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Religión y sectas: cuestión de tamaño

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Un bebé fue sacrificado porque un grupo de personas pensaba que era el anticristo, siendo que el Divino Anticristo se pasea vestido de mujer por el barrio Lastarria, escribiendo textos delirantes que vende por monedas a las transeúntes como una. Sin embargo, Ramón Castillo o Antares de la Luz, el líder de la secta, consideró que el hijo de Natalia Guerra (mujer 3) y suyo era Lucifer y lo arrojó a la hoguera.

Obviamente es la decisión de un demente o de un criminal, pero llama la atención la sumisión de los dementes que lo siguen. Un grupo de profesionales, gente bien educada que por alguna razón misteriosa renunció a su propio juicio para creer lo que este iluminado, enviado por quién sabe qué deidad, decía.

Existen, sin embargo, instituciones que han hecho de la suspensión del propio juicio una virtud y que exigen de sus miembros creer cosas tan difíciles de aceptar como que una virgen dio a luz a un hijo, que era el hijo de dios, que era el mismo dios, que se dejó crucificar para salvar a la humanidad de un pecado que habría cometido una pareja hace seis mil años y que después resucitó para perdonar a todo aquel que fuera capaz de creer todo lo anterior. Estas instituciones gozan de más o menos respeto, al punto de que los padres les entregan a sus hijos a riesgo de que sean abusados sexualmente y con la seguridad de que lo serán moralmente. Porque llenar de culpa a criaturas de siete años y asustarlos con temor del infierno es un abuso moral.

La más antigua de estas instituciones quemó en masa a judíos, herejes, homosexuales y mujeres acusadas de brujas. En esta perspectiva, el acto de la secta de Colliguay no pasa de ser un auto de fe demodé y una diferencia de método con la iglesia Católica oficial de Chile y con las iglesias protestantes y evangélicas que no son sino variantes de lo mismo. Estoy consciente de que la Constitución dice en algún lado que el Chile es un Estado laico, pero con debates teológicos en el congreso, la verdad es que no me lo creo.

Nadie en su sano juicio quemaría un bebé, o un judío, o un homosexual o un hereje, pero los creyentes renuncian a su sano juicio por estimar que el juicio de su pastor es mejor que el de ellos. Esto lo hacen sin contar con ninguna evidencia y aún aveces con evidencia en contrario.

«Para estar bien seguros, debemos sostener lo siguiente: lo que ante mis ojos aparece como blanco, debo considerarlo negro, si la jerarquía de la Iglesia lo considera así» decía San Ignacio de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, supuestamente la congregación más racional y rebelde de la Iglesia Católica.

¿No fue esto lo que hicieron los miembros de la secta de Colliguay?

La diferencia entre la sumisión de los miembros de una secta y los miembros de la parroquia más cercana, es una diferencia de grados. No hace mucho, un pastor de la Iglesia católica llamó a tomar las armas contra un gobierno legítimamente electo y con ello murieron miles de personas. Ese pastor está libre de polvo y paja y hasta cuenta con el respeto de un amplio sector del país.

Los pastores oficiales ya no tienen el poder para quemar más gente, pero según su juicio, las mujeres no debemos tener derechos reproductivos, el matrimonio debe ser solo entre un hombre y una mujer, divorciarse es un pecado mortal, los homosexuales deben guardar castidad y todo esto por razones teológicas, es decir porque dios habló con alguien que no tiene ningún registro de esta conversación, pero que sin embargo exige aceptación por medio de la fe.

La diferencia entre la sumisión de los miembros de una secta y los miembros de la parroquia más cercana, es una diferencia de grados. No hace mucho, un pastor de la iglesia católica llamó a tomar las armas contra un gobierno legítimamente electo y con ello murieron miles de personas. Ese pastor está libre de polvo y paja y hasta cuenta con el respeto de un amplio sector del país.

¿Tan difícil resulta usar la cabeza y confiar en las propias observaciones? También es cierto que cada quien elije a su confesor, sin embargo, una vez hecha la elección el confesor, este comienza a hacerse el único juez de la conducta del confesado y a veces llega el momento en que es capaz de sobreponer su juicio por sobre el juicio del discípulo.

¿Cuánto poder le entregamos a estas personas que dicen tener una relación especial con dios y que no nos han dado ninguna evidencia de ello? Yo por mi parte duermo tranquila en medio de una vida sin dioses, pero con leyes, leyes dictadas por el sano sentido común, lo que me queda de razón y el deseo de la carne que desea calor y ternura y que no pasa a llevar nadie, pero ¿cuántos de los juicios que tienes por ciertos no son sino esta supuesta voluntad de dios? En el caso de la iglesia oficial, esa supuesta voluntad de dios no es más que la expresión de las costumbres que a ellos y a su institución los mantienen con vida y les dan de comer.

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5 Comentarios

servallas

Comparto tu punto de vista, quizás algún día lejano dejemos atrás estas visiones infantiles que llamamos religión, quizás con la ayuda del buen Dios…

rodrigo ruiz

a donde va eso que no puede tocar nadie??

Catalina Stgo.

Hay una sola cosa que no comparto contigo: el pastor no esta libre de polvo, pues en polvo se convertirá. ¿De paja?…

Don Cimero

Mistika, eres maestrisima. Seria interesantisimo tener una conversa relajada contigo. Saludos!

José Inostrtoza

Bastante poca rigurosa su exposición, al comparar una pequeña secta con las principales corrientes del cristianismo. Más que un artículo sobre sectas y religión, entrega una visión coartada simplista de sus traumas con la religión. Si no cree en Dios, simplemente elija otra tema.

Una secta constituye un grupo cerrado cuyo lider implanta particulares ritos y leyes para cautivar y obtener el que sea seguido bajo propósitos personales. Menciona que la diferencia es una «cuestión de grados», refleja su visión reduccionista a la cuestión religiosa y no es así, es algo mucho más profunda como la necesidad humana de creer cuando se ha extravíado en el camino de la vida.

Espero, usted pueda retormarlo. Su exposición refleja la pérdida de ese camino que usted debe buscar.