El Estado se ha visto sobrecargado en el último tiempo con todas las demandas que tenemos pendientes como sociedad y/o grupos de presión que, de una u otra manera, están (o creen estar) en pie de solicitar reivindicar sus derechos.
Uno de los tantos temas pendientes de la atención en salud chilena, tanto en el sistema público como privado, es la detección de las potenciales afecciones de salud mental, buen diagnóstico y posterior tratamiento de la multiplicidad de enfermedades o trastornos de la personalidad de carácter complejos. En Chile, según cifra de la OMS del 2017, un 18% de la población presenta síntomas depresivos, con más de 1.100.00 casos diagnosticados como depresión y/o trastorno del ánimo, junto con un 8,8% de invalidez laboral causada por la depresión.
Uno de los tantos temas pendientes de la atención en salud chilena, tanto en el sistema público como privado, es la detección de las potenciales afecciones de salud mental
Esta tarea pendiente se puede deber a múltiples factores; la falta de especialistas adecuados para la detección y tratamiento de estas patologías, la multiplicidad de síntomas y complejidad de los sentimientos presentados por los pacientes, ignorancia de la existencia de estos (hasta hace pocos años ni siquiera estaban en los manuales de psiquiatría) o bien, escaso acceso a una salud mental de calidad en diversas zonas del país. Si ya es complejo ser atendido en la red pública de salud en la capital, imagínese usted cuánto más será en regiones. Según cifras del MINSAL, a los programas de salud mental se destina un 2% del presupuesto, cuando se debiera destinar el 6%. Claramente hay un problemas de recursos o de enfoque de las enfermedades.
Este tipo de complejidades va de la mano de la superación de la cobertura amplia de la red de salud nacional. Pasamos de la exigencia cuantitativa a la cualitativa . En las isapres, las terapias asociadas por sus pólizas voluntarias que cubren tan sólo hasta doce sesiones por año calendario, no cubren eventos de hospitalización producto de enfermedades mentales, ni tratamientos de alcoholismo y drogas. Es decir, entre menos ocupes el seguro médico, mejor para algunos, independiente si lo necesitas o no. Aunque la cobertura y las ganancias de estas instituciones es tema para otra discusión. El AUGE en depresión para personas mayores de 15 años cubre hasta un 100% de prestaciones, con un copago del 20% máximo de ellas. El problema es la calidad entregada.
Las personas que hemos sufrido el rigor de un sistema que no privilegia la prevención sino la reacción tardía y que este tratamiento no es curatorio sino paliativo, entendemos que el Estado, mediante la regulación de la Superintendencia de Salud, no da igualdad de condiciones a pacientes, sean estos enfermos o sanos, que permita la real recuperación de las patologías psiquiátricas. No permite desarrollar una vida “normal” sin baches sociales o laborales, lo que redundaría en una mejor calidad de vida, alto ahorro en pensiones y menor carga para el Estado en un futuro, una mejor integración en la vida cívica y sentirse un real aporte a la sociedad.
Aumentar el gasto del 2 al 6% y elevar las materias regulatorias en salud mental es un imperativo más que una necesidad, en una sociedad altamente individualista, producto de su matriz racional que privilegia el desarrollo económico aislado por sobre el integral y social. Quienes padecemos de ciertas patologías necesitamos que se de una nueva mirada y que se nos apoye a una mejor recuperación.
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