Frente a la entrega de los resultados de los niveles de pobreza (derivados de la encuesta CASEN) en los próximos días o semanas, volvemos a plantear, como lo venimos haciendo desde más de catorce años, que, tanto la concepción de la pobreza sólo como un problema de ingresos, como su medición a través de una línea ya añeja, son cuestiones urgentes de resolver en nuestro país. Así, la urgencia hoy es hacernos cargo como sociedad de la nueva pobreza que está instalada entre nosotros, esa que nos habla del «otro Chile» que soporta desigualdades y malas oportunidades en diversos ámbitos de la vida y donde paradójicamente, se ha instalado una exclusión que, a partir de nuestro propio modelo de desarrollo, se ha vuelto estructural.
El estudio «Voces de la pobreza» que la Fundación Superación de la Pobreza dio a conocer en 2010, constató lo que ya muchas otras «voces» de la academia, de instituciones internacionales y las organizaciones sociales nos venían diciendo hace un tiempo: la pobreza ha cambiado. Y ha cambiado radicalmente.
Hasta mediados del siglo XX, la pobreza en Chile era sinónimo de analfabetismo, desnutrición, de viviendas insalubres, de altísimo allegamiento, de epidemias que se extendían en la gran cantidad de conventillos de las urbes, de alta mortalidad infantil y otras inhumanas situaciones derivadas de una pobreza de hambre y sin techo. Hoy, el problema de la pobreza persiste, es intenso, pero tiene otras características: mayor esperanza de vida y con techo, pero a la vez, con altos índices de obesidad, y afectada, sobre todo, por altos grados de vulnerabilidad y brechas sociales.
El estudio citado nos muestra un desplazamiento desde la categoría existencial del “no tener” de la pobreza (relacionado con los recursos financieros y los bienes materiales) a las del “no ser”, “no estar” y “no hacer”. Ello tiene su origen por una parte por mal acceso a las oportunidades que brindan el Estado y el mercado y; por otra, por la mala calidad que a veces tienen estas oportunidades. Esto quiere decir que la población que sufre pobreza hoy en día en Chile vive en casas de materialidad relativamente aceptable y buen equipamiento, pero invisibilizada ante las políticas públicas. Ya no se juega tanto en el ingreso, sino más bien en las oportunidades. Mientras proyectan la superación de la pobreza en sus hijos, ven con angustia que éstos no acceden a una educación de calidad, lo que les conduce a la desesperanza y el malestar de quien se siente fuera, de quien está excluido de los beneficios del desarrollo.
Por ello, la forma en que oficialmente medimos la pobreza en nuestro país y que se basa solamente en los ingresos que perciben las personas en un mes determinado, resulta una medición incompleta. Aún así, esta medición resulta necesaria, toda vez que aporta datos valiosos para determinar el nivel de ingresos alcanzado en el país y cómo se distribuyen en su interior. También genera información para que los programadores económicos y sociales consideren medidas de mitigación de las carencias extremas y promuevan estrategias de superación. En el caso de Chile, la Encuesta CASEN no solo mide pobreza por ingresos, también entrega un conjunto de indicadores socio demográficos, económicos y culturales que permiten hacer el análisis del perfil de los hogares afectados, conocer las edades de sus miembros, determinar en qué trabajan y con qué activos humanos, sociales o patrimoniales cuentan. Como vemos, todos antecedentes importantes, pero que no cobran la misma relevancia pública y política a la hora de entregarse los resultados de pobreza.
A partir de la importancia señalada, cabe recordar ciertos aspectos de nuestra medición de pobreza vigente. Recordar por ejemplo, que la Canasta de Satisfacción de Necesidades Básicas (CSNB) actualmente vigente fue elaborada a partir de la información obtenida por la IV Encuesta de Presupuestos Familiares, realizada por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) entre los años 1987-1988, la que entregó datos sobre patrones de consumo de los hogares del Gran Santiago. Durante esa época, aún persistían los efectos negativos de la crisis de 1982 y de la reestructuración económica e institucional del país. Desde ese entonces a la fecha, el país ha consolidado un proceso de crecimiento acelerado con implementación de políticas sociales activas que redundaron en una mejoría material de toda la población.
Sin embargo, ninguno de estos cambios ha sido internalizado en la CSNB, en circunstancias que otros instrumentos, como la Ficha CAS o actual Ficha de Protección Social (que se utiliza para asignar subsidios y otros beneficios), han sido reformulados en consideración a las profundas transformaciones experimentadas en el país.
Por ello, existen dudas sobre la capacidad de la actual CSNB para discriminar adecuadamente entre situaciones de suficiencia e insuficiencia de ingresos, poniendo en discusión la validez, más no la confiabilidad de sus resultados. En efecto, la CSNB ha perdido exhaustividad, ya que deja a un grupo considerable de hogares y personas fuera de la pobreza (gracias a un aumento de ingresos), aún cuando éstos resultan insuficientes para adquirir, de manera adecuada, los satisfactores de sus necesidades.
Aún así, sabemos que al igual que en 2009, el fuerte aumento en los precios de los alimentos, harán más “exigente” la línea en uso. Una vez entregados los datos, y como viene ocurriendo desde hace más de 20 años, la discusión pública se centrará en si las políticas económicas y sociales han sido lo suficientemente macizas para hacer frente a la pobreza medida por ingresos. Una discusión sin duda necesaria… pero insuficiente.
* Leonardo Moreno es Director Ejecutivo de la Fundación Superación de la Pobreza. Esta entrada fue publicada originalmente en su blog en La Tercera.
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Foto: Rodrigo Ferrari / Licencia CC
Comentarios
30 de junio
Otra discusion pendiente es si la linea de la pobreza debe ser absoluta, como en Chile, o relativa, como en muchos paises desarrollados. Esta ultima ya no mide la capacidad de subsistencia minima, que tiende a ser la norma, sino las relaciones de libertad, poder y exclusion de las familias mas vulnerables respecto al resto de la sociedad.
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