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Las dificultades del periodismo de investigación

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Merecidos son los aplausos y comentarios de felicitaciones Historia de un oso que, en la ceremonia de los Premios Oscar del 28 de febrero reciente, fue galardonada por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en la categoría “Mejor Corto Animado”. Lo escasamente comentado del film, que cuenta la detención y exilio del abuelo de uno de sus creadores, son las turbulencias financieras por las que debieron, antes de conseguir tal reconocimiento mundial.

Si bien este corto ya había sido reconocido en distintos parajes del orbe, en Chile otros proyectos de diversa índole, con igual calidad de producción, pierden oportunidades de reconocimiento y visibilidad por falta de financiamiento. Las barreras económicas y los procesos burocráticos por los que deben pasar los autores, los superan y son obligados a solicitar recursos en el extranjero para que temas de interés nacional salgan a la luz.

En este escenario, la esquina más complicada la tienen los proyectos de investigación. Dedicarse a esta área en cualquier campo del saber es un dilema. El poco valor otorgado al conocimiento, la críptica visión de tener “rentabilidades en corto-mediano plazo” y el feble interés en invertir en temáticas nacionales, han sido parte del desarrollo cultural y educacional en el país.

Así lo han manifestado una y otra vez intelectuales chilenos que han visto mermadas sus posibilidades de consolidar una política pública en favor de la democratización del conocimiento. Y así también lo han percibido los periodistas que buscan dedicarse a la investigación. Al solicitar fondos y/o becas para costear parte de sus investigaciones, estos se topan con una verdad ingrata: ni en Chile, Latinoamérica y ni en España existen recursos para esta área. Entre las razones más comunes, dadas por los directores de medios de prensa, está el alto costo de mantener un equipo de investigación; y, por otro lado, el alto nivel de incertidumbre que implica la investigación en cuanto a tiempo, ya que es muy probable que una investigación demore meses o años antes de ser publicada. Esto, porque las investigaciones se maceran y necesitan tiempo para madurar.

Entonces, lo que queda es hacer uso de los ahorros o apelar a una apply for a grant. Fundaciones públicas y privadas con residencia en Estados Unidos y en países de la Unión Europea tienen el interés y la motivación de financiar indagaciones que buscan regular el poder político y económico, y cuentan con estatutos legales que exigen e incentivan el interés para que empresarios financien investigaciones periodísticas serias y responsables.

La inversión en proyectos de investigación en países de habla anglosajona no es considerada una dádiva con escaso interés social. Al contrario, lo ven como el puente que les permitirá contar con una democracia más robustecida y transparente. Esto es lo que nos falta.

No fue coincidencia el éxito que tuvo en los Premios Oscar la película Spotlight (En primera plana). O que Propublica siga contando con apoyo financiero a pesar de haber denunciado a cercanos de uno de los empresarios que financian dicho medio. Paul Steiger, fundador y presidente ejecutivo de ProPublica, contó en una de las charlas dadas en la Universidad de Navarra, España, que un reportaje de su equipo reveló los abusos de poder de un familiar de uno de los financistas del espacio. El empresario dio a conocer su malestar al comité editorial, pero Steiger, al verificar la seriedad e imparcialidad de la información, le respondió: “tendremos que estar de acuerdo en estar en desacuerdo”. Hasta hoy, ese financista sigue creyendo y apoyando a ProPublica.

Este tipo de situaciones siguen siendo lejanas a la realidad chilena. Es muy probable que si desde el retorno a la democracia hubiésemos contado con iniciativas que permitiesen el desarrollo de la investigación periodística, de seguro que los casos Penta y SQM, por ejemplo, desde hace mucho tiempo ya habrían estado en el estrado público.

La inversión en proyectos de investigación en países de habla anglosajona no es considerada una dádiva con escaso interés social. Al contrario, lo ven como el puente que les permitirá contar con una democracia más robustecida y transparente. Es esto lo que nos falta. Así como autoridades que promuevan el valor inherente que tiene la cultura de la investigación para así considerarla un erario con deberes y derechos. Sin duda, este es el camino que permitirá conseguir un país un poco más justo.

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