En 1918 se extendió de forma acelerada y agresiva, por todo el mundo, una pandemia de gripe, causada por un brote del virus de influenza A, subtipo H1N1. Fue denominada “Gripe española”, porque fue en España donde se dio mayor difusión en los diarios y la radio, a los estragos que causaba. España permaneció neutral durante la I Guerra Mundial, que estaba en curso. De allí que podían publicar lo que estaba sucediendo, sin ser objeto de la censura de los mandos militares. Se ha ubicado al paciente cero de esta gripe, en Estados Unidos, en abril de 1918, aunque se había tenido reportes de al menos 14 campamentos militares afectados ya en 1917.
Este virus a diferencia de otras epidemias de gripe, que afectaba principalmente a ancianos y a niños, afectó también a jóvenes y adultos saludables. También a animales, como perros y gatos.
La epidemia de gripe de 1918, es considerada la epidemia más devastadora de la historia, ya que en sólo un año exterminó una cifra que se sitúa entre 20 y 40 millones de personas.
Para 1918 no existían vacunas para la gripe, se reporta que los primeros estudios se habrían iniciado en 1931, y no se dispuso de vacunas inactivas aprobadas para la gripe, sino hasta la Segunda Guerra Mundial. La pandemia se enfrentó con los recursos que los médicos de la época disponían. Se emplearon todos los métodos, hacer sangrar a los pacientes; administrarles oxígeno; darles cantidades enormes de aspirinas. Pero de todos estos recursos terapéuticos, uno sólo tuvo relativo éxito, hacer transfusiones de sangre de pacientes recuperados a personas recién infectadas por el virus.
Como lo vemos también hoy, a cien años de esa pandemia. En 1918, también se debió recurrir a instrucciones perentorias a la población, para que adoptara medidas de higiene en su hogar, aseo personal, y medidas de distanciamiento social. En un boletín fechado en octubre de 1918, el gobernador de la Provincia de Burgos, en España, don Andrés Alonso López , instruía lo siguiente:
“… Asimismo recuerdo que la infección se propaga por las gotitas de saliva que despide el que habla, tose, etc. a nuestro lado, al ser respiradas por los que le rodean… Que se abstengan, en consecuencia, de permanecer en locales cerrados, mal ventilados, donde se reúne mucha gente, como tabernas, cafés, etc. Que se extreme la limpieza de las casas. Tener mucha limpieza de la boca y en una palabra, seguir los consejos del Médico y desoír a los ignorantes que se os invitan a beber alcohol o consumir tabaco como remedios preventivos por ser sus efectos en esta ocasión más nocivos que nunca.”
La epidemia de gripe de 1918, es considerada la epidemia más devastadora de la historia, ya que en sólo un año exterminó una cifra que se sitúa entre 20 y 40 millones de personas.
Transcurridos cien años, cuando la civilización se encontraba llegando a los límites en la exploración de la galaxia. Cuando se anunciaba cada día nuevos adelantos científicos, y avances tecnológicos. Nos toca enfrentar una epidemia de gripe, tan letal y nociva como la anterior. Viendo los esfuerzos que hacen los trabajadores de la salud en todo el orbe, la entrega de médicos y enfermeras, y toda la cadena sanitaria, quedamos abismados ante el tamaño de este desafío, que amenaza nuestras vidas.
Ante esta tarea que desafía a la humanidad toda, no podemos quedar indiferentes. Los esfuerzos que hacen los gobiernos de todas las naciones para resguardar a su población deben ser valorados y apoyados. Es cierto que en varios países, incluido el nuestro, las medidas debieron tomarse antes, y aún hoy día, se puede ir más rápido y más lejos. Pero es el momento de sacar al pizarrón al Ministro de salud, de intentar otra acusación constitucional contra el mismo, o contra el presidente. Obviamente que no. Nadie en su sano juicio podría pretender eso. Entonces, cual es la actitud que el país espera de sus representantes, de quienes ejercen el poder político? Ser constructivo, ser audaz para intentar los caminos menos habituales. La búsqueda de consensos, debe ser la carta de navegación. Sí, los acuerdos. Aquellos que nos permitieron transitar como sociedad hasta el siglo XXI, teniendo alternancia pacífica en el gobierno, desde el año 1990.
Vengo a reivindicar la paz como el aspecto más trascendental en nuestras vidas. Aquel que nos va a permitir superar este desafío. Aquél que nos va a permitir fortalecer la amistad cívica, para que nadie se sienta libre de amenazar de muerte a los adversarios, ni usar los medios del estado para sojuzgar a los más débiles. Necesitamos con urgencia, encontrar los caminos de entendimiento. La paz y el dialogo social son el puente para resolver hoy los problemas que nos aquejan. Nuestra incertidumbre por la salud, por la pérdida de los empleos, por la subsistencia, requiere de un dialogo franco, directo en el propio territorio.
¡Vamos a prevalecer!
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