Sin percibirlo como algo excepcional vivimos bajo la sombra que proyecta el genio de Marx, sus teoría y doctrinas. Entendemos la realidad social y política como clases y lucha de clases, partidos políticos y lucha de partidos. Hasta ahora esto no nos ha molestado y pareciera que dentro de la economía de mercado y el capitalismo se van diluyendo las fronteras divisorias de clases e intereses y la misma lucha de clases se fuera esfumando.
Esto responde a una realidad innegable ya que estamos muy lejos de las masivas y violentas luchas de masas de siglos pasados en que esas categorías se fundaron. También ocurre que su permanencia cumple una función política no menor en la edición de la conciencia social. Su sostenimiento y permanente reelaboración urde una extendida sombra que amortigua y distorsiona la percepción de otros procesos que están definiendo el mundo de hoy por constituir rasgos más estructurales.
Mucho más allá de que estemos o no de acuerdo, esta herencia opera como clave mayor – algoritmo de identidad, en lengua de hoy – para decidir las posiciones e intereses propios y de los otros. La magia de esta cortina dibuja aún el escenario, haciéndonos creer que somos actores luchando y decidiendo sobre las cuestiones más trascendentes de nuestra vida real. Máscara poderosa que impide ver nuestros intereses de Homo Sapiens, especie amenazada, en peligro de extinción, en riesgo de ser sometida por una Inteligencia Artificial superior. Especie también sujeta a otros riesgos existenciales como calentamiento global, desertizació, tasa de pérdida de biodiversidad, cambios en el uso de la tierra, alteración de los ciclos del Nitrógeno y Fosforo, y otros originados en tecnologías emergentes de doble faz como nanotecnología, biotecnología, geoingeniería, electrónica y robótica. Cada día se achica más el espacio operativo seguro de la humanidad y no tenemos un planeta B para reemplazarlo.El viejo escenario se mantiene por inercia y por el interés de los poderes dominantes que buscan evitar la apertura de nuevos frentes de cuestionamiento de su modelo en momentos en que su dominio parece más afianzado que nunca.
Lejos de minimizar los conflictos y riesgos a que nos lleva el capitalismo, lo anterior agrega otras razones que ponen mayor urgencia a su solución. Para traer a primer plano estas nuevas amenazas es necesario redimensionar las actuales disputas políticas y ver que son tributarias de viejas propuestas revolucionarias que ya no lo son.
La edición industrial de la conciencia social se sirve de esto para ocultar las raíces sistémicas de estas condiciones, pese a su enorme gravedad. A ello contribuye también el efecto narcótico del fetichismo de la mercancía, que nos ahoga en el consumo y nos hace luchar por instalarnos en lugares de privilegio de su cadena productiva. Estamos ante una mercancía empoderada, mucho más de lo que imaginó Marx, que sirve también de caballo de Troya a una inteligencia artificial que podría superarnos, someternos o eliminarnos.
El ring principal de la lucha política objetivamente ha dejado el puesto a otro mucho más trascendente, uno en que se decide nuestro destino como humanidad. El viejo escenario se mantiene por inercia y por el interés de los poderes dominantes que buscan evitar la apertura de nuevos frentes de cuestionamiento de su modelo en momentos en que su dominio parece más afianzado que nunca.
Es responsabilidad del modelo vigente la destrucción del planeta y su capacidad para sustentar la vida. También la emergencia de un enjambre de riesgos existenciales de procedencia tecnocientífica de difícil o imposible control. También la amenaza a la libertad y la democracia que se esconde en la captura engañosa y el secuestro de los datos esenciales de nuestra intimidad. Es una amenaza incalculable a ellas la concentración en manos de unos pocos conglomerados de la nueva forma de capital, más neurálgico y sensible, de los datos personales. No son recursos para la satisfacción de necesidades básicas sino el activo crítico, el ADN de nuestra persona y voluntad. Una amenaza que puede concretarse mañana en una transacción vil de unos cuantos conglomerados gigantes con una Inteligencia Artificial empoderada. Su moneda de cambio serían nuestros datos de todo tipo, de salud, genética, familiares, amistades, aficiones, financieros, comerciales. Mañana ya no habrá encriptado que pueda resistir el ariete de la inteligencia artificial y la computación cuántica.
Referencias a las más recientes formas de manejo y falsificación de datos, a la forma en que se modela y edita la opinión pública, podemos verlas en “The future of information warfare” en el portal www.kurzweilai.net. Ray Kurzweil es un ingeniero, inventor y futurista norteamericano, actual director de Ingeniería de Google, fundador de la Singularity University, asesor del Pentágono y del gobierno de Israel. Este reportaje muestra que el reciente escándalo de Cambridge Analytica y Facebook es una pequeña muestra de lo que viene.
El sustento tecnológico y de ingeniería de nuestra personalidad, de nuestra organización familiar y social y de nuestras instituciones está quedando obsoleto. Pero seguimos pensando que nuestro mundo es firme y quieto y que tiene asegurado un plácido futuro. La avalancha de información de superficie nos impide notar la falta de pensamiento profundo. Es hora ya de que nos movamos unos pasos, entremos a zonas de mayor claridad y hagamos las tareas que tocan la puerta.
Citemos para terminar algo que nos dice el viejo Marx y que no ha perdido vigencia: “La reforma de la conciencia únicamente consiste en despertar al mundo … del sueño sobre sí mismo”.
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