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Pensando saludablemente

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Cuesta verle un lado positivo a la pandemia, el impacto mundial de este virus nos ha dejado claro cuán malos somos para obedecer órdenes simples y poner las necesidades del colectivo por sobre las individuales, sin embargo, la real preocupación de la Mesa Nacional de Salud Mental por pensar, legislar y promulgar una primera Ley de Salud Mental para Chile, una haz de luz atraviesa las penumbras de toda cuarentena obligatoria, y eso mis amigos, es fabuloso.

Personalmente llevo muchos años insistiendo en la urgencia de esta ley, mediante whatsapps a autoridades, correos electrónicos a distintas autoridades y más de alguna conversación de pasillo con alguien que pudo hacer algo más que escuchar, pero eso ya es pasado, gracias a una sopa de murciélago, varios profesionales guiados por el Dr. Matías Irarrázabal, psiquiatra del Ministerio de Salud, hoy comienzan a dar forma a una Ley que puede cambiar nuestra idiosincrasia de manera positiva, porque más allá de mi optimista inocencia, un cuerpo legal capaz de velar por nuestro bienestar biopsicosocial, haciendo poco, consigue una enormidad.

Ahora bien, más allá de que la contingencia epidemiológica haya posicionado la importancia de cuidar nuestra salud mental durante estos tiempos vertiginosos, existen una serie de aspectos que hace años esperan ser atendidos, todos exigidos hace años por quienes siempre hemos sido la primera línea, aquí se los presento.

Salud Mental y Contraloría Médica.

El ingreso al servicio público suele ser filtrado mediante exámenes médicos que determinan la adecuación del postulante al cargo, antes de ser contratado; dentro de esta línea, una Ley de Salud Mental tiene que aprovechar las competencias profesionales de psicólogos, quienes pueden perfilar la idoneidad del candidato en términos de control de impulsos, parafilias u otros tantos rasgos caracterológicos que luego pueden terminar dañando a terceras personas, de esto nadie habla, y es fundamental atenderlo, más si alguna vez creíste en «los niños primero».

Salud Mental Educacional.

Más allá de los contenidos, las evaluaciones y la extensión de la jornada escolar, aún nadie se detiene a proteger el bienestar del estudiante dentro de los establecimientos educacionales de nuestro país, de ahí que el bullying y fenómenos similares estén causando estragos en las nuevas generaciones. Pensar en una Ley de Salud Mental tiene que abordar esto, dándole una mano al programa de duplas psicosociales, quienes junto a orientación y convivencia escolar, no logran impactar sustantivamente en el clima escolar imperante, más si consideramos el aumento en los índices de depresión infantil y casos de ideación con intento suicida.

Psicología Ambiental y Ministerio de Vivienda y Urbanismo.

Es fundamental entender la salud mental como algo integral, que va más allá del individuo y su grupo familiar, incluso que su comunidad, por lo mismo, un trabajo exhaustivo tendería a develar los costos sociales que nos han acarreado todas nuestras políticas centralistas, sumadas a la manera en que hemos castigado a quienes poseen menos. Ofrecer una vivienda de cincuenta metros cuadrados a una familia con más de cinco integrantes, dentro de un terreno que no da opciones de ampliación horizontal, es psicosocialmente tremendo, más cuando luego vemos que las empresas reducen costos bajando el estándar de calidad de las mismas (recordar Copeva), si a ello le suman malas luminarias, ausencia de áreas verdes de calidad y mal sistema de transporte, antes de que la persona despierte, la hemos condenado a sentir un poco de amargura, misma que traspasa a su hijo, el que luego la vuelca en el aula y así sucesivamente.

La salud mental es integral y global, y al ser ley, debe medirnos a todos los ciudadanos sin distinción de clase, raza, credo u orientación sexual

La salud mental es integral y global, y al ser ley, debe medirnos a todos los ciudadanos sin distinción de clase, raza,  credo u orientación sexual, por lo mismo, quienes hoy la discuten necesitan comprender que repercutirá tanto en los programas de rehabilitación social de quienes están privados de la libertad, pasando por las Fuerzas Armadas y de Orden que durante años han tenido que tragarse la angustia de escuchar el relato de un niño abusado sexualmente, de una madre viendo a algún familiar muerto en un accidente vehicular o las consecuencias de un asalto en residencia habitada, que luego el fiscal decide no investigar por falta de méritos; hasta algo tan simple y complejo a la vez como regular la información que transmiten los medios, quienes velando por la sintonía, impactan a la ciudadanía.

Para el final dejé una de las guindas de la torta, referidas a la especialización de los profesionales de salud mental.

Mientras los médicos cuentan con el programa de Generales de Zona, sumado a múltiples facilidades del sistema, el resto de los profesionales no cuentan con ningún programa estatal que busque darles herramientas y retenerlos, menos facilitarles construir una vida familiar, por lo mismo, anhelo que la Ley de Salud Mental no sea escrita solo por Psiquiatras, quienes en 20 minutos de intervención, atienden solo a un 30% de los casos complejos que asisten a la atención primaria y secundaria, desconociendo (debido a su descripción de cargo) un sinnúmero de otras problemáticas sociales que reciben la atención de Psicólogos, Asistentes Sociales y Terapéutas Ocupacionales, todos quienes, sí logran invertir en especializaciones, se ven obligados a salir de un sistema que no ajusta sus remuneraciones para retenerlos, ya que esos incentivos siempre se dirigen hacia especialistas médicos.

Sueño que una nueva Ley de Salud Mental entienda que invertir en la promoción asegura una menor tasa de consulta en prevención secundaria, dado que incita la consulta preventiva primaria y la resolución estratégica del problema; dicho de otra manera, si le enseñas a la ciudadanía que la salud mental puede ayudarte a enfrentar la eventual muerte de un familiar que ha sido diagnosticado con cáncer, prevendrán una eventual depresión (o duelo no resuelto), sumado a un consumo problemático de medicamentos ansiolíticos, debido a que antes habrán terminado con la estúpida creencia de que ir al psicólogo es para locos.

El desafío de la Mesa Nacional de Salud Mental es enorme y siendo honesto, me encantaría estar en ella, pero a falta de MBAs y contactos, me conformo con escribir al respecto.

 

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