necesario e imprescindible que ambos agoten sus energías en la actividad del trabajo, para que a fin de mes puedan costear la educación (formal) de sus hijos, el agua, la electricidad, la cuota del televisor LCD de 30 y tantas pulgadas, el cable, internet y todo lo que es propio de vivir en la actualidad.
Esta misma forma de vida es la que nos hace conscientes de que el paseo familiar debe hacerse al mall, donde es injustificable acudir sin adquirir un objeto, independiente de si es necesario o no; y si ya el razonamiento de lo necesario está absorbido entre tanta propaganda, qué decir si el objeto es amistoso con el medio ambiente…Esto ya está asimilado, no hay para qué ser tan grave, cierto. ¿Pero qué pasa si el objeto en cuestión consume 1,5 veces más electricidad que el que tiene en casa aún en condiciones de ser utilizado?
Podemos ver dónde confluyen todos los cauces, en nuestro sistema de vida que está en la pelea de adaptación a un modelo que se ha instaurado y que cada vez tiene más fuerza. Pero la fuerza de este modelo la hacen las personas, entonces ¿cómo puede producirse esta incoherencia? De la misma forma en que se producen otras como protestar un día por un proyecto que atenta contra el medio ambiente y no hacer nada frente al smog que día a día tiene a niños ocupando hospitales por problemas de respiración. Otro asunto interesante es ver cómo se reclama por una mejor educación endosando toda responsabilidad educativa a la institución, fundación o como quiera llamarle sin mencionar siquiera el valioso aporte que hacen los padres desde su casa, que por cierto en muchos casos no se hace por lo expuesto anteriormente.
Podemos responsabilizar al gobierno de turno, podemos responsabilizar a empresas e instituciones, podemos responsabilizar a quien queramos, pero también debemos responsabilizarnos. Vivimos en tiempos veloces que favorecen la toma de decisiones apresuradas, y por supuesto estas decisiones apresuradas son el nicho de un país cuyo modelo de progreso es el consumo; por ende familias trabajando, deudas, lucro y largas e infructuosas horas de educación.
En otros tiempos quienes manifestaban lo hacían con la convicción que sus pensamientos e ideas eran consecuentes con su forma de vida…quien protestaba llevaba chaleco de lino…es una señal que no deja de impresionarme.
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Foto: Viviendo jugando – Trinitro X / Licencia CC
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