Tres…
Creo que lo ocurrido esta semana en el aeropuerto de Santiago, entre el conductor de Uber y un carabinero, no es un hecho que pueda ni deba ser analizado en sí mismo como un acontecimiento aislado, apartado de otros hechos, aparentemente, distintos. Es indispensable mirarlo con un lente más amplio que considere el contexto de una cultura, la visión de mundo, las ideas y costumbres de nuestra sociedad.
Si miramos el tejido social de nuestro presente y no solo puntos aislados, podremos hacer una radiografía mucho más completa.Nuestro sello identitario se ha teñido de ideas y símbolos ajenos que han penetrado con potencia avasalladora en nuestra cultura.
Para graficar, solo menciono dos incidentes ocurridos durante la misma semana:
Dos…
En San Javier, la llamada a carabineros de una directora que no vio otra forma de terminar con la crisis de un niño de siete años.
Uno…
En San Ramón, la descontrolada reacción del cliente de una tienda, que, al no conseguir el cambio de un producto, se enfureció y lanzó con todas sus fuerzas una llave de cruz que, lamentablemente, impactó en el rostro de un hombre, quien nada tenía que ver con el asunto.
Los tres hechos de violencia ocurren en distintos puntos de un mismo territorio. Los tres hechos se ubican, obviamente, en distintos niveles y tuvieron diferentes consecuencias, pero son fotografías del país que estamos siendo.
Cabe preguntarse entonces ¿Cuál es la raíz del asunto?, ¿dónde radica la esencia de estas conductas?
Parece fácil y aceptable argüir que se trata de la dañada psiquiatría de individuos, personas, que por diversas razones, (genéticas, formativas, u otras), han ido desarrollando distintos niveles de agresividad o descontrol que los hace conducirse por el mundo, con una “imprudencia temeraria”, como señaló el abogado del joven de San Ramón, o ejercer su pequeña cuota de poder, de manera autoritaria y abusiva.
Pero si vamos más allá de esa mirada e intentamos ahondar un poco en los hechos, podremos advertir que en realidad ellos se enlazan, a su vez, con otros ocurridos en lugares distintos de nuestra geografía. Que, finalmente, no se trata de un problema de individuos, sino más bien del problema de una sociedad.
¿Se ha vuelto Chile un país agresivo?, ¿es nuestra cultura una cultura de la violencia?
Creo que por respuesta debemos hacer memoria, no podemos olvidar que en nuestra historia reciente el Estado ejerció la violencia de manera sistemática contra su propio pueblo. Ese trauma y sus efectos no se terminan de un día para otro, como si cayera un telón y punto final. Sus repercusiones han dejado una huella indeleble en nuestras formas y conductas.
Pero no solo eso. Por otro lado, hoy nuestro país se ha sumergido en un modelo económico y modo de vida que legitima la competencia descarnada, el éxito reducido a la ventaja por sobre los otros. Y no olvidemos que puesta en una escala, la competencia se ubica justo un peldaño antes que la agresión.
Nuestro sello identitario se ha teñido de ideas y símbolos ajenos que han penetrado con potencia avasalladora en nuestra cultura.
Por ello tal vez para algunos resulte tan fácil justificar el uso desmedido de la fuerza o el abuso de la autoridad. Sin embargo, por lo menos a mí, siguen sin convencerme sus argumentos. No es suficiente citar una ley en la que se ampara la actuación del carabinero; hace falta también ese sentido común bastante más legítimo, que privilegia y respeta la vida humana, la vida en general. Lamentablemente, parece ser que hoy en día esa defensa se ha vuelto bastante impopular.
Solo nos queda esperar que Chile no se convierta en una mala película gringa, donde los disparos y los efectos especiales justifiquen la mala calidad del guion y la falta de talento de las actuaciones.
Cero..
Comentarios
20 de junio
Me parece que es un pais que tiene ciertas caracteristicas (neoliberalismo, constitucion heredada de un dictador) y que quienes han querido cambiarlo no han podido. Y que no se han preguntado nunca por qué no pueden. Y eso creo es más frustrante que el sistema en sí mismo, porque la gente espera un cambio y no lo ve. No todas las personas tienen la capacidad de anticiparse a su tiempo, de imaginar el futuro. Hay personas que no pueden hacerlo, y esperan que otros lo hagan por ellos. Entonces cuando ellos fallan los defraudan, y tal vez fallan porque en ellos hay una enorme soberbia, y una falta muy grande de amor.
+1
23 de junio
Que inteligente, muy fino el análisis. Asi parece, una mala copia, y seguimos copiando todos los días y aunque no se note aquí adentro, damos lástima. Todo lo de afuera llega aquí y se presenta hasta en el mismo envase, (ni siquiera le cambian los caracteres chinos a lo que consumimos), no sólo importamos la dictadura a la latinoamericana, también el gobierno “popular” a la manera castrista , luego nos transformamos en la quinta esencia del imperio del mercado, y somos caja de resonancia de todos los movimientos habidos y por haber, y además nos metemos a opinar en luchas internacionales de puro “metiches”.
0
24 de junio
Gracias por tu comentario.
Creo que los procesos de transculturación son naturales; no veo nada malo en que los cambios sociales estén inspirados por intentos de justicia y equidad. Lo malo comienza cuando estos se convierten en dominación de unos sobre otros. Y en nuestro caso, lo peor es que las ideas que hemos importado en el último tiempo, nos están transformando en una sociedad cada vez más enferma.