El 11 de agosto me dirigía a Santiago Centro, en mi auto, como muchas mañanas del año. Al doblar por calle Chacabuco hacia el norte, un furgón no respetó el «ceda el paso» e impactó la parte trasera de mi jeep. Eso provocó que me desplazara como un trompo y terminara volcándome. Desde que mi día iba perfecto, hasta que tenía mi cabeza mirando al pavimento, pasaron dos minutos. Fueron los peores dos minutos de mi vida, los más eternos, los más violentos. Después de esos dos minutos, muchas buenas personas enderezaron el auto conmigo y mi acompañante dentro. Luego, otro grupo de buenas personas clamaban por ayuda: se trataba de los funcionarios del Hospital San Juan De Dios. Bajaron los asientos traseros, y me sacaron por la maleta, inmobilizado, y sin poder tener mucha visual panorámica de las salas a las que entraba y de la gente que me ayudaba. De ahí en adelante, mi vida se ha vuelto trámites, exámenes y recuperación. Nada comparado a poder haber perdido la vida o haber quedado con secuelas graves.
La rápida y siempre amable atención de auxiliares, enfermeros y enfermeras, médicos y carabineros, es el gesto que agradezco. La vocación de servicio público, donde el carabinero ayuda a trasladar las camillas, los auxiliares conversan con la familia para avisar que todo está bien, el médico observa a pacientes y rellena papeles, está muy presente en esta institución pública.
El 11 de agosto tuve dos minutos cruciales en los que dos pares de coincidencias y hechos fortuitos escribieron este relato. De esta historia agradezco infinitamente a las personas que nos enderezaron, a quienes tuvieron la buena voluntad de atendernos en todo momento, pero por sobre todo al Hospital San Juan De Dios.
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El 11 de agosto tuve dos minutos cruciales en los que dos pares de coincidencias y hechos fortuitos escribieron este relato. De esta historia agradezco infinitamente a las personas que nos enderezaron, a quienes tuvieron la buena voluntad de atendernos en todo momento, pero por sobre todo al Hospital San Juan De Dios.
Foto: www.hsjd.cl
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Pato_Riquelme
A esto me refiero cuando defiendo la salud pública de tanta descalificación gratuita. Que viva la salud pública chilena.
g.rubiosch
Agradezco y hago propio pues trabajo en el sistema publico de salud, que es muy vilipendiado todos los días y ademas de sus funcionarios todos los días hace un aguante por levantar la salud publica en este país.