En el último tiempo la ciudadanía ha podido ser testigo de cómo los sectores más vociferantes del movimiento evangélico han cobrado cada vez mayor protagonismo mediático a partir de ciertos hechos políticos y noticiosos. Recordemos algunas, antojadizamente: Antaris Varela, quien encaró en agosto del 2011 al ex presidente Sebastián Piñera mientras presentaba el proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja, manifestando que estaba “legalizando el pecado”; las delirantes actuaciones del Pastor Soto, quien atacó a la diputada Camila Vallejo por su iniciativa para eliminar las alusiones religiosas en las sesiones legislativas y que, entre muchas otras torpes apariciones, pisoteó la bandera LGBT en el programa televisivo El Interruptor que conducía José Miguel Villouta, reconocido homosexual; diversos intentos por boicotear el libro Nicolás tiene dos Papás; la importante asistencia del movimiento organizado a las marchas “pro-vida”; el espaldarazo que un grupo de manifestante dio a Arenito (ex Yingo) en las afueras del Consejo Nacional de Televisión, luego de haber declarado públicamente que gracias a Dios y la Iglesia Evangélica había experimentado una “conversión heterosexual”. Y ahora los sucesos ocurridos en el marco del recorrido del Bus de la Libertad”.
Por cierto, hay que reconocer el mérito de que no han caído en ambigüedades: consecuentes con las Escrituras, se han mostrado férreos opositores a legislar sobre aborto, matrimonio homoseuxal, adopción y eutanasia. Pero esta escalada trasciende lo mediático. No parece aventurado creer que es más bien la expresión mediática, acaso televisiva, de una red de poder que el movimiento evangélico en distintos grados y a través de las diversas agrupaciones que la constituyen, ha venido tejiendo desde hace algunos años y de la que forman parte la creación de un periódico, la consolidación de diversas radios de alcance regional, un canal de televisión (Televisión Nacional Evangélica) y ahora último, una parrilla de candidatos evangélicos que compitió en las pasadas elecciones municipales y ahora lo hará en las parlamentarias. A esto hay que sumar claros esfuerzos por constituir partidos políticos, así como también la transformación camaleónica de un ex candidato presidencial que hace unos años apoyaba el matrimonio gay con adopción y que ahora es su recalcitrante opositor, pero que supo leer, con más oportunismo que inteligencia, la potente base electoral que podría constituir el movimiento evangélico.
Tiene sentido. En los últimos años ha aumentado el número de chilenos y chilenas que se manifiestan como creyentes y participantes de las numerosas congregaciones que anidan en lo que se conoce popularmente por “evangélico”. Ni hablar del protagonismo mediático que ha cobrado su Te Deum, evento imperdible para candidatos y candidatas deseosos de estrechar lazos con un sector de la sociedad que tiene un histórico y estrecho vínculo con los pobres de Chile, con quienes están en las cárceles, centros de rehabilitación de drogadictos y poblaciones, copando espacios que las instituciones públicas han desatendido con el beneplácito de quienes danzan alrededor del becerro del Estado mínimo.
La situación en que se encuentran actualmente las Iglesias Evangélicas y Protestantes, que celebran su propio día el 31 de octubre, pone en evidencia su clara vocación de poder y su conversión en una lucrativa plataforma de dividendos políticos para quien tenga los ojos puestos en algún escaño de elección popular. Esto coloca a la ciudadanía en posición de exigir al movimiento evangélico y protestante manifestarse respecto a otros asuntos que trasciendan lo valórico, especialmente cuando sus críticas tienen como fundamento un texto religioso que también define posiciones frente a otras cuestiones. Así como la Biblia es en varios pasajes categórica frente a la homosexualidad, también lo es respecto al hurto, la mentira y el asesinato. ¿Qué tendrán que decir nuestros compatriotas evangélicos respecto a las mentiras de la ex ministra y actual miembro del Consejo de Defensa del Estado, Javiera Blanco, respecto a los sueldos de sus asesores y a la impunidad de que gozará luego de rechazado el informe Sename II? ¿Pasarían la prueba de la blancura ante los Diez Mandamientos el sinnúmero de boletas ideológicamente falsas emitidas por personeros de nuestra rancia clase política? ¿Qué decir de las colusiones, , que no son más que una forma sofisticada de hurto? ¿No están acaso enterados de los varios asesinatos que se han cometido en el violento conflicto que hasta hoy sostiene el Estado de Chile con el pueblo mapuche? Los manifestantes ni siquiera han tenido problemas para cerrar filas con los exponentes más retardatarios de la iglesia católica, que al mismo tiempo que rasgan vestiduras por los temas de la agenda valórica y auspician la circulación del Bus de la Libertad”, tratan con guante de seda a quienes han sido acusados de abusos a menores. ¿No tuvo Jesús acaso un trato especial para con los niños?
"Ojalá prontamente les veamos manifestarse en canales de televisión o en el Parlamento ante estas y otras cuestiones, con el mismo tesón con que lo hacen cuando se debate del aborto o la inclusión de minorías sexuales."
Ojalá prontamente les veamos manifestarse en canales de televisión o en el Parlamento ante estas y otras cuestiones, con el mismo tesón con que lo hacen cuando se debate del aborto o la inclusión de minorías sexuales. O por lo menos, que lo hagan con la misma claridad para las elecciones que se avecinan. El universo moral de la Biblia no es pequeño. El de sus seguidores tampoco debería serlo.
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Luis B.
Lisandro lo que Ud olvida es que las sectas emanadas de la religion inventada por un Emperador Romano, llamense catolicos, protestantes y otros cientos…por siglos han torturado, matado, perseguido a seres LGBTI.
Lo que ellos hacen hoy es defenderse.
Haga por favor la diferencia.
Lisandro Burgos
«…cómo los sectores más vociferantes…» Tenía que ponerle el calificativo de vociferantes. Con eso usted de inmediato perdió toda posibilidad de ser tenido por una analista mesurado, equilibrado o creíble. Es simplemente, otro vociferante. Sigo leyendo. Ahora los evangélicos han «tendido una red de poder» ¿No se ha dado cuenta de que los LGTB hacen lo mismo? Y los comunistas, y los empresarios y los sindicatos; ni hablar de los radicales y los masones. Es lo que hace todo el mundo. Es usted, como lo veo, otro fundamentalista, al más puro estilo del Pastor Soto. Es del mismo clan que abomina, pero ni siquiera se ha enterado.
Lisandro Burgos Cuevas
Qué intolerante es usted, estimado; definitivamente un mal demócrata. Llevo leyendo apenas su primer párrafo, y veo que comienza descalificando a los evangélicos con el epíteto de “vociferantes”. Gratuitamente, a título de nada. O sea que usted no debate sobre moral ni otras cuestiones profundas, usted simplemente descalifica a quienes no comparten sus ideas. ¿Qué el pastor Soto es delirante? Claro, pero usted milita en el mismo equipo, el de los intransigentes. En mi condición de ateo le hago ver que los evangélicos son tan ciudadanos como los LGBT. Y usted en nada se diferencia del fundamentalismo cuando en vez de a unos, pretende descalificar a los otros. Está incurriendo exactamente en lo mismo que imputa.