#Sociedad

Al centro de la injusticia

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Hace algún tiempo atrás comentábamos con una amiga sobre la gran cantidad de gente que alega por twitter lo terrible de los tacos en que se ven envueltos mientras manejan. Más allá de lo que personalmente detesto a la gente que ocupa su celular cuando va manejando, lo que nos llamaba la atención era la nula conciencia que esa gente tenía acerca del hecho de que no estaba “metida” en un taco, sino que “era” parte del taco, integrante, constituyente, responsable de, tanto así de que de no estar ahí el taco sería menor.
Con la injusticia pasa parecido. A raíz del rechazo al informe de la Comisión Investigadora “SENAME II” las redes sociales ardieron de rabia y de pronto nadie podía creer que el escándalo en la institución, como decían los Les Luthiers, siguiera siguiendo. Pero a estas alturas uno ya está acostumbrado a que las masas justicieras se indignen un día por un tema y al otro se les olvide para pasar a indignarse por otra cosa. A lo que jamás me voy a acostumbrar es a que detrás de toda esa parafernalia no exista una gota de conmiseración, un mínimo de humanidad que les transmita, y no deje un día de transmitirles, que de lo que estamos hablando acá es de la vida de niños y niñas. 
Luego de que en enero de este año una perturbada mental matara a golpes al tristemente célebre “Cholito”, el congreso tardó sólo 4 meses en tramitar por completo la, por cierto necesaria, Ley de Tenencia Responsable de Mascotas. Luego de la muerte de Lissette Villa (cuyo nombre seguramente nadie recuerda), en un centro del SENAME en abril de 2016, ha pasado 1 año y 3 meses y el proyecto de reforma a la institución que fue ingresado en marzo de 2015 sigue hoy en su primer trámite constitucional.
No hubo marchas, ni ingeniosos hashtags o avatares exigiendo justicia y reparación, tampoco comunidades amigas de los niños pobres levantando campañas. Pero lo peor, lo más terrible, es que no hubo un asomo de culpa de parte de nadie, lo que se ha vuelto tristemente típico en una sociedad que gusta de apuntar con el dedo y traspasar siempre las responsabilidades a otros.
De lo que pasa en el SENAME, de lo que viene pasando hace años en el SENAME, de la desdicha, falta de cuidado y muerte de nuestros niños y niñas, somos cómplices todos, por acción u omisión, y bien haríamos en dejar de ladrar para sentarnos un rato a llorar de vergüenza y arrepentimiento.
Fuera del edificio donde trabajo, ubicado a pocos metros de La Moneda, hace unas dos semanas se instaló una señora de unos 60 años a dormir. La gente que baja a fumar la mira por un rato, comentan con otros lo terrible de la situación y apagan el pucho para volver a la pega tal y como si hubiesen visto un papel botado o un vidrio roto. Yo esta semana le he regalado la mitad de mi almuerzo todos los días, lo que no es mucho, pero es mejor dejarle la guata llena que puros buenos deseos.
Tenemos que volver a mirarnos como humanos, de forma urgente, nos tiene que volver a doler el dolor de los otros y nuestra propia inacción, porque será más fácil echarle la culpa al del frente, pero quienes tienen que cambiar somos nosotros.
“Al medio de Alameda de las Delicias, Chile limita al centro de la injusticia”, cantaba Violeta Parra hace tantos años que parece que fuera hoy.

"De lo que pasa en el SENAME, de lo que viene pasando hace años en el SENAME, de la desdicha, falta de cuidado y muerte de nuestros niños y niñas, somos cómplices todos, por acción u omisión, y bien haríamos en dejar de ladrar para sentarnos un rato a llorar de vergüenza y arrepentimiento."

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4 Comentarios

Patricia Donoso

Toda la razón. Lanzar dardos desde la trinchera del teléfono sólo sirve para desahogar un poco la ansiedad y la ira. Son las acciones concretas, del día a día, las que mejoran el mundo. Detrás de cada menor del Sename hay una madre y un padre que no hicieron su pega. No es buscar culpables,es que al llorar y pedir pedón los padres de esos niños deben encabezar la procesión.

Millaray

Tienes mucha razón, hemos perdido la empatía, si es que alguna vez la tuvimos, pero tambien es cierto que tenemos un estado que debería ocuparse de estas cosas, los elegimos, pagamos nuestros impuestos, hay dinero para pagar mejores dietas, sobresueldos, viajes justificados y no justificados, pero no hay, como dijo alguien por ahí, un puto peso para mejorar la vida de estos niños que son entregados al estado para, supuestamente, tener una mejor vida y un mejor pasar. Yo puedo compartir mi almuerzo, entregar unas monedas, regalar una frazada, pero eso no ayuda a solucionar el problema.

Raúl Adonis

Ladrar por las RRSS sólo sirve para autoengañarnos y hacernos creer que nosotros no somos parte de la injusticia, del «taco» como dice Jorge. De este modo, al alegar por esa vía, nos complacemos al creer que con esa acción aportamos nuestro granito de arena, que con eso ya hicimos nuestra parte. Pero no, nuestros padres, hermanos, hijos y amigos, que son las personas más importantes para uno, nos juzgarán por nuestras acciones, no por los pensamientos, ideas o twiteos que hagamos. Y por supuesto me incluyo entre los que estamos al debe.

Juan Carlos Ramírez M. (@shemoro)

Primero que todo, felicitaciones por este buen artículo, y sobretodo por lo acertivo en captar la esencia y el fondo del problema: NOSOTROS , como sociedad que mira los problemas desde la distancia de la esquina del frente, o de la ventana de las redes sociales, sin un real involucramiento, una seudo solidaridad y empatía.
Para cambiar esto, considero que necesitamos cambiar la forma en cómo nos relacionamos con nuestro entorno, cada uno en su ámbito debe contribuir a «humanizar» las relaciones con nuestro medio, y cuando utilizo esta palabra, quiero hablar de emociones, compromisos, dolores, sensibilidad, empatía. Ya hemos opinado, discutido, declarado, peleado, enarbolado suficiente, es tiempo de «hacer».

Saludos,
@shemoro

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