¿Cuantas pisadas he dado? ¿Cuánto barro me ha tocado limpiar de entre mis cierres y cordones? Los días se hacen eternos cuando la premura de cumplir con el deber apremia. Mi compañero y yo llegamos hace tan solo unos días guardados en una mochila cargada de cuerdas y guantes a las que acompañan las ganas y un espíritu inquebrantable, a acompañados de lo justo y necesario para comenzar la labor para la cual tanto nos preparamos.
Llegar a Chaitén fue solo la antesala de lo que nos esperaba, la frustración y las miradas fatigadas de quienes emprendían el necesario retorno a casa era solo el periplo de lo que nos esperaba en Villa Santa Lucia. Cuando escuchas o miras los noticiarios, o cuando pretendes dimensionar lo que pasa luego de la lectura de un diario, las imágenes que dibujas en tu cabeza no hacen justicia con la real dimensión de una tragedia. Recién ahí cuando enfrentas al lodo con tu primera pisada la noticia deja de ser portada y se transforma en realidad, recién ahí comienzas a entender que las miradas hablan, que los silencios claman, y que lo que abrazaste como vocación a otros les hace abrazar la esperanza con más ganas. Cuando mi dueño nos eligió como compañeras, siempre supimos de que estábamos hechas, pero jamás dimensionamos la importancia que para otros tendrían cada una de nuestras pisadas.Cuando escuchas o vez los noticiarios, o cuando pretendes dimensionar lo que pasa luego de la lectura noticiosa de un diario, las imágenes que dibujas en tu cabeza no hacen justicia con la real dimensión de una tragedia. Recién ahí cuando enfrentas al lodo con tu primera pisada la noticia deja de ser portada y se transforma en realidad
Hoy iniciamos la jornada aun húmedas por el roció y el barro, pero ansiosas, con el tiempo el lodo se hace más amigable y ya su peso no incomoda, la mañana es fría, la bruma abraza como solo el sur suele hacerlo, el paisaje a primera vista trae recuerdos del Copahue y de Diego de Almagro desastres que aún guardan en la memoria, las escenas que dibujan desesperanza, aunque disimiles, grafican el mismo dolor y angustia.
Terminado el café, el cuerpo se levanta, al primer paso le sumamos una marcha lenta pero sostenida, el territorio a recorrer es importante: 4 hectáreas de desastre, son 40 mil metros cuadrados donde buscar consuelo o esperanza. Cada paso lo acompaña la varilla que busca incasable sobre capas de barro que parecen eternas, 6 metros para llegar hacia quien muchos esperan, una y otra vez, cada paso un sondaje, cada sondaje una esperanza que no da tiempo a la frustración, de este trabajo depende la tranquilidad muchos, y de mis pisadas seguras depende finalizar bien cada jornada.
Llega mediodía, finalizar un cuadrante entusiasma incluso si la búsqueda fue negativa, nos queda la certeza que queda poco para encontrarlos, a la distancia entre casas a medio caer y techos que parecen alcanzar el piso por el barro, aparecen quienes voluntariamente nos dan la mano y nos alientan para seguir buscando, es increíble ver que a kilómetros de distancia y lejos de su hogar, a quien me usa no le falta la comida casera, esa que se sirve con el cariño y amor necesario que solo busca dar un gracias.
La sensación de humedad da paso definitivo a convertirnos sin eufemismos en un par de botas mojadas, continuamos la búsqueda con el estómago lleno de afectos, el paisaje es una mala copia de un Dali confundiendo casas, bosques, autos, postes etc., difícil es saber dónde comienza y termina el desastre. Nuevamente a cada paso le acompaña el sondaje esperanzador de la varilla, entre tanto desastre hay otras botas que calzan hombres y mujeres, todas ellas forman un solo cuerpo, se acompañan, de fortalecen, se motivan se levantan. La tarea encomendada es una sola, no hay diferencias cuando la meta es una, si ellas caen nosotras también caemos, si ellas fallan, fallamos todas.
La jornada termina sin el resultado esperado, pero la charla final después de cada jornada levantara el espíritu para continuar mañana, a mí me espera un lugar al lado de la hoguera y mañana un largo día que se hace eterno con la humedad de compañera. Termina la jornada y la imagen de quien descansa me llena de orgullo. No somos un simple par de botas somos la marcha segura de quien nos acompaña y con él, somos parte de quien en su vocación decidió regalar entrega y confianza. Cuando busques graficar esperanza siempre habrá en sus pies un par de botas que abrazan el fango, la humedad y el agua.
Nota: Este pequeño relato busca reconocer el trabajo del Grupo USAR de Bomberos Chile, conformado por voluntarios de distintos cuerpos de bomberos y quienes desde hace un tiempo son la principal fuerza de búsqueda y rescate ante emergencias y desastres naturales.
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