Cuantas veces no deseamos decir algo, pero por alguna u otra razón, no lo hacemos. Cuantas veces no hemos vivenciado que a veces nos duele la garganta, el pecho o la guata, porque sentimos que nos hemos quedado con temas, pensamientos, sensaciones, emociones estancadas sin darnos la posibilidad de poder expresarlas.
Si te ha pasado eso, creo que eres como el 98% de los humanos que nos hemos quedado atrapados. Recuerdo personalmente, cuántas cosas no he dicho, cuantas veces me he quedado con la sensación que tuve que haberme despedido de alguien especial, o haber dicho algo más frontalmente o no le dije a alguien que era importante para mí.Cuando cerramos los ciclos, surge un ciclo nuevo, donde podemos volvernos más creativos y nos acercamos a la felicidad. Con cada ciclo que cerramos nos creamos nuevamente y vamos acumulando sabiduría. Nuestra existencia cobra sentido y obtenemos la energía renovadora, que nos permite sentir la libertad.
Si pudiera conectarme con ese momento, podría incluso recordar esa sensación de ahogo, de dolor de pecho y ganas de llorar, que no logré expresar a las personas que impactaban en ese instante, palabras que al decirlas, nos permiten la libertad.
Pero ¿por qué hablo de libertad, si estoy hablando de lo que no logramos decir?, porque con cada cosa que no fue expresada, nos vamos atando, nos vamos encerrando y no nos permitimos el fluir. Cada cosa que nos guardamos, creo que la acumulamos como nudos, nudos que no nos dejar poder vivir en armonía con nosotros mismos y no nos dejan fluir nuestra energía de vida. Nudos que muchas veces nos van cansando, hasta llegar incluso a sentir dolor físico, tensión y desear no hacer nada, por la sensación de peso que tiene nuestro cuerpo. Terminamos enfermos y presos de nuestras propias palabras que no expresamos y que no nos permitieron conectarnos con esas personas que en algún momento impactaron en nuestro existir.
La vida, me ha permitido darme cuenta de eso y peor aún me ha permitido darme cuenta, cuántas cosas no he hecho, cuántas palabras que debí decir no las dije y cuántas que no debía decir las solté, impactando a esas personas especiales e incluso dejándome atrapado a mí. Cuántas veces no hemos caído en el sin sentido, cuántas veces no hemos dejado de sentir la vibración de la conciencia universal, cuántas veces no hemos podido cerrar los ciclos. Si yo personalmente pudiera enumerarlos, me faltarían dedos.
Pero ¿para qué esta tremenda introducción? Nada más que para agradecer, agradecer a la vida la oportunidad que a diario me da, para poder expresarle a las personas que me han impactado, que me siento feliz de haberlos conocidos y que en ese momento de vida que estuvieron conmigo, probablemente fueron muy significativos. Que la vida nos da la oportunidad del reencuentro, en el momento preciso y que si tenemos la oportunidad de poder decirle algo con lo que me siento preso a alguna persona, que no debemos perder la oportunidad de hacerlo, porque al decirlo, me libero y libero al otro.
Cuando cerramos los ciclos, surge un ciclo nuevo, donde podemos volvernos más creativos y nos acercamos a la felicidad. Con cada ciclo que cerramos nos creamos nuevamente y vamos acumulando sabiduría. Nuestra existencia cobra sentido y obtenemos la energía renovadora, que nos permite sentir la libertad.
Démonos la oportunidad de liberarnos, de liberar a los otros, si ellos no están en este espacio físico escribámosle algo, se lo leemos en donde nosotros pensemos que el mensaje llegará (porque cuando nos enfrentamos a la muerte, la energía solo cambia, da un salto cuántico, por lo tanto si tenemos el foco en que el mensaje llegue a esa persona, éste llegará) Si tenemos la oportunidad de mejorar nuestra vida, no la perdamos por nuestros miedos, prejuicios, rabias, pena, la vida es hermosa y muchas veces no la aprovechamos por estar preso de nosotros mismos.
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