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Crisis de las Isapres: gran oportunidad para construir un Chile justo

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Durante la dictadura de Pinochet, se realizaron un conjunto de reformas, modeladas en el texto conocido como El Ladrillo, para instaurar a la fuerza el sistema neoliberal. Estos cambios radicales en el campo de salud, seguridad social y demás derechos sociales, serían utilizados como modelo por los organismos multilaterales que sistemáticamente presionan a los países por reformas de libre mercado. Se crearon las instituciones privadas de salud: Instituciones de Salud Previsional (ISAPRE), y de Seguridad Social: Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP); para recibir el aporte de las cotizaciones, promoviendo un incentivo negativo hacia los sistemas públicos.

Estas transformaciones estructurales cambiaron el rol del Estado y promovieron el sector privado. El derecho a la salud en Chile comenzó a ser concebido desde la lógica de la “elección” entre un sistema público y privado. Situación consagrada en la fraudulenta Constitución de 1980 y que ha permitido el desarrollo de un sistema basado en el lucro, de la mano de una severa disminución del presupuesto fiscal para el sistema público, que pasó de un 3,5% del Producto Interno Bruto (PIB) para salud en el Gobierno de la Unidad Popular, a menos del 1% durante la dictadura cívico militar.

En la actualidad, persisten importantes inequidades en acceso y estado de salud entre grupos sociales de diferentes niveles de ingreso. Estas desigualdades son reforzadas tanto por el constante debilitamiento del sistema público, como por el subsidio permanente del fondo público y el fisco a los proveedores privados, a través de la Modalidad de Libre Elección (MLE) y de las prestaciones con Garantías Explícitas en Salud (GES).

Los efectos positivos de las GES (última reforma de salud en el país) han sido limitados y sus problemas, importantes: exceso de burocracia, generación de discriminación y desvío significativo de recursos públicos hacia el sistema privado. Como consecuencia, tenemos un sector público crónicamente desfinanciado, con pérdida de capacidades y un aseguramiento privado con discriminación y arbitrariedades, sin solidaridad ni eficiencia. Se suma a ello, un elevado gasto de bolsillo de las familias, equivalente a un 32% del gasto total en salud.

Así, tras más de 40 años en que la sociedad chilena ha caminado por las veredas del neoliberalismo, el abuso y la discriminación ejercida por el sistema de ISAPRE no da para más. Caracterizado por la discriminación, copagos excesivos, alzas unilaterales de los precios, entre otros problemas, no cumpliendo los preceptos de seguridad social, ya que no existe solidaridad ni equidad, y tampoco eficiencia ni sostenibilidad. El sistema ISAPRE ha estado implícitamente soportado por el sistema público que recibe a las personas desplazadas en el momento que más lo requieren, ya que deben dejar el seguro privado cuando adquieren una enfermedad crónica o envejecen.

La falta de transparencia es otro aspecto importante; el proceso de selección de riesgos provoca que existan varios miles de planes en diversas modalidades de acceso y cobertura financiera que impiden cualquier decisión informada de las personas. Constituyendo una industria caracterizada por un mercado con integración vertical, donde el principio de libertad de elección sobre el cual descansa, no se cumple, porque al menos el 40% de los afiliados están cautivos.

Concebir la salud como un derecho implica que el Estado garantice a toda la población el mayor grado de bienestar en salud, y que este no se encuentre segregado por capacidad de pago y riesgo de enfermar

Producto del abuso de las ISAPRE hacia sus propios/as “beneficiarios/as”, es que el año 2010, el Tribunal Constitucional falló en contra de la histórica discriminación. Tras ello, se convocaron tres Comisiones presidenciales para abordar el problema sin que se produzca hasta el día de hoy, un acuerdo parlamentario que termine con esta injusticia. Por lo que nos encontramos nuevamente en un problema relevado por el poder judicial y que requiere una solución que apunté a resolver la raíz del conflicto.

Ante esto, se ha venido gestando una propuesta que permita que, en el momento que alguna ISAPRE declare su insolvencia, como consecuencia de cobros excesivos y mala gestión, las personas puedan incorporarse a FONASA. De esta manera, con los recursos que provienen del trabajo de las personas, se pueda generar un uso más eficiente, a través de la red pública de salud, como de convenios a gran escala con prestadores privados.

Esta etapa de transición, que tiene su origen en la mala gestión del sistema privado, asociado a las políticas públicas cómplices del debilitamiento del sistema público, debiera dar paso a la posterior construcción de un Sistema Universal de Salud (SUS) o Servicio Nacional de Salud (SNS), bajo los principios de universalidad, solidaridad, equidad, integralidad, gratuidad y ausencia de lucro.

El derecho a la salud debe ser consagrado en la Constitución de manera pública, gratuita y de calidad para todos/as. Concebir la salud como un derecho implica que el Estado garantice a toda la población el mayor grado de bienestar en salud, y que este no se encuentre segregado por capacidad de pago y riesgo de enfermar.

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6 Comentarios

abechtold

abechtold

Publica, gratuíta y de calidad…ya hemos escuchado eso.
Sería interesante saber si los magnánimos doctores estarían dispuestos a bajar sus ingresos hasta la media nacional , unos $800.000, para favorecer así «al pueblo». Si no se necesita plata , entonces la salud puede ser «gratis» para todos…y de calidad, supongo.

    camilobass

    camilobass

    En mi opinión, debiéramos avanzar a fortalecer el sistema público de salud, financiado por impuestos generales progresivos, que cuente con la cantidad de equipos de salud suficientes para otorgar atención digna y de calidad para todxs.

juan carlos rey

Las ISAPRES sus dueños y gerentes avivados y supuestamente campeones para el negocio son los mejores publicistas de esa cosa «pública» y gratuita que les da urticaria a los a anti Estado: odian todo lo estatista hasta que piden la plata del Estado en forma de vouchers y dádivas disfrazadas de servicios prestados, cobrando sumas de estafadores, que han demostrado ser las ISAPRES. Estos genios de la economía neo liberal mataron la gallina de los huevos de oro, esquilmando a sus clientes. Esa parte del sermón del marketing que predica fidelizar a sus clientes, nada, los corren subiendoles los precios. Fidelizar lo deben haber confundido con algo relacionado con Fidel Castro. La atención del médico no tiene porqué ser gratis, así que no culpen ni al Estado ni a lo caro que cobra un médico, para cubrir la irresponsable y mala gestión de los dueños de las ISAPRES, que como usted buen dice por 40 años se quedan con la ganancia y los clientes sanos dejandole al Estado los chilenos y chilenas enfermas para que los atienda. Además en el juego neo liberal , la quiebra es daludable, es la forma en la que empresarios incompetentes son eliminados para que el sistema económico siga sano . Que curioso, ahora las ISAPRES también quieren que el Estado las atienda y sane, porque están agonícas después de una larga vida de farra sin cuidad su «salud» financiera. Que se pasen a FONASA es mi recomendación.

    camilobass

    camilobass

    Muchas gracias por el comentario. concuerdo en que debiéramos avanzar a fortalecer el sistema público de salud, financiado por impuestos generales progresivos, que cuente con la cantidad de equipos de salud suficientes para otorgar atención digna y de calidad para todxs.

Felipe Cortés

Me llamó la atención que en su twitter usted se define como anticapitalista doctor (voy a creer que esa es su profesión aún sin ver el título): asumo que usted no cobra sueldo y atiende gratis ¿verdad?

    camilobass

    camilobass

    Efectivamente creo que el capitalismo además de generar inequidad, produce malestar, no solo a las personas, también a toda la vida de la tierra, por lo que se necesita un cambio profundo en el modelo de desarrollo. En relación a mi actividad laboral, he trabajado desde que egresé y continuo en el sistema público de salud.