¡Genial! Ahora el Caraeputa, las Calilas, la Mojojojo y la Maiga pueden lucir como unas divas artificialmente mutiladas. Hace poco leí un post de Facebook que decía algo como: ‘‘ten los labios perfectos’’. La ridiculez -llamada »Lip Reduction»- consistía en una reducción de labios quitando la piel del borde seco-húmedo del bermellón, para que así los estos tengan una forma más delgada, pequeña y ‘‘sexy’’.
Ya me siento como Luis Dimas al ver este tipo de insensateces, porque me di el tiempo de buscar fotos en Instagram acerca de esta ‘‘tendencia’’ y hay alrededor de 5200 fotografías con el hagtag #LipReduction, relacionadas con esta estética tan rancia. El tratamiento en cuestión tomó realce en el continente asiático y ahora, prácticamente, está arrasando jetas en NY; su valor aproximado es de 7000 dólares, equivalentes a $4.671.000 pesos chilenos. No obstante esto, es necesario mencionar que, la mayoría de las veces, la búsqueda de este tipo de estéticas se relaciona con un trastorno psicológico denominado Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) o, como primeramente se le llamaba, dismorfofobia.
«Despertar el amor por otro y por uno es difícil, por lo mismo surgen estas pelotudeces de reducirse los labios, tener más pechugas -o más poto-. En resumen, una eterna neurosis del deseo por querer lo que no tenemos; y cuando lo tenemos, nos insatisface, llevándonos a buscar un nuevo deseo por consumar.»
El TDC es una enfermedad psiquiátrica en la que se manifiesta un defecto imaginario de la apariencia de un individuo. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales (Vol. 4), este trastorno podría producir deficiencias en las áreas del funcionamiento social, ya que pertenece a una serie de trastornos somatomorfos en los que el individuo, al mostrar cierto desprecio e inquietud por su «defecto», llega a a apartarse del mundo laboral y social, además de ser capaz incluso de llegar al aislamiento extremo para no tener contacto con nadie. Pero, ¿remover o reparar este «defecto» mejorará las cosas? Al parecer no, ya que cuando los individuos reciben atención médica y quirúrgica con el fin de corregirlo, esta solo empeora el trastorno porque al removerse el desperfecto inicial buscarán uno nuevo, una nueva tacha.
«If you can’t love yourself how the hell you gonna love somebody else?» es el mensaje que nos da todas las temporadas Mama Ru. ¿Dónde queda el amor hacia uno mismo? En la actualidad negamos u omitimos ese aprecio pero lo que nadie sabe, es que problemas como estos siempre nacen a raíz de dicha carencia, no necesariamente de forma explícita pero en el fondo siempre se relaciona con esa pizca de despecho amoroso, ya sea causada por uno mismo o por terceros. No obstante, nos centramos en cosas que creemos que son más importantes para nosotros: el éxito, el dinero, el poder, la estética, etc. Gastamos gran parte de nuestro tiempo y vida en lograr algunos de esos objetivos, pero ¿dónde queda el amor? El amor está oculto y presente en todos los ámbitos anteriormente señalados (el éxito, por ejemplo). Por lo general, la problemática del amor propio siempre suele estar escondida, pero el gran descontento y preocupación de las personas es cómo lograr ser amados.
Unas de las tantas formas que se utilizan para ser amados -empleadas generalmente por hombres- es teniendo éxito empresarial, siendo poderosos y adinerados, lo que permite tener un margen social elevado para los demás. Otro de los métodos para ser aceptados y valorados -generalmente usados por las mujeres- es mediante la estética, como la «Lip Reduction», principalmente por la búsqueda de ser atractivos para los demás, ya sea por medio del cuidado del cuerpo o de la ropa, por ejemplo.
Todo lo anteriormente señalado muestra que vivimos en una cultura que se guía por el atractivo en general, es decir, deseamos ser un prototipo del sex-appeal, donde lo comercial se valora, incluso más que el pensamiento. Nuestra cultura se basa en lo comercial y eso no es excluyente para el deseo amoroso. Un joven, ya sea mujer u hombre, busca lo mejor en mercancía humana; el «objeto» debe ser deseable por todos, debe tener un elevado valor social y, de esta manera, se logra ser dueño del objeto más valioso del mercado. El más claro ejemplo de esto es la llamita del amor por Tinder. La perfección o el »sex-appeal» es la meta a la cual queremos llegar: ojalá que sea rubio, alto, fibroso o pechugona, con harto poto, y con una perfecta sonrisa de 180°, sin espinillas, ni pelos allí abajo, la perfección estética. Los centros comerciales y sobre todo la farmacología, han ganado mucho gracias a este deseo contemporáneo de ser un perfecto sex-appeal. ¿Qué pasa si no eres rubio? Aquí tenemos las tinturas para que lo seas. ¿Eres gordo? Te entregamos las dietas y pastillas más efectivas para bajar de peso en una semana. ¿Tienes poco deseo sexual? Tranquilo, tenemos una amplia gama de drogas y fármacos para aumentarlo exponencialmente.
Despertar el amor por otro y por uno es difícil, por lo mismo surgen estas pelotudeces de reducirse los labios, tener más pechugas -o más poto-. En resumen, una eterna neurosis del deseo por querer lo que no tenemos; y cuando lo tenemos, nos insatisface, llevándonos a buscar un nuevo deseo por consumar.
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