El plantear que productos que dañan la salud de las personas deban ser gravados, implica que el Estado ejerza su mandato establecido en la Constitución Política de la República de Chile en relación a promover el bien común, así como cautelar por derecho a la protección de la salud.
El proyecto de reforma tributaria presentado por el gobierno liderado por la presidenta Bachelet -y actualmente en discusión en el Congreso de la Nación- ha representado una oportunidad para desnudar ante la ciudadanía la visión del Estado, así como la forma de ejercer la democracia, de diversos actores sociales del país. En este contexto, el debate respecto de a quiénes se debe exigir pagar más tributos, así como qué debe ser gravado, no sólo implica una discusión ideológica, sino también la comprensión del papel del Estado por parte de las élites políticas y económicas.
Sin embargo, la discusión del proyecto de reforma tributaria ha permitido evidenciar que como sociedad no nos concebimos como parte del Estado. Sin duda alguna, nuestra historia azotada por el abuso de grupos de poder y un desprecio por la capacidad del resto de la sociedad chilena para ser partícipe de los asuntos públicos, ha tenido como objetivo el fortalecer esta disociación. Asimismo, ha sido la principal vía para consolidar las profundas desigualdades que exhibimos como sociedad.
La discusión relacionada a gravar bebidas y alimentos que afectan la salud de las personas, es el mejor ejemplo en relación a lo planteado previamente. Nuestro Estado no es saludable. Los argumentos basados en la libertad de las personas, así como la retórica centrada en la generación de empleos e inversión, han evidenciado un Estado expuesto a la captura de intereses económicos y no así respecto del bien común.
El plantear que productos que dañan la salud de las personas deban ser gravados, implica que el Estado ejerza su mandato establecido en la Constitución Política de la República de Chile en relación a promover el bien común, así como cautelar por derecho a la protección de la salud. Por dicho motivo, la propuesta de reforma tributaria saludable abarca no sólo por una visión de salud pública en la forma en que el Estado obtiene los tributos, sino también aboga por un Estado saludable en donde el bien común este superpuesto a los intereses individuales.
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Foto: OmarRiva / Licencia CC
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