Teniendo en consideración el año electoral y el inminente inicio de anuncios de campaña, es que a continuación se exponen cuatro ejes a priorizar en el diseño de programas y políticas de intervención en infancia, con el propósito de contribuir al necesario debate en la materia. A modo aclaratorio, la urgente reforma a la institucionalidad y al marco legal no está considerada en los ejes en cuestión, debido a la transversalidad que éste aspecto genera el en mundo político. Sin embargo, llama la atención el silencio general de todos los candidatos presidenciales respecto a la infancia, cuando quedan pocas semanas para la fecha de primarias legales.
«Es necesario determinar el total de niños bajo el alero del Estado que han sufrido maltrato, abandono o requieren de intervención psiquiátrica o antinarcótica. Actualmente existe una laguna informativa que es impresentable y debe abordarse con total prontitud de acuerdo a la gravedad que representa.»
Maltrato:
De acuerdo a cifras entregadas por Unicef en Chile, el año 2016 el 73.6% de los niños y adolescentes en Chile sufrió de violencia física o sicológica, siendo un 25.4% violencia física grave y un 28,5% de violencia leve, de un total de 53.9% que sufrió de castigos físicos. De igual forma, el mencionado organismo destacó que un 19.7% sufre de violencia sicológica y que tan sólo un 26.4% nunca ha visto violencia por parte de sus padres o en otro contexto. Al respecto, es necesario entender que este es un flagelo muchas veces oculto, y que aquellos casos que logran notoriedad pública son sólo una pequeña muestra de una realidad altamente generalizada.
En consecuencia, toda política pública diseñada para este fenómeno debe estar orientada en al menos tres aspectos: primero, detección y prevención del maltrato en contextos escolares y familiares propicios para el mismo; segundo; acompañamiento y asistencia generalizada tanto a menores maltratados como a sus victimarios, a fin de concluir con el círculo del maltrato, y finalmente; tercero: sensibilización social a fin de romper con la creencia popular del maltrato físico con fines educativos.
Deserción escolar:
Para el año 2016 existían en Chile 101.248 niños, niñas y adolescentes en edad escolar que no asistían a clases, lo que equivale a un 7% del total de la enseñanza básica y un 11% de la enseñanza media. En el 46% de los casos, de acuerdo al Ministerio de Educación, se trató de hijos de padres desertores.
La mayoría de casos se dan en séptimo y primero medio, y las principales causas observadas se relacionan a la rigidez del sistema educativo – como la repitencia y la baja evaluación diferencial en el sistema público -. Si se considera que el 80% de los chilenos tiene baja comprensión lectora, de acuerdo a los resultados arrojados por la Evaluación de las Competencias de Adultos, impulsado por la OCDE, es comprensible que el fracaso escolar genere un alto grado de frustración y por tanto deserción, particularmente en los sectores menos favorecidos. Al respecto, Mineduc ha impulsado programas interesantes, tales como “Aquí presente”; es de esperar que este se replique fuera de la Región Metropolitana. Sin embargo, no se observa presupuesto asignado para tal propósito durante el presente año fiscal, ni profundización de estas políticas en lineamientos programáticos.
Obesidad
Chile se encuentra en el sexto lugar mundial en obesidad infantil y ostenta el primer puesto en América Latina, corriendo el riesgo de tener al 70% de sus niños con obesidad en el corto plazo. De acuerdo a datos del Ministerio de Salud, para el año 2003 las personas obesas eran 6.8 millones, cifra que se incrementó a 8.9 millones al año 2010. De igual forma, las estadísticas reflejan que el 22% delos niños de pre kínder son obesos, el 23% de kínder y el 25% de primero básico.
Sería impropio promover cambios a la ya saturada malla curricular escolar, con la consecuente extensión horaria de los colegios que acarrearía. Sin embargo, no basta con la reformulación de ramos deportivos en colegios, sino con el diseño nacional de una política del deporte que considere no sólo el espacio escolar, sino una intervención global de la familia, el barrio, y la publicidad; con el consecuente aumento impositivo de comidas altamente calóricas. Al igual que en los dos elementos anteriormente señalados, tampoco se observa lineamiento programático alguno que aborde este aspecto en concreto.
Pobreza
De acuerdo al Informe Infancia Cuenta 2016, el 25% de los niños en Chile vive bajo la pobreza multidimensional, lo que equivale aproximadamente a un millón doscientos mil, teniendo la segunda cifra más alta de todos los países OCDE. La cifra sube aproximadamente al 50% cuando se trata de niños migrantes.
Este elemento es central, en tanto cruza de forma transversal los tres aspectos anteriores; Urge contar con una base de datos centralizada que permita cruzar información respecto a cuantos de estos niños son objeto de atención por parte del Estado, beneficiarios de algún tipo de subsidio estatal, asisten o no a la escuela y si su ficha de atención médica está actualizada. De igual forma, es imperativo determinar cuántos niños en condición de pobreza sufren violencia o maltrato y detallar su composición familiar; cuántos de estos viven en ambientes complejos que puedan atentar contra su normal desarrollo y a la vez, cuántos de éstos han incurrido en la infracción de ley. Por otro lado, es necesario determinar el total de niños bajo el alero del Estado que han sufrido maltrato, abandono o requieren de intervención psiquiátrica o antinarcótica. Actualmente existe una laguna informativa que es impresentable y debe abordarse con total prontitud de acuerdo a la gravedad que representa.
Los ejes en cuestión han sido presentados con el propósito de contribuir, tal como se señaló, en el diseño de políticas de intervención que permitan corregir las graves vulneraciones que sufren los niños en Chile, debido a que es un imperativo moral el abordar esta realidad como una política de Estado a largo plazo. Sin embargo, el silencio cómplice del mundo político apunta, lamentablemente, en la dirección opuesta.
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