En noviembre de 2016, durante la novena conferencia Mundial de Promoción de la Salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) entregó 12 consejos para mantener la población sana y los más relevantes son: ejercicio regular, dieta saludable, sexo seguro, controlar el estrés, chequeos médicos regulares y una higiene adecuada. De seguir estos consejos, es posible prevenir diversas enfermedades relacionadas al comportamiento, como las afecciones respiratorias, cardiovasculares, ictus, diabetes, algunos tipos de cáncer y varias otras dolencias.
Debido al COVID-19 y mientras no se desarrollen vacunas que impidan su propagación ni medicamentos para combatir los síntomas, el cambio de comportamiento se ha transformado en la mejor arma y es clave para mantener a raya la pandemia.
Existe un principio básico y es que por muy avalado que esté un medicamento y para que este tenga efecto, es imprescindible que el paciente siga las indicaciones del médico tratante y se lo tome. En el caso del COVID-19 y al no tener aún un medicamento ni vacuna disponible, el antídoto se llama “cambio de comportamiento”, es decir, todos nosotros debemos mantenernos informados y seguir las indicaciones de las autoridades, que se apoyan en datos científicos, como es respetar las cuarentenas, mejorar nuestra higiene (lavado de manos), uso adecuado de mascarilla en espacios públicos cerrados, mantener un distanciamiento social o físico adecuado (Ej: respetar las marcas en el suelo en las filas de supermercado). O sea, si acatamos responsablemente las normas establecidas para enfrentar la pandemia lograremos disminuir los contagios. Entendamos que nuestro comportamiento va a marcar la diferencia entre la vida y la muerte de algunos de nosotros, incluso de nuestros seres queridos.
Deborah Birx, quien es coordinadora del Equipo de Trabajo para Combatir el Coronavirus de la Casa Blanca, dijo en rueda de prensa en marzo de este año: “No hay bala mágica. No hay vacuna mágica ni terapia. Es solo comportamiento”.
Voy a agregar una idea errónea en la cual caemos frecuentemente, debemos sacar de nuestras cabezas que nosotros, por el simple hecho de ser nosotros, tenemos menos probabilidades de contraer la enfermedad y si nos llegamos a contagiar no será tan grave. Hay que entender que nadie es invulnerable, ni está libre de enfermar gravemente. Aprendamos a evitar los riesgos que en algunos casos pueden ser fatales, el costo de equivocarnos es muy alto.
Debemos tener presente que al ser un virus muy reciente que produce una enfermedad de múltiples síntomas aún la estamos descubriendo. Por lo mismo, los científicos no la entienden del todo y cada día, a partir de sus investigaciones generan nueva información. Por ejemplo, está el caso de tres niños que fallecieron en Nueva York con COVID-19 y presentaron síntomas de fiebre, erupciones cutáneas, hinchazón de las glándulas y en casos graves, inflamación de las arterias del corazón. Estos síntomas, recién descubiertos, podrían representar un riesgo no contemplado para niños y jóvenes, quienes y hasta el momento, parecían ser los menos afectados por el coronavirus. También se están encontrando nuevos síntomas relacionados con la piel, como es enrojecimiento, pústulas, erupciones, urticarias, sarpullidos, ampollas y necrosis, que dermatólogos de todo el mundo están estudiando. En resumen, aún nos falta mucho por aprender sobre el COVID-19.
Debemos sacar de nuestras cabezas que nosotros, por el simple hecho de ser nosotros, tenemos menos probabilidades de contraer la enfermedad y si nos llegamos a contagiar no será tan grave.
Las autoridades también tienen sus responsabilidades y es informar de forma clara, adecuada y sin ambigüedades ni dobles lecturas sobre lo grave y preocupante que es la pandemia. Lamentablemente, en los inicios cuando comenzó la propagación, se cometió un error que hoy estamos pagando por culpa del “efecto ancla”. Las primeras informaciones sobre los síntomas de esta enfermedad la relacionaban con la gripe común, incluso con su nivel de mortalidad. Razón por la cual muchas personas aún no dimensionan la gravedad de la situación. Posiblemente, si en sus inicios se la hubiera relacionado al dengue o al ébola, la población la habría enfrentado con la urgencia requerida al tener como “ancla” enfermedades mucho más mortíferas que la simple gripe.
Tenemos un compromiso social, donde lo correcto, responsable y dejemos claro, la mayoría de la ciudadanía calladamente cumple, es estar informado, seguir las normas, respetar el confinamiento y las medidas de prevención y pensar que cuando salgamos de esta, muchas de las actividades que realizábamos antes de la pandemia, volverán con cambios significativos.
Fuente: El comportamiento, una bala contra la COVID-19
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J.A.
Estimado Fernando, vivimos en un mundo extraño, en muchos aspectos guiado por creencia , gurús de pacotilla, teóricos de la conspiración e intocables, algunos de ellos alegan que se debe respetar nuestro derecho a morir y rechazan las cuarentenas por fascistas. Miraba hace unos días en YouTube un ex cura argentino que llamaba a no colocarse vacuna alguna en caso de salir una, una cercana a mi familia nos discutía muy fuertemente que todo esto era una conspiración y que nadie ha visto por ninguna parte los muertos. Algunos líderes demoraron tanto en tomar decisiones que cargan en sus espalda la muerte de miles, otros piensan que esto pasará sin más y otros llaman de vuelta al trabajo. En fin, son tiempos de confusión, de entera locura, de destruir por destruir, de matar por matar, de negar cuanto avance se ha logrado en ciencia y tecnología para volver a la “verdadera sabiduría”…aquella que nos dice que la tierra es plana.
ffrias9
J.A. interesante divagación, pero, terminó mal
Saludos y gracias por su no-opinión
J.A.
No sólo están los expertos graduados en patógenos virales en el ambiente de los medios de comunicación e internet, hay muchos otros por ahí dando opiniones, al final todo se anula y nos quedamos con la sensación que este es un carnaval de ruidos extraños…en un ambiente extraño, hasta que comenzamos a sentir que se nos sube la fiebre…
ffrias9
J.A. pienso que lo correcto sería exponer y demostrar si lo que escribo está equivocado y para responder sus divagaciones le dejo este pensamiento: “Hay dos maneras de difundir la luz. Ser la lámpara que la emite, o el espejo que la refleja.” (Lin Yutang)
Saludos
J.A.
Estimado, divaga se define en algunos sitios como «Apartarse del asunto principal sobre el que se habla o se escribe». he intentado no hacerlo, aunque nunca se sabe con certeza. No he dicho que lo que escribe o intenta explicar este equivocado, todo lo contrario, lo comparo con otras situaciones que escucho, veo y vivo. Sus recomendaciones, bastante sensatas y lúcidas sobre el comportamiento a seguir, contrastan con otras desinformadas, iluminadas o místicas y hasta desorientadoras , que entre otros, desaconsejaban hasta ahora el usos de mascarillas ( un virólogo de la U.de CH.). Finalmente, por «verdadera sabiduría», en un sentido irónico, entiendo cierta corriente muy en boga en las redes que no esta llevando hacia teorías de la conspiración, ignorancia y hasta regresión a ideas antiguas de la humanidad (castigo de los dioses entre otros). Saludos.
ffrias9
J.A. sus último comentario me recordó al «iluminado» Salfate y su vuelta a pantalla aprovechando su «predicción», del año 2015, sobre la llegada del virus.
Saludos y gracias por su opinión
ffrias9
Nuevamente LUN pidió mi opinión, ahora fue sobre el impacto en los permisos para ver a los hijos en padres separados en tiempos de cuarentena.
http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2020-05-16&PaginaId=4&bodyid=0
ffrias9
Este artículo resultó en entrevista con las Ultimas Noticias (LUN) y pedir mi opinión sobre el comportamiento de los chilenos y el aumento de los contagios
http://www.lun.com/Pages/NewsDetail.aspx?dt=2020-05-12&PaginaId=2&bodyid=0
Gracias Quinto Poder