Cristián Larroulet, ideólogo de derecha, fue jefe de gabinete Büchi en Hacienda, luego director ejecutivo de Libertad y Desarrollo, y hoy ministro de SEGPRES.
Es un exponente de la visión de incorporar las lógicas del mercado, que consideran la salud como un privilegio, principio que primará en la “reforma” de salud que impulsará el Gobierno. En Salud un Derecho pensamos que la salud es un bien público, los principios fundamentales de la política en salud deben ser la igualdad y la solidaridad, que aseguren una salud pública de calidad e igual para todos.
En una columna publicada en La Tercera (19/04/2008), no vemos sólo su indignación por un hecho puntual, sino, más bien, los objetivos estratégicos de la derecha en la salud. El autor plantea un diagnóstico y sus respectivas curas a los males que distingue. “Curas” que el gobierno de Piñera está implementando hoy.
El diagnóstico de Larroulet es que los establecimientos de salud se destacan en entregar una “mala calidad de los servicios…”. Esto no es exacto, considerando los resultados en salud, la esperanza de vida versus el gasto per cápita permiten ver que se gasta poco en salud y se obtienen buenos resultados.
La razón de esto sería el incumplimiento de las garantías AUGE, “12 de 14 garantías presentan incumplimientos”, además de las listas de espera. Respecto de las garantías AUGE, el autor no entrega cifras. Y, según el Ministerio de Salud, entre 2005 y 2010 el porcentaje de incumplimiento del total de las garantías es de 1,25%, por lo que el argumento sería falso.
Las listas de espera tienen relación con el problema del consumo de servicios en salud. Son un instrumento racionador del “uso” que busca mediar la capacidad de oferta de un establecimiento frente a una demanda infinita. Las listas de espera pueden ser bien gestionadas cuando existen criterios de priorización adecuados.
Larroulet dice que el problema de fondo es que en los establecimientos de salud “…no están los incentivos ni la organización adecuada para el buen servicio”. Y sostiene que aquello es porque existe cuoteo político en cargos directivos, y el personal de salud no es remunerado de acuerdo a su productividad. Respecto a los sueldos del sector, estos no pueden estar mediados por la productividad; la evidencia en la literatura indica que genera problemas. Por ejemplo: los costos suelen dispararse, apunta a la atención de la enfermedad y no a la prevención, enfatiza la cantidad más que la calidad y estimula la discriminación de precios entre distintos pacientes según capacidad de pago. No es que todo esté bien; hay otros mecanismos que pueden mejorar esta área.
Larroulet plantea tres soluciones. La primera, profundizar la libre elección de los usuarios para atenderse en establecimientos públicos y privados, con bonos para asegurar el acceso, y hoy ya está en marcha a través del Bono Auge. La libre elección genera fuga de fondos desde el Fisco hacia los privados, generando el desfinanciamiento de la salud pública. Además, los privados tienen más interés en lucrar que en resolver los problemas de salud de la población.
Lo segundo es introducir competencia en el sistema público, que también hoy está por materializarse a través del per cápita portable para la Atención Primaria, entre otras. El principio de la competencia en la salud es erróneo, la OMS en sus recomendaciones indica que la competencia no es algo adecuado en salud. Es necesario lo opuesto, o sea, una planificación sanitaria integral que incentive cooperación para hacer uso de la capacidad ociosa en el sistema público.
Tercero. Convertir a los hospitales públicos en “sociedades anónimas hospitalarias, constituidas con participación minoritaria del Estado que permita la incorporación de entes privados interesados en asociarse”. Esta propuesta es decir “privatización” de forma elegante. La idea busca debilitar a los gremios, además de generar un espacio a las clínicas y otros “entes” privados para realizar negocios con la salud de la población.
En el Encuentro Nacional de la Salud de 2009, Larroulet dijo que la mejor forma de hacer inversión en infraestructura en salud es a través de las concesiones hospitalarias. Esto es un problema, la evidencia internacional puntualiza que las concesiones generan drenaje de recursos desde el Fisco a los privados, suele verse afectado la calidad de la atención del paciente y seleccionando a los pacientes menos riesgosos. No hay pruebas serias de que las concesiones otorguen un mejor uso de los dineros públicos, en comparación de la construcción realizada por el Estado.
La salud necesita una reforma estructural, que apunte a generar un sistema igualitario y solidario en salud, a diferencia del proyecto de Larroulet que busca un sistema donde la salud este mediada por la capacidad de pago.
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mgoyenechea
Claudio, es cierto lo que planteas, el mismísimo ministro de los enfermos, dijo en el mercurio que Larroulet «su hermano mayor en el gabinete» lo había aconsejado, entre otras cosas a no enviar la Ley corta de isapres, de esta forma la influencia en la agenda de salud queda verificada por el mismo Mañalich.
Creo por otro lado que en salud la derecha esta dividida, sobre todo por el informe de la comisión y es por esto que vemos, que están tomando un rumbo «administrativo» para llevar adelante sus ideas.
pablom
Me gustaría saber cuáles son las medidas o mejoras que se mencionan a la pasada en este artículo pero no se profundiza en ellas. Yo trabajo en el sistema de salud público, veo los problemas que todos conocemos día a día, veo a los gremios poner trabas para el desarrollo de la actividad médica diariamente y no se realmente cuál sería la solución. No estoy de acuerdo con la privatización pero es difícil ofrecer una solución a los problemas de fondo que existen
mgoyenechea
Creo que algo fundamental para lograr una mejora sustantiva del sistema público, es que pasemos de un aporte fiscal del 2,36% PIB al estándar OCDE de 6,8% PIB.. para asegurar una salud pública de calidad y gratuita.
Hay varios temas más, como por ej. cambiar lógica de asignación de presupuesto a prestadores públicos, no más PPV y PPI y avanzar a un sistema per capitado con ajuste de riesgo según la población que se atiende.
Entre otros muchas cosas…
marceleau
Coincido con su concepto de la salud como bien colectivo, pero creo que tanto Larroulet como ustedes se equivocas al reducir el problema a un tema de costo/beneficio. Efectivamente, está demostrado que la salubridad chilena es eficiente en razón de los recursos que utliza, y lo que queda demostrado con las tasas de mortalidad y morbilidad. Pero el tema de fondo va por otro lado. La falta de presupuesto es el sistema nacional de salud es centenaria en virtud de una cuestión fundamental: la salud la dirigen los sanos, no los enfermos. De ahí nace una inequidad estructural que el debate que ustedes plantean refleja en su integridad.
La solidaridad que ustedes defienden, y a la que adhiero, debe cuajar no solo en un aumento de recursos y personal médico, sino que en el sencillo acto de ponerse en el lugar del enfermo. Si eso fuese efectivo, el tema de las ISAPRES serían un pelo de la cola. ¿Estado de bienestar? Quizás, me parece una buena alternativa, pero acorde al siglo XXI y no al siglo XX.
claubenja
Que el Sr. Larroulet sea una persona común corriente sería distinto pero para bien o para mal desde la posición que cumple como Ministro puede apurar o retrasar los proyectos de ley.
Muchos dicen que para reformar la salud no se necesita muchas leyes, sólo se necesita ocupar el andamiaje legal que dejo la concertación, si se puede concesionar hospitales, se puede profundizar la autogestión, cerrar servicios y todo silenciosamente.
La pregunta que nos hacemos es quien mandará en esta nueva reforma la derecha mas dura o la denominada nueva derecha….