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El capitalismo mundial integrado de Felix Guattari

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Para Guattari (2004), la escritura es el resultado de una resistencia y el acto de escribir una tarea cartográfica, un desafío de contención de intensidades subjetivas que transitan por rutas nómadas en constante transformación. El interés de esta reflexión es recorrer un mapa/carta específico y dominante, en el que múltiples tensiones se expresan, como resultado de la acción cartográfica, aparentemente definida y delineada, pero que contiene la posibilidad irrenunciable de otros desplazamientos sobre territorios no recorridos, o cuya trama de rutas y caminos no considera atajos, desvíos u otras vías no visibilizadas.


En este mapa se pueden visualizar cambios, mutaciones que aparecen como vectores, cuya fuerza los conduce y reconduce sucesiva y rápidamente, en el horizonte eléctrico e inteligente del nuevo mundo capitalista

En el ingreso a esa trama de rutas, nos interesa seguir caminos y coordenadas que dan cuenta de la instalación y desarrollo de un proyecto planetario:  el capitalismo como noción/acción, que define la vida de los seres humanos hoy y en el pasado reciente. En ese trabajo cartográfico, resulta relevante el zoom in hecho por Guattari, al adjetivar/cualificar el capitalismo como mundial e integrado. A pesar de los años que han transcurrido desde esta exploración y su correspondiente levantamiento de mapas/rutas, creemos que su señalización, delimitación y constantes desbordes previstos, permite una navegación cierta y segura sobre el capitalismo, sus cualidades y alcances pragmáticos en nuestros días.

En tal sentido, las fronteras del mapa o producto cartográfico, sin duda estructuran un territorio, pero del mismo modo, desde la contención y sujeción, vuelven la mirada hacia espacios cuyos límites no conocemos, hacia territorios que deseamos nombrar/explicar y que, sin embargo, se escapan de nuestra comprensión.

Adelantada esta breve descripción de lo explorado y la asignación de ciertas coordenadas identificativas, creemos que volver sobre el capitalismo, como extensión semántica hacia la organización de la vida, nos recuerda y actualiza cuál es el mapa del mundo hoy, articulado simbólicamente y a la vez en permanente desborde, finalmente siempre regulado, por el plan maestro de un mismo y diferente capitalismo mundial integrado.

En la aventura conceptual exploratoria y nominativa, ya Braudel (1984) reconocía un mundo, como conjunto económico orgánico. De este modo, las ciudades en que se concentraba la mayor actividad mercantil, representaba nodos económicos articulados, conectados por los flujos mercantiles, cubriendo vastos territorios, tales como un continente.

Las economías mundo, desde la perspectiva de Braudel (1984), daban cuenta de una autonomía y capacidad de autosuficiencia, asegurada por los enlaces internodales económicos, dándole una organicidad que propiciaba el desarrollo del mercado.

La cartografía levantada hasta aquí, cambia drásticamente con la revolución industrial, haciendo emerger Londres y posteriormente Nueva York, como núcleos centrales de la economía –mundo. Se trata de centros estratégicos del capitalismo, polos de desarrollo críticos, desde los cuales se establecen las relaciones comerciales con Europa, Asia y América del Norte.

Se produce así, una división en zonas sucesivas fuertemente jerarquizadas que son objeto de la división internacional del trabajo. Encontramos cerca de las ciudades dominantes las actividades decisorias y de alto valor añadido, luego alejándose de polos encontramos economías cada vez menos avanzadas y subordinadas a las economías dominantes (los países en vías de desarrollo que se dedican a las actividades de mano de obra), luego en la periferia, países olvidados y aislados, fuera de la actividad económica mundial (los países menos avanzados).

Desde el mapa general de la economía-mundo, descrita ahora por Guattari, se advierte que el capitalismo mundial integrado (CMI), ignora los territorios demarcados históricamente y sus respectivos modus vivendi, reorganizando los sistemas de vida desde una axiomática propia, que no tiene programa definido para horizontes temporales de mayor alcance. Cuando unas formas de capitalismo caen, otras inmediatamente aparecen, protegiendo y activando esta particular axiomática del capital y del mercado. Con ello, emergen nuevas modalidades de poder, dispositivos, en la lógica de Foucault (1992), articulados desde el mercado, que establecen, una modelización de los sujetos a partir de los flujos de capitales.

Lo anterior implica un sometimiento semiótico de los individuos y de los colectivos en los que habitan y se desenvuelven. La máquina capitalista establece una relación de servidumbre entre las personas y un diagramatismo que se expresa en instrumentos de modulación, en definitiva, en dispositivos de poder, como señala Foucault (1992), entendidos como poderosas categorías semióticas que contienen la estratificación de todos los poderes posibles.

En este escenario y en las coordenadas de la actualidad temporo/espacial, Guattari (2004) observa la pérdida de impulso de la máquina capitalista, vigoroso en tiempos coloniales e imperialistas, como producto de un copamiento territorial que le impide la salida de su dinámica mercantil hacia un afuera, hacia un territorio/otro por conquistar. Tal situación le obliga a recomponerse mediante reflujos que llevan sus contenidos esenciales sobre la propia máquina capitalista y sus dispositivos modelizantes, optimizando en ese proceso sus mecanismos de control y condicionamiento de las sociedades humanas.

La integración mundial del capitalismo exige, de esta forma, el rediseño continuo del mapa, en una actividad cartográfica que pierde su noble objetivo orientador, trazando rutas que pronto desaparecerán o que simplemente son ficticias y por tanto nunca son transitadas. El trazado permanente del territorio planetario busca, en definitiva, borrar las territorialidades establecidas tanto en su dimensión política como social. Un beneficio fundamental de este trazado intrascendente, de esta cartografía mentirosa, tiene que ver con la necesidad estratégica y logística de convertirse en un poder policéntrico, cuyos núcleos decisionales se reparten en todo el planeta.

Los engranajes de ese poder se encuentran instalados en todos los niveles sociales y espacios en que se organizan esos niveles. Se genera, de este modo, una manipulación psicológica que se extiende a todas las dimensiones sociales, transmitida por los múltiples medios de comunicación disponibles. Así, la información se desplaza vertiginosamente, actualizándose en distintos lugares, haciendo con ello, que los núcleos de poder cambien de posición, se desterritorialicen constantemente, imposibilitando su aprehensión total de una vez.

Esta acción de resemantización constante, a falta de territorios por conquistar, se realiza un verdadero trabajo de palimpsesto, desde los engranajes capitalista, que se reescribe constantemente, como un manuscrito que al borrarse, puede agregar información supuestamente nueva, pero que en el fondo, sólo orienta sus esfuerzos a mantener un sistema social jerárquico, que garantice la fuerza productiva a nivel planetario, sin importar su posición periférica o central, pues, como ya señalamos, esta cambia permanentemente.

La exploración y constatación cartográfica realizada por Guattari (2004), contiene mecanismos de clasificación y rutas de navegación, reescritas mil veces desde la lógica del palimpsesto, que finalmente tiene como objetivo, mantener la máquina capitalista funcionando. Ese mapa, lo tenemos hoy a la vista, con toda su borrosidad estratégica, bajo la cual se conectan los centros móviles del poder, concebidos para fugarse y reaparecer transformados y así seguir la lógica profunda de la producción económica, con la misma axiomática propia a la que aludíamos antes.

En medio o al borde de esta integración telemática, estamos los seres humanos, más o menos vinculados a la máquina de la producción. Indexados, bancarizados, finalmente registrados, todo nuestro cuerpo en su condición de soma/bios, no es capaz de ir más allá de la red eléctrica que nos detecta y obliga.

La recuperación del palpito vital que nos mueve para el despliegue de lo humano, el cuidado de sí mismos y de los demás, dentro de tejidos comunitarios acotados, debe encontrar la forma de expresarse para su realización plena, en medio de este plan económico integrado. En ese camino, debemos abandonar los dispositivos ideológicos a los que se ha recurrido para levantar proyectos de contrahegemónicos, cuyo resultado termina en la generación de miseria y destrucción. Por el contrario, debemos replegarnos, utilizando para ello, las rutas menos congestionadas del comercio, incluyéndonos en los engranajes de la producción más abarcables y comprensibles, desde un sentido integral en el cual el sujeto pueda alcanzar a discernir, a optar, aunque esa acción se produzca en lugares acotados. Con la misma técnica del palimpsesto, podemos ir reescribiendo nuestra vida en espacios hostiles, aun cuando nuestra cartografía sea el producto de un oficio clandestino y nunca llegue a estar en los grandes mapas económicos del planeta.

El capitalismo Mundial Integrado (CMI), tal como lo describió Guattari (2004), está allí, en los polos urbanos, en las zonas rurales, en los grandes buques mercantes que surcan los océanos y también en el cuerpo humano, como un órgano ortopédico que focaliza toda nuestra energía para ser parte de la planificación maestra del capitalismo. El plan de integración ya se ha completado. Por delante, tenemos el desafío de recorrer sus rutas, sin exceder nuestras capacidades, sin traicionar nuestros cuerpos, dejando en el camino una dosis de humanidad que permita abrir huellas fáciles de transitar, hacia espacios de encuentro. Así, tal vez en el futuro, el mapa planetario contenga lugares para el desarrollo de hombres y mujeres que comprendan el trabajo y la producción material y lucrativa, como un aspecto de la existencia que contribuya a un mejor vivir, con verdaderos y promisorios horizontes de futuro.

*Félix Guattari (1930-1992). Psicoanalista, filósofo y semiólogo francés. Fundó el esquizoanálisis y la ecosofía. Es conocido por sus colaboraciones con Gilles Deleuze, sobre todo Anti-edipo (1972) y Mil mesetas (1980), los dos volúmenes de Capitalismo y esquizofrenia.

Referencias:

Fernand Braudel. (1984). Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV-XVIII. Madrid, Alianza.

Michel Foucault. (1992). Microfísica del poder. Madrid, Ediciones de la piqueta.

Félix Guattari. (2004). Plan sobre el Planeta. Capitalismo mundial Integrado y revoluciones moleculares. Madrid, Ediciones Traficantes de Sueños.

El contenido expresado en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no representa necesariamente la posición de la Facultad Tecnológica de la Universidad de Santiago.

Escrito Por : Dr. Jorge Brower Beltramin

Profesor Titular  Departamento de Publicidad e Imagen

Facultad Tecnológica

Universidad de Santiago de Chile¡

TAGS: Capitalismo

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