Replantearse en estos momentos el rol que deben cumplir los distintos tipos de niveles de educación, en particular la superior, es justo y necesario. Porque la discusión del proyecto de Exclusividad Universitaria, en algún punto, también se centra en esta suerte de universalidad y obligatoriedad de entrar a una Universidad. Mejor dicho, pretender que el único objetivo de todos nuestros alumnos egresados de enseñanza media sea entrar a ella, que además implica endeudarse por años, es desconocer sus capacidades en otras aéreas, como si el ser humano no fuese más complejo que ello. Por tanto tendríamos que redefinir nuestro concepto sociocultural y hasta personal de lo que implica tener estudios superiores en nuestro país.
Entonces comprender unos de los puntos centrales del rechazado proyecto es clave. La licenciatura para la CNA es “el grado que se otorga al alumno de una universidad al completar un plan de estudios que le confiere las competencias teóricas, metodológicas y prácticas en una disciplina específica que lo califican para desenvolverse en ella. El grado de licenciado habilita para la docencia en educación superior de nivel básico, la participación en la investigación y la prosecución en estudios de postgrado en la misma disciplina o en otra afín”. Esto se complementa con lo que debería ser la función primaria y central de la Universidad “la enseñanza de las grandes disciplinas culturales, física, biología, historia, sociología, filosofía… como también a hacer del hombre medio un buen profesional. Junto con el aprendizaje de la cultura, la Universidad le enseñará, por los procedimientos intelectuales mas sobrios, inmediatos y eficaces a serlo” (Ortega y Gasset, La Misión de la Universidad).
Entonces, a todas luces tiene sentido que las carreras en cuestión deban ser impartidas por universidades, ya que, todas pertenecen a distintas ramas de la biología y todas llevan consigo una especialización posterior. La licencia permite crear y desarrollar en el alumno la sed por la ciencia, generar esa curiosidad, que a la postre, trae interrogantes que inician un proceso de investigación. Lo que no implica, que todos ellos al terminar su proceso, sean investigadores o científicos. Pero la universidad sí cumple con entregarles las herramientas y el alumno, según su interés personal, decidirá qué camino seguir.
Cómo no ser majaderos y tajantes a la hora de defender la investigación y especialización en un área donde los avances tecnológicos cada vez nos permiten desmenuzar con mayor agudeza el funcionamiento del cuerpo humano. Cómo no ser ambiciosos en mejorar nuestras intervenciones terapéuticas, validar o rechazar muchas de ellas, innovar y descubrir nuevas formas de tratamiento. ¿Cómo logramos esto, si no es con una formación que permita y guie hacia el desarrollo científico?
Sin pretender todo ello nos convertiríamos en profesionales destinados al fracaso, sin el poder de renovar el conocimiento ni entregar un mejor servicio.
Cómo no ser majaderos y tajantes a la hora de defender la investigación y especialización en un área donde los avances tecnológicos cada vez nos permiten desmenuzar con mayor agudeza el funcionamiento del cuerpo humano. Cómo no ser ambiciosos en mejorar nuestras intervenciones terapéuticas, validar o rechazar muchas de ellas, innovar y descubrir nuevas formas de tratamiento.
Para todo hay un espacio. Tenemos carreras técnicas, que son totalmente válidas y necesarias, que han ganado su lugar con esfuerzo, pero también, debemos tener profesionales que sean capaces de dirigir y tener un conocimiento superior. O si no, todos serian técnicos o todos profesionales y ese es un grave error. Cada alumno es distinto en sus capacidades y a eso debemos apuntar.
Resulta extraño el rol de los institutos profesionales en este escenario, pues quedan en medio, ya que, los CFT cumplen con formar técnicos, las universidades formando profesionales, pero los IP forman profesionales al “igual” que una universidad pero sin grado académico, sin licenciatura. Entonces, ¿qué sentido tiene impartir carreras que necesitan de un método científico que las guie, que las haga avanzar, si no se les entregará las herramientas para lograrlo?, ¿Para qué seguir con estructuras a medias? ¿Alguien se ha puesto a pensar en la cantidad de investigación que no se genera en nuestro país por no tener herramientas que te permitan desarrollarla? ¿Por qué no partir la enseñanza superior, con un bachillerato o college, y que el alumno descubra de forma correcta cuáles son sus aptitudes y capacidades? Muchas interrogantes, pero el debate está abierto y comenzando.
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anysur
no deberia ser necesario un bachillerato u collage si se lograran los objetivos de la malla curricular a lo largo de todo el ciclo educativo anterior al universitario, es decir, que se enseñe y se aprenda lo que corresponde en la instancia que corresponde, ademas, en la red existe mucha informacion y recursos tanto para estudiar en forma autodidacta o para investigar sobre posibles carreras a estudiar, planteles educacionales, acreditacion, cuerpo docente (estudios e investigaciones de estos),malla de estudios ,etc. Las aptitudes y capacidades …….. recursos en talleres , extraprogramaticas, es decir, el que vive en las condes o la legua pueda estudiar robotica o ballet o practicar jockey o remo u astronomia, etc, OPORTUNIDADES para desarrollarlas.