Creo que pocas personas ponen en duda que vivimos en una sociedad un tanto enferma. Tenemos un sistema político enfermo, plagado de arreglines, corrupción e ineptos ubicados en los cargos más relevantes. La democracia es solo una palabra vacía. En realidad, lo que tenemos es una mezcla de plutocracia con oligarquía, con nombre de democracia para dar la sensación –a incautos e ingenuos- de participación ciudadana.
Lo más grave de nuestros problemas es el sistema educacional, completamente ajeno a las necesidades formativas del ser humano. Tenemos un sistema educacional muy cerca de un Estado docente, que ya denunciaba Gabriela Mistral como una “especie de trust para la manufactura unánime de las conciencias, […] centurión que fabrica programas y que apenas deja sitio para poner sabor al alma”.
Un sistema educacional basado en la ignorancia solo genera ciudadanos ignorantes. Ya mencionaba Platón que solo existe un mal: la ignorancia. Ese es nuestro problema fundamental, no sabemos nada de la vida, por tanto no sabemos vivir, y vivimos inmersos en un mundo inventado o extraviado, especie de caverna oscura llena de luces de artificio, completamente alejado de la verdad. Es la famosa caverna de Platón, en donde los esclavos que la habitan – nosotros- creen vivir “su vida”.
Y de ahí se genera el estado calamitoso de las cosas, en donde nada funciona muy bien, ni el gobierno, ni la educación, ni el transporte, ni la salud, ni la alimentación. Nada funciona realmente, porque vivimos en una especie de mundo mágico basado en conceptos falsos y concepciones equivocadas del ser humano.
Krishnamurti nos recuerda en el
artículo principal de Revista Mundo Nuevo edición sep/oct que reformas y más reformas sociales basadas en la ignorancia de nuestros gobernantes sobre la naturaleza del ser humano no conducirán a nada. Solo contribuirán a generar más confusión en el mediano plazo, para luego dar paso a más reformas inútiles.
Si tuviéramos un verdadero sistema democrático de gobierno, el estado de la situación sería mucho peor. Ya no sería el gobierno de unos pocos en la sombra, como ahora, sino la opinión sin ton ni son de muchos: un verdadero caos. Solo una dictadura o régimen tiránico sería peor.
Krishnamurti señala que la única vía válida es el cambio individual. Y lo que ocurre en el individuo necesariamente se refleja en la sociedad. “Yo soy la sociedad en que vivo y la sociedad soy yo”, y mientras no lo entendamos realmente, no habrá solución alguna a nuestros problemas.
Y de ahí se genera el estado calamitoso de las cosas, en donde nada funciona muy bien, ni el gobierno, ni la educación, ni el transporte, ni la salud, ni la alimentación. Nada funciona realmente, porque vivimos en una especie de mundo mágico basado en conceptos falsos y concepciones equivocadas del ser humano.
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