Las 5 (posibles) razones para abrir el debate sobre el aborto

El aborto es, probablemente, el método de planificación familiar más antiguo de la humanidad, pues es una práctica conocida muchos siglos antes de nuestra era. En los pueblos primitivos, de patriarcado absoluto, el jefe de la familia podía vender e incluso matar a sus hijos, aún antes de nacer. En esas circunstancias, el aborto no tenía carácter punible. Se pensaba que el feto pertenecía al cuerpo femenino, a sus entrañas; y dado que la mujer tenía un estado de minoridad, el padre o el jefe de la familia ejercía absolutos derechos sobre el fruto de la concepción. De igual manera, algunos autores plantean que el origen de la represión al aborto se encuentra en el cristianismo, 200 años después del nacimiento de Jesús, justificándose en que la mujer no debía arrebatar la descendencia a su marido. Sin embargo, es siglos después cuando la iglesia comienza a considerar el aborto como un asesinato, bajo el criterio de “Todo aborto viola la ley de Dios”,

Hoy, el aborto es considerado una práctica generalizada. Se recurre a la interrupción voluntaria del embarazo en los países ricos y pobres, en la ciudad y en los pueblos, sin consideras factores sociales, económicos ni culturales.

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El aborto no es solo un problema de salud pública, sino que, además, de justicia social. Son las mujeres pobres las que deben realizar abortos en condiciones poco salubres y expuestas a grandes riesgos.

Si bien, la controversia se centra en dos argumentos; la protección de la vida del que está por nacer y el respeto a la autonomía de la madre sobre el control de su salud sexual y reproductiva, resulta imperioso encontrar un punto intermedio para crear una discusión.

Según el último estudio de la Organización Mundial de la Salud y el Instituto Guttmacher, entre 2010 a 2014 se produjeron en todo el mundo 25 millones de abortos peligrosos (45% de todos los abortos) al año. La mayoría de los abortos peligrosos (97%) se produjo en países en desarrollo de África, Asia y América Latina.

En los países donde el aborto está completamente prohibido o se permite solo bajo ciertas causales, como el caso de Chile, solo 1 de cada 4 abortos fue seguro. Por el contrario, en aquellos países donde el aborto es legal, el 90% de los abortos se realizó de manera segura.

En el caso de América Latina, la autoadministración de medicamentos como el misopostrol ha conllevado a registrar menos muertes y complicaciones graves producto de abortos peligrosos. Sin embargo, la autoadministración informal de este medicamento no cumple con las normas en materia de aborto seguro estipuladas por la OMS.

En el caso de Chile, se estima, dada la inexistencia de datos fidedignos, que se realizan más de 100.000 abortos al año, donde la mayoría son mujeres entre 15 y 19 años, trabajadoras, pobres y, en la mayoría de los casos, con un o más hijos. Es decir, esto es un problema de clases.

Por lo tanto, el aborto no es solo un problema de salud pública, sino que, además, de justicia social. Son las mujeres pobres las que deben realizar abortos en condiciones poco salubres y expuestas a grandes riesgos.

Según la Corporación Miles, los procedimientos realizados por personal sin preparación y en condiciones sanitarias inapropiadas exponen a las mujeres pobres y sin acceso a la información, a mayores riesgos para su vida y su salud. Por su parte, las mujeres que cuentan con dinero y con redes pueden hacerlo en otros países

La OMS, agrega que las leyes, políticas y el costo financiero de acceder a servicios de aborto seguro, propicia que las mujeres incurran en abortos inseguros. Las consecuencias de la actual legislación restrictiva configuran una práctica discriminatoria y de injusticia social que propicia un mercado clandestino y viola los derechos humanos de las mujeres, especialmente de las más pobres y, además, demuestra que restringir el acceso al aborto no reduce el número de abortos.

Finalmente, en el informe, la OMS señala que la prestación de servicios de aborto legal y sin riesgos es esencial para cumplir el compromiso mundial con el Objetivo de Desarrollo Sostenible relativo al acceso universal a la salud sexual y reproductiva. Esta organización proporciona orientaciones técnicas y normativas a nivel mundial sobre el uso de anticonceptivos para prevenir los embarazos involuntarios, el aborto seguro y el tratamiento de las complicaciones derivadas del aborto peligroso.

Por último, es importante agregar que no solo es una levedad basar la discusión en afirmaciones como “El aborto es un deporte” o “Legalizar el aborto es un atentado contra la vida”, sino que además existe una carencia total de evidencia empírica que justifique tales aseveraciones. El aborto es un problema – y un riesgo –, como lo demuestran los datos, solamente para las mujeres pobres. Es imperativo que nuestro país legisle sobre esta materia, ya que más allá de las prohibiciones éticas, religiosas o legales, el aborto existe.