La incorporación de RCE en Chile tiene un gran avance y cobertura en la actualidad, que compartir información clínica relevante entre diversos actores es una meta de mediano plazo, toda vez que el Ministerio de Salud mantenga el impulso a la estrategia SIDRA, transformándola en un tema de Estado que no esté sujeta sólo a la gestión de las administraciones políticas de cada gobierno o ministerio
Han pasado casi 7 años desde que el Ministerio de Salud iniciara uno de los proyectos más interesantes y controversiales respecto de la informatización de los Establecimientos de la Atención Primaria Chilena (APS).Esta estrategia denominada en un primer momento “consultorios sin papeles” pretendía llevar a cabo una pequeña revolución de la gestión en salud, informatizar uno de los varios consultorios de 10 comunas del país y enfrentar casi por primera vez a los gestores municipales de salud al mercado incipiente de Registros Clínicos Electrónicos nacionales e Internacionales (RCE),ateniéndose a las “reglas del negocio” que le son propias a este ámbito de atención de salud a las personas y con foco en salud familiar.
El proyecto Ministerial, cambió su foco hacia el RCE, perdiendo su denominación de “consultorios sin papeles”, toda vez que esa denominación siempre estuvo lejos de la realidad y de la transformación del modelo de atención y el foco de la estrategia (“Consultorio” por “Centros de Salud Familiar” / “Sin Papeles” por “RCE” con “menos papeles”).
Posteriormente aparece el Proyecto SIDRA, impulsado por la autoridad sanitaria del país, que incorpora por primera vez el concepto de informatizar con foco en la red asistencial.
Luego de contar la historia que nos contextualiza y enmarca, es bueno exponer qué hemos aprendido y qué se ha sacado en provecho con la incorporación de RCE en APS.
Para lo anterior, me referiré a la experiencia de dos de las Comunas que han estudiado los beneficios, con diferentes ópticas de su proceso de informatización.
El poder contar con un RCE permite, por ejemplo para el ámbito administrativo, dar completo soporte a una de las exigencias de la nueva Ley Nº 20.584 de Derechos y Deberes de los pacientes, que obedece a la completa protección de la historia clínica (hoy en papel, con acceso a cualquier funcionario administrativo y con la alta posibilidad de su pérdida y consecuente duplicación) y por sobre todo, el respaldo de la confidencialidad de la información clínica contenida en ella.
Por otro lado, la experiencia dela incorporación de RCE en la APS, ha demostrado que los tiempos administrativos ocupados para la realización de las estadísticas ministeriales por profesionales clínicos, disminuyen dramáticamente, devolviendo estas horas administrativas “perdidas” de atención clínica a los pacientes. En general, se pierden 16 días hábiles de atención clínica efectiva al año por este tipo de actividades que consisten fundamentalmente en la revisión de formularios en papel, censos poblacionales, estimación y evaluación de metas sanitarias y locales.
Un estudio del centro de salud familiar (cesfam) Juan Damianovic, de la comuna de Punta Arenas, en el aspecto antes mencionado, ha calculado que las horas administrativas de los jefes de programa del establecimiento alcanzan las 100 al mes, lo que representa un 54,1% de una jornada completa de un profesional que este CESFAM ha logrado recuperar.
Por otro lado, la posibilidad de vincular la agenda profesional con la oferta asistencial, ha logrado mejorar en todos los centros de salud que cuentan con un RCE la capacidad de optimizar la distribución de la oferta y evaluar la real utilización de cupos médicos.
Por otro lado y citando nuevamente el cesfam de Punta Arenas, el espacio ocupado por sus fichas de papel ha sido reconvertido a un espacio mejorado para el trabajo administrativo y de atención a los beneficiarios, desplazando las fichas físicas a un local anexo al centro de salud, en donde los “papeles” son conservados para efectos legales y de estudio.
La disminución del gasto o racionalización en farmacia, al eliminar la receta no vinculada a una atención(“recetas de pasillo”), en los establecimientos con RCE es de un 25% en promedio. Comunas como la de San Javier, lo han documentado en ahorro también por la posibilidad de llevar un control de stock y de compras centralizadas en virtud de la carga y de uso de los fármacos de manera estacional.
Lo mismo ocurre con la disminución de exámenes de laboratorio duplicados, que con un RCE ya no ocurren. Se puede evaluar alrededor de un 30% de ahorro en este gasto.
La comuna de San Javier, que atiende a 35.000 beneficiarios, realizó un estudio económico del aporte que significa el uso de RCE respecto de la gestión previa. Se estimó un ahorro de 10,9% del presupuesto anual, es decir, más de 13,5 millones de pesos.
Más allá de las ventajas económicas y de mejora en la gestión de la oferta asistencial que puede implicar la incorporación de un RCE en APS, es importante considerar las ventajas sociales para el “paciente” y su familia.
La figura de la historia clínica única compartida es esencial, toda vez que si esta historia “sigue al paciente” independiente del lugar en que se registre una atención clínica, disminuyen los riesgos de reacciones adversas a medicamentos, mejora la información clínica para la toma de decisiones y no se duplican medidas terapéuticas ni los exámenes.
Es claro, que la incorporación de RCE en Chile tiene un gran avance y cobertura en la actualidad, que compartir información clínica relevante entre diversos actores es una meta de mediano plazo, toda vez que el Ministerio de Salud mantenga el impulso a la estrategia SIDRA, transformándola en un tema de Estado que no esté sujeta sólo a la gestión de las administraciones políticas de cada gobierno o ministerio, promoviendo incentivos efectivos para la calidad y oportunidad del registro de las atenciones, cuidando los mecanismos y los estándares necesarios, para que esto ocurra con seguridad para el “paciente”.
Por último, si la estimación real de que casi 10 millones de beneficiarios de FONASA, ya cuentan con un RCE, la pregunta que surge de inmediato es cómo estas personas pueden acceder a su información clínica. La respuesta más inmediata pasa por los Registros Clínicos Personales (RCP). Algo similar sucede con la explotación oportuna y consolidada de los millones de datos, con el objeto de transformarla en información, proyecciones e indicadores que colaboren con la toma de decisiones de las autoridades de salud.
Toda la información que se genera en este espacio pertenece al “paciente” y se deben buscar los medios para que esta información, que sea relevante y atingente a la población, pueda ser accedida, independiente del proveedor de RCE que tenga el establecimiento que lo atienda.
* Dr. José Fernández Figueroa, Gerente Clínico de SAYDEX. Consultor Internacional en Informática Médica.
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