“Los pobres no tienen esa condición por herencia ni por naturaleza, sino porque hay injusticia social en esta tierra “
Pierre Dubois
La historia de la población La Victoria es la historia de millones de chilenos del último medio siglo: lucha por vida digna, compromiso, las ilusiones depositadas en el gobierno de la Unidad Popular, la represión desatada por Pinochet Ugarte y la lucha sacrificada de la resistencia popular contra la dictadura cívico militar.
Pierre Albert Louis Dubois Desvignes nació en el norte de Francia, y se hizo sacerdote diocesano. Al servicio del pueblo y siguiendo el ejemplo de Cristo, pisó tierra chilena por primera vez en 1963 y se unió a la Juventud Obrera Católica y al Movimiento Obrero de Acción Católica. Su palabra llamaba al amor en acciones colectivas, a no actuar solo, fomentando el desarrollo de la comunidad como método de lucha y superación, de esa manera transitó en las parroquias de la población José María Caro y Lo Espejo.
Él llegó a La Victoria a forjar esos valores cuando, tras el golpe militar, los párrocos de la población debieron abandonar el país, y Pierre volvió de Francia para sucederlos. Siempre al lado de los más pobres, caminando por las calles de tierra, organizando los comedores populares, ollas comunes, las colonias urbanas y el comprando juntos.
En ese peregrinar conoció a André Joachim Jarlan Pourcel. A mediados de febrero de 1983, Pierre se instaló a trabajar en la Parroquia Nuestra Señora de La Victoria, abrigando la solidaridad y la preocupación por el otro, como armas de fe para derrocar el régimen militar. En los días de protestas, mientras Jarlan se ocupaba de curar a los heridos, Dubois salía a las calles, agitando los brazos en medio de gases lacrimógenos, instando a los pobladores para que no arrojaran piedras y expulsando a gritos a los efectivos policiales.
“Te recuerdo entre los gases y las fogatas en 30 de octubre con Avenida La Feria, toda la gente pecho a tierra y tu caminabas y caminabas intentando hablar con los uniformados… te veo caminando entre la línea férrea detrás del Cementerio Metropolitano, tapándote la boca para evitar los gases… ¿A quién fuimos a dejar?, a Andrés o Miguel, no recuerdo aquello, sólo que tuvimos que saltar las murallas en construcción, lugar donde había una gran cantidad de Carabineros y tanquetas”
Eran las 8:00 de la mañana en la población La Victoria, y con una misa celebrada por los padres André Jarlan y Pierre Dubois, comenzó el primer día de la jornada nacional de protesta pacífica. El llamado del comité organizador era no mandar a los niños al colegio, tocar cacerolas y reunirse en comunidad. Ocho personas murieron durante dicha jornada.
El 04 de septiembre de 1984, un piquete de Carabineros perseguía a un grupo de periodistas que corrían a refugiarse a la casa de los curas o la capilla chica como se conocía, en donde André leía su Biblia después de una jornada de protesta nacional en la que había atendido ya a varios heridos. Dos balas impactaron la humilde capilla de madera, ubicada en Ranquil N° 4721. Pierre corrió al segundo piso llamando a Jarlan. Pero éste no le contestó. Un proyectil en el cuello dejó su cabeza descansando eternalmente sobre el salmo 129. Hojeó la Biblia de nuevo para repasar dicho salmo:
“Desde lo hondo a ti grito, Señor; Señor, escucha mi voz; estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿Quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón y así infundes respeto”.
Él llegó a La Victoria a forjar esos valores cuando, tras el golpe militar, los párrocos de la población debieron abandonar el país, y Pierre volvió de Francia para sucederlos. Siempre al lado de los más pobres
Esa noche de 1984, los piquetes de Carabineros intentaban ingresar, una, dos y otra vez a la humilde población, donde la noche resplandecía por decenas de fogatas. Las balas, el silencio, el helicóptero iluminando con su potente foco. La muerte… las velas al medio de la calle… las campanas al viento. ¡Han matado a André! Silencio, silencio, rabia, impotencia… una muchedumbre armada de decisión y coraje camina en medio de la oscuridad hacia la Comisaria de Carabineros. Un mar de piedras trona en el techo, gritos que no paran, y nuevamente silencio.
«Me parece que como han muerto tantos, que muera un sacerdote también, está bien. Nosotros debemos morir con el pueblo», dijo un emocionado Cardenal Raúl Silva Henríquez en aquellos aciagos días.
En septiembre de 1986, y horas después de la acción combativa contra Augusto Pinochet Ugarte, Pierre Dubois fue detenido junto a dos misioneros franceses Jaime Lancelot y Daniel Caruette, para la expulsión del país.
Pierre Dubois les enseñó a los pobladores a unificar sus fuerzas, llevando la palabra de la no violencia como bandera de resistencia: «Bendito sea Dios que no nos dio pobreza de conciencia, bendito sea Dios que nos mantiene vivos a pesar de tantos lumazos, tantos gases, tantos balines, tantos perdigones, tantas balas, tanto desprecio. Bendito sea Dios que hace posible que la vida y el amor crezcan donde se siembra muerte y odio. Bendito sea Dios que hace posible la participación y la organización donde se busca atomizar y reprimir», pregonaba en sus misas.
Todorov, historiador y filósofo búlgaro, nos expresa en sus reflexiones que “la sociedad necesita conocer la Historia, no solamente tener memoria… La Historia no se hace con un objetivo político (o si no, es una mala Historia), sino con la verdad y la justicia como único imperativos”.
No cabe duda que en la población La Victoria en estos casi 65 años de sacrificio por una vida más digna, muchos quedaron en el camino, dos detenidos desaparecidos: Clara Cantero y Víctor Hugo Morales Mazuela; dos ejecutados políticos, Luis Antonio Abarca Sánchez y Pedro Marín Martínez; y siete caídos durante las protestas nacionales: Andrés Adalberto Fuentes Sepúlveda, Miguel Ángel Zavala Gallegos, Samuel Antonio Ponce Silva, Hernán Rodolfo Barrales Rivera, el sacerdote francés André Joachim Jarlan Pourcel, Boris Aroldo Vera Tapia y Cecilia Adelaida Piña Arratia.
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Gonzalo Vicuña
Que bueno recordar a Pierre Dubois y a todos los caídos luchando por los derechos y por la vuelta a la democracia.
A escasos dias de votar apruevo la nueva constitución, para terminar con la constitución de la dictadura y su violencia, la que asesinó a miles de chilenas y chilenos, y a un sacerdote como Pierre Dubois, hay cristianos supuestamente demócratas que olvidaron todo, se convirtieron en Judas .