Durante los años ochentas se introdujeron las bases de nuestro actual modelo económico-social y político. Los principios que se “impusieron”, fueron las nociones del “Estado mínimo”, de la “focalización” de los recursos (y los derechos), y la “fragmentación” institucional en la salud. Como Salud un Derecho sostenemos que los principios que deben estar presentes en la salud son la “Universalidad”, “Solidaridad”, “gratuidad” e “igualdad”.
La dictadura militar generó un proceso de “reforma modernizadora” de la protección social (reforma que no fue consultada con nadie). Estas reformas buscaron, exitosamente por cierto, introducir el “mercado” como principal eje articulador de los derechos sociales de la población. En este marco, la salud fue uno de los protagonistas de este proceso, donde se pasó de un modelo centralizado e integrado por razones de solidaridad y de economías de escala, al actual modelo mixto, que consagra una salud para ricos y sanos y otra para los pobres y enfermos.
Para los paladines del mercado sanitario, la intervención del Estado implica en sí misma un acto de violencia, dado que coarta la libertad de los individuos. “Se pone en primer lugar la libertad de los individuos, una libertad que incluye la posibilidad de elegir aquello que produce resultados no igualitarios; una libertad individual que cuestiona la existencia de un derecho universal al cuidado sanitario” (de Lora y Zuñiga, 2009). Esta concepción ideológica frente a la salud la supone como parte un ámbito privado, en vez de considerarla como parte de una preocupación colectiva (ejemplo de esto, son las campañas “Elige” del Minsal, donde el centro está puesto en lo individual). Otro supuesto es que la acción estatal solo puede justificarse cuando el mercado no quiere o no puede satisfacer las necesidades de la población. Considera el Estado como ineficiente y lo privado como superior dado que contiene la lógica de la competencia y la libre elección.
Los defensores del mercado en la salud, no reconocen que su postura es profundamente ideológica y cierran los ojos cuando las fallas del mercado comienzan a emerger en la realidad, paras ellos los problemas solo se arreglan mejorando la “focalización” de los recursos o mejorando los “problemas de información”, pero cuando se les menciona la palabra regulación, fiscalización, impuestos o igualdad, algo que parece de ser de sentido común para muchos, ellos lo interpretan como una postura que raya en el bolchevismo extremo. El paradigma del mercado en la salud es aquel que hace “pataleta” cuando el Tribunal Constitucional les dice que los seguros privados de salud al administrar un impuesto deben funcionar como parte de la seguridad social. Claro, no entienden las cotizaciones de los trabajadores, como un impuesto colectivo, más bien planean que no son un impuesto, son fondos individuales, mostrándonos de esta forma su carácter egoísta y poco solidario.
La salud es un bien público y su generación en el mercado resulta particularmente incompatible, sobre todo en el caso chileno, por la casi inexistente regulación, lo que desemboca en desigualdad y segregación.
La lógica mercantil en la salud tiende constantemente al descreme e inducción al consumo de servicios sanitarios que no son necesarios para el paciente. El descreme debemos entenderlo como el proceso mediante el cual los aseguradores privados (Isapres) seleccionan aquellos individuos que tengan menos riesgos de requerir atención médica y una alta capacidad de pago. La inducción al consumo de servicios innecesarios es una práctica común en las clínicas privadas, y está alimentada porque el hecho de que a los profesionales de salud se les “pago por prestación” (fee for service). Esto es una forma de pago que tiende a ser inflacionaria. Ello porque la demanda de salud no está determinada exclusivamente por el paciente; el médico tiene un incentivo a determinar las necesidades de servicios de salud para el paciente. Esto ocasiona que el sector privado sea ineficiente en términos del gasto que genera (esto es grave si consideramos que el 75% del gasto de salud proviene de las familias y de las cotizaciones de los trabajadores).
En Chile tenemos la obligación ética de superar el paradigma del mercado en la salud, en tanto estamos frente a un derecho social que es de todos, esto significa necesariamente generar una Reforma Estructural de la salud bajos los principios de la integralidad, solidaridad, universalidad, y gratuidad.
Nota elquintopoder.cl: Si estás de acuerdo con la idea de reformar el modelo de financiamiento de la salud, haciéndolo más solidario, te invitamos a firmar y difundir esta carta.
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