Fechas como ésta nos recuerdan que el acceso sin restricciones a la salud debiera ser parte del diario vivir. Sin embargo, esto no forma parte de la realidad de millones de chilenos.
El Día Mundial de la Salud debe ser una fecha para que la ciudadanía exija un marco regulatorio que aborde terapias, y accesibilidad a pacientes en forma justa, y que a la vez promueva una industria innovadora.
De acuerdo a los resultados del última versión del Índice Global de Salud realizado por Bloomberg, el cual se construye sobre la base de un conjunto de variables sanitarias, económicas y demográficas a partir de de los registros de la Organización Mundial de Salud (OMS), el Banco Mundial y la ONU, y en el que se consideraron 163 países, Chile se ubica en el lugar número 29, segundo en todo el continente americano, y primero en Latinoamérica. Estas son indudablemente buenas noticias, sin embargo hay que ser cautelosos: nuestras políticas públicas todavía fallan en abordar adecuadamente los principales factores de riesgo para la población.
Hay desafíos graves en el acceso a la salud que se deben superar. Un ejemplo de ello es la ley N° 20.850, más conocida como Ricarte Soto, que financia diagnósticos y tratamientos de alto costo para pacientes de enfermedades raras, por la cual sólo 5 mil personas están siendo beneficiadas, de un universo de más de doscientas mil. Para democratizar aún más el acceso a políticas sanitarias es urgente además agilizar la tramitación de la ley sobre enfermedades poco frecuentes, que se encuentra bloqueada en el Congreso.
Velar por el cumplimiento del Derecho a la salud es una obligación del Estado, y es su responsabilidad alinear sus propios mecanismos regulatorios, de salud y financistas bajo esta premisa indispensable para un pleno desarrollo del país. El Día Mundial de la Salud debe ser una fecha para que la ciudadanía exija un marco regulatorio que aborde terapias, y accesibilidad a pacientes en forma justa, y que a la vez promueva una industria innovadora.
La ciencia busca combatir aquellas enfermedades de alta prevalencia con investigación y desarrollo de terapias seguras y eficaces, y los estudios clínicos apuntan a generar respuestas donde hoy no existen. Financiamiento y regulación deberían ser una prioridad.
Por Santiago Echeverria, Gerente de Desarrollo de Cells for Cells y Consorcio Regenero.
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