Chile está al debe en materias de salud mental y es algo que ha sido ignorado durante años, un debate que ha querido instalarse, pero que no ha dado frutos.
La necesidad de una Ley de salud mental es inminente, porque los recursos asignados ya no dan abasto y la estrategia nacional de salud, no es una estrategia.
Según el Informe Anual de la Universidad Diego Portales, la Estrategia Nacional de Salud (2011-2020) establece metas claras a alcanzar en salud mental, pero no define los métodos o mecanismos mediante los cuales se cumplirán los objetivos propuestos.
El gasto destinado a salud mental en Chile es menor al 3% del presupuesto de salud y se encuentra muy por debajo de lo que destinan países desarrollados, que es aproximadamente 10%. Se constata, además, que el presupuesto destinado a salud mental en Chile es insuficiente para cubrir las demandas de la población. El Estado chileno incumple la meta del 5% que él mismo se propuso para el año 2010.
Sin recursos, la calidad constituye una promesa insostenible: si bien la Estrategia Nacional de Salud propone avanzar en materia de calidad en Salud Mental, el instrumento señalado no presenta los mecanismos por los cuales se proporcionan los recursos para alcanzar dicho objetivo.
Otro de los aspectos señalados, es la discriminación territorial en la atención en salud mental.
Las importantes brechas en número de profesionales y en horas de atención disponibles, así como en la distribución de estas brechas territoriales, muestran un problema de discriminación de acceso a la Salud Mental que coincide con la disponibilidad de recursos y la capacidad de respuesta de los municipios de nuestro país.
La salud mental en la infancia sigue siendo un tema pendiente.
El gasto destinado a salud mental en Chile es menor al 3% del presupuesto de salud y se encuentra muy por debajo de lo que destinan países desarrollados, que es aproximadamente 10%. Se constata, además, que el presupuesto destinado a salud mental en Chile es insuficiente para cubrir las demandas de la población. El Estado chileno incumple la meta del 5% que él mismo se propuso para el año 2010.
La actual Estrategia Nacional de Salud no menciona entre sus metas o estrategias la atención especial que requieren en Salud Mental los grupos vulnerables y, en particular, los niños y niñas. Éste déficit había sido detectado ya en 2007 por la evaluación realizada por la OMS.
La salud de los niños depende, fundamentalmente, de las condiciones socio-económicas en las cuales nacen, crecen y viven; a su vez, estas condiciones dependen de las distribuciones de poder y recursos, siendo evidentes las brechas existentes en los municipios más pobres del país. El Estado chileno no ha cumplido lo prometido en la Convención Internacional de los Derechos del Niño, Niña y Adolescente en temas de salud y, concretamente de salud mental: en la actualidad, ninguna de las acciones previstas en Salud Mental contempla a los niños menores de 10 años, con la excepción de la propuesta de intervenciones comunitarias en establecimientos educacionales.
Por consiguiente, en este punto la deuda es tan decisiva que, más que la calidad, está en duda la existencia de la prestación del grupo etario en materia de Salud Mental.
Podemos concluir que se necesita a todas luces una Ley de Salud Mental, porque este tema ha estado olvidado demasiado tiempo generando una verdadera crisis en la materia.
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quierosalud
Muchas gracias por tu opinión. Estamos totalmente de acuerdo con lo que dices. Ésta columna es sólo la punta del iceberg de una realidad que ha sido ignorada durante muchos años. Seguiremos investigando el tema y publicaremos más columnas. ¡Un abrazo!
Columna: La precaria gestión en salud mental en Chile (II) | ActSalud
[…] pasado tiempo desde la primera columna que hicimos sobre éste tema y han aparecido nuevos datos. Aquí el tema se pone interesante, […]
lorena
Me parece inadmisible la precaria proteccio financiera e intervención sanitaria que existe para la Salud en general asi como para la SALUD MENTAL, aún cuando algunas se encuentren acogidas al GES, donde la calidad no se asegura, los decretos y normas se cruzan, existen vacios. Finalmente un % paupérrimo para patoligías crónicas.
Cuándo mejora, cuando dejarán endozar responsabilidades entre las distintas entidades.