El actual modelo de financiamiento de la salud es insostenible. Esto se confirma por la serie de perjuicios que genera en la población, a través de prácticas como la selección de riesgo, que realizan el conjunto de las Isapres, donde el género y la edad son factores de discriminación a la población, vulnerando el derecho de la igualdad. Otro elemento que debe horrorizarnos es el gigantesco gasto de bolsillo (40% del total del gasto en Salud) que deben realizar las familias en nuestro país para acceder a atención médica y a los fármacos. Sin embargo para mejorar la desigualdad existente en salud, no basta con hacer una reforma “de macetero” al sistema de Isapre. Se requiere una reforma global al sistema de financiamiento en salud.
El gobierno de Sebastián Piñera, durante el primer año de su gobierno, anunció una “gran reforma” en Salud apropósito del fallo del tribunal constitucional que derogó parte de la tabla de factores de riesgo (mecanismo que utilizan las Isapres para discriminar a la población). Este anuncio, como muchos realizados por este gobierno, solo generó expectativas que serán cumplidas parcialmente o simplemente no se cumplirán.
Durante el mes de agosto de este año, el gobierno convocó a una comisión de expertos para generar una propuesta para reformar el sistema de Isapres. Se puede apreciar, así, que el Gobierno ha claudicado en la idea de realizar su “gran reforma”. Una salida global implicaría realizar un cambio sistémico que abarque no solo al sector privado, sino quetambién al público.
Un aspecto clave para comprender la necesidad de un cambio estructural del financiamiento de la salud, es tener claridad de la composición de esta. Hoy, 2,5% del PIB (35% del gasto total en salud) se recauda por concepto de la cotización obligatoria. De esta cifra, un 1,4% PIB termina en las Isapres y un 1,1% en Fonasa. Otro elemento escandaloso es la distribución del gasto de bolsillo (gasto directo de las familias en salud). Este gasto en el sistema de Isapres es de 1% del PIB; en el caso de los afiliados a Fonasa, el gasto de las familias es de un 1,8% del PIB. Esto hay que comprenderlo tomando en cuenta que los más desposeídos están en Fonasa; sin embargo, lo que ellos deben desembolsar en salud es mayor de lo que deben pagar los ricos.
Finalmente, se debe considerar que “el gasto en salud en beneficiarios Fonasa es el 2,81% del PIB (cotizaciones más aporte fiscal), para cubrir el 72,7% de la población”. “En beneficiarios ISAPRE, el gasto corresponde a 1,4% del PIB (cotizaciones), para cubrir al 16,5% de la población”. (link). Si uno toma en consideración los aspectos arriba descritos, se entiende que plantear una reforma solamente al sistema de Isapres, es una forma de claudicar o no querer ver la cruda realidad del sistema de conjunto.
La forma en la que se financia la salud tiene necesariamente un impacto en como de desempeña el conjunto del sistema de salud. Esto se manifiesta en aspectos como la equidad, en tanto debe permitir dar cobertura de salud a toda la población, y debe realizarse en función no del riesgo de un determinado individuo, sino más bien de la capacidad de pago que tenga. Por otro lado, el financiamiento debe tender a compensar las desigualdades existentes, no a profundizarlas. La forma en la que financiamos la salud debe apuntar a que la población pueda acceder a los mismos servicios y con igualdad en calidad. El acceso a la salud debe ser equitativo, así como debe existir un criterio de igualdad en la calidad de estos servicios.
Por otro lado, el sistema de financiamiento debe ser eficiente, logrando equilibrar la calidad de los servicios prestados con la contención de costos (el sistema privado, tiende a generar efectos contrarios a estos principios, dado que sus incentivos están puestos a realizar más acciones de salud, sin importar que estas acciones sean innecesarias).
Una solución a la desigualdad en la salud, pasa por generar un fondo único y solidario, donde se reciban los aportes de acuerdo a la capacidad de pago de las personas y no por el principio del “riesgo”. A través de este mecanismo se debe asegurar cobertura universal a todos, y acceso a servicios con igualdad en la calidad. ¿Hay otro mecanismo que pueda lograr esto? Sí: un sistema financiado por impuestos generales.
* Las cifras corresponden al año 2008. Más información en C. Cid; L Prieto 2011
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Foto: Hospital Clínico Regional de Antofagasta / Licencia CC
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